Acción y Reacción
Sin importar cómo aprendamos esa lección, a muchos nos llega esa impresión de que la vida tiene formas complejas de «pasar la factura» por nuestras acciones, sean buenas o malas. Hablemos entonces de los efectos que tiene en el presente, la promiscuidad del pasado.
Por alguna razón para muchas personas ser homosexual es sinónimo de ser promiscuo. Tal vez tenga algo que ver con la imposibilidad del embarazo como consecuencia del acto sexual entre nosotros, a lo mejor se relaciona con la crianza machista que tenemos, que nos indica que ser hombres se valida solo teniendo múltiples parejas sexuales (esto también aplica a la mujer lesbiana que adopte una expresión de género más masculina), quizá tenga que ver con cómo la exploración de la sexualidad no pudo darse de manera natural y controlada durante la adolescencia gay y, por consecuencia, se dispara sin control durante la adultez. Todas estas razones sostienen el comportamiento promiscuo y le dan origen. La pregunta es ¿Cuáles son las consecuencias?
Las consecuencias del comportamiento promiscuo pueden ser inmediatas o de largo plazo, usualmente las inmediatas son las únicas a las cuales se les presta atención porque, una vez más, como la promiscuidad es un comportamiento bastante adolescente, pareciera incluir la incapacidad adolestente para preveer consecuencias futuras. Es decir, varias personas que sostienen parejas múltiples o que cambian de pareja constantemente (ambas formas de promiscuidad) tratan de «cuidarse» a través de «no afectar su salud física», no contraer una infección de transmisión sexual, etcétera. Sin embargo, estas mismas personas pueden dejar de lado la realidad de que, algún día, la acción de no tomar en serio la propia sexualidad producirá una reacción igual y opuesta. Es decir: a la gente le costará trabajo tomarlo en serio a uno si uno no tomó en serio a los demás o a sí mismo. Es como aquello de «nadie va a querer comprar la vaca si estás regalando la leche».
Además de eso, si finalmente se consigue entablar una relación seria y duradera (si te compran la proverbial vaca), que incluye una conexión afectiva además de una vida sexual excitante e intensa, el pasado de ambos puede aparecer y producir problemas en la relación actual. Es entonces cuando las consecuencias de la promiscuidad, la factura de la vida, el karma, el infierno de las religiones, o como quieran llamarlo aparece en el presente, muchas veces en la forma de ex-amantes que intentan establecer contacto nuevamente o con quienes se han dejado «puertas abiertas» en caso de que hubiese ganas de descargar una vez más (Fuck buddies y cosas así). Las miradas de complicidad se cruzan al encontrarse en la calle y la relación actual sufre mucho si se percibe algún vestigio de las cenizas que quedaron luego del fuego que ardió.
¿Comentarios?
Dos Mujeres se Casan en Argentina
Los comentarios de Viedma traen a la mesa un tema que ha sido recurrente en AlSerDistinto: ¿Qué pasa con los hombres y mujeres gay una vez llegan a la tercera edad?
En una comunidad homosexual especialmente vulnerable a la propaganda y fijada demasiado en la juventud, el poder y la belleza, la realidad del envejecimiento se presenta como uno de los terrores más grandes para muchos.
Mi parte favorita es cuando dice: «[…] y su mensaje busca romper con los estereotipos de las marchas del orgullo gay y la promiscuidad, mostrando una pareja consolidada con más de treinta años de convivencia y con un bajo perfil.«
Creo que necesitamos más de nosotros que ayuden a eliminar el estereotipo de que todos los gays son promiscuos e incapaces de mantener una relación seria y monógama. Pero supongo que es una decisión personal de cada individuo.
Los dejo con el vídeo y espero sus comentarios.
Saludos,
Autoestima Gay: Validación
Validar significa reconocer todos los aspectos del otro, cómo se siente, qué le gusta, cuáles son sus talentos, qué lo hace reír, qué lo hace llorar, en qué no es tan bueno, con qué cosas necesita ayuda. Una parte importante de la tarea de los padres es validar a sus hijos, es decir, llegar a conocerles de manera tal que reconozcan todos los aspectos que le conforman.
Como la validación viene de afuera y se trata de «cómo nos ven los demás», hay una parte de nuestra sensación de ser valiosos (nuestra autoestima) que depende de los demás y se ve comprometida si no la recibimos. Si esto sucede durante suficiente tiempo o en una determinada intensidad, el daño a la autoestima puede ser tal que se desarrollan maneras insanas de sentirse mejor consigo mismo. Una de esas formas es prestar excesiva atención a cómo nos perciben los demás y tratar de «parecer» muy agradables, atractivos, poderosos, ricos, hermosos, etcétera.
No es difícil, por lo tanto, encontrar el origen que tiene el intento generalizado de los varones homosexuales por ser «bien vistos» por los demás. Algunos de ellos tratan de ser bien vistos y sentirse importantes a través de usar ropa de moda o tener cuerpos de revista. Porque eso les da la sensación de ser estéticamente correctos. Después de todo, si todos admiran a los modelos de revista y las celebridades, tal vez viendose como ellos se pueda lograr algo de esa admiración.
Otros intentan sentirse importantes en otros aspectos, enfocándose en la cantidad de dinero que ganan al mes y haciendo alarde de eso frente a otros con la intención inconsciente de producir envidia en los demás y sentirse superiores. Algunos más se fijan en el tamaño de sus casas o la zona en que viven, haciendo grandes esfuerzos para sostener residencias que no pueden costear. Lo mismo sucede con la marca, el tamaño o la potencia del automovil que se maneje. Otros más se enfocan en su conocimiento y cómo pueden «saber» más que los demás. Hay quien llena su autoestima gracias a conseguir un «puesto importante» en el trabajo o cosas por el estilo.
En fin, cada cosa que hacen estos individuos suele estar motivada por una intención inconsciente de ser bien vistos (validados) por los demás. Además, es curioso ver cómo existe una comparación constante con otros, como quien trata de asegurarse de estar en una posición superior o suficientemente buena. Este «ranking process» es constante, se comparan con otros y los devalúan cuando tienen oportunidad, o bien los idealizan excesivamente queriendo ser como ellos. De cualquier forma, tratan de compararse para ver si son suficientemente buenos, se muestran arrogantes cuando se saben mejores que otros y se sienten muy incómodos si son rechazados y se elige a otros en su lugar.
Todas las personas gay padecemos de esto en mayor o menor grado, dependiendo de las historias de vida de cada uno. Así que es importante estar conscientes de cómo se manifiesta en nosotros esta búsqueda de validación porque, a veces, se puede poner en riesgo la vida, la salud, la seguridad financiera, la tranquilidad al dormir o las relaciones interpersonales por conseguir una sensación de ser importante. Es entonces cuando esa búsqueda es un problema.
Gay en internet
Todos sabemos que descubrirse gay en este lado del mundo puede traer incertidumbres (cuando menos) y, sobre todo en las primeras etapas de la aceptación, puede dificultar el contacto con otros “compañeros de equipo”. Conocer a otros como uno es necesario para ayudar a crear una forma de identidad, pero también puede ser difícil hallar a esos otros.
¿Cómo los encuentras? Buscando ¿Cómo los buscas? En internet.
Así que muchas personas gay, sobre todo en esa etapa, encuentran en el internet y las redes sociales una forma seductoramente fácil y pocas veces sana de encontrar a otros que compartan su orientación. El internet está lleno de peligros, no solo hay predadores buscando niños, también hay predadores buscando adultos (al menos en edad) y es sencillo entrar a formar parte del mercado de carne que se puede notar fácilmente en la red social de su elección. Pocos de estos servicios tienen restricciones apropiadas para mantener cierta forma de orden y, al final, es sencillo ver a hombres gay entrar a varios perfiles o salas de chat, uno tras otro, para buscar el levante de una noche o algún amigo con quien compartir la soledad.
Navegar en internet buscando compañía puede ser algo altamente adictivo. Muchos pacientes y ex-pacientes han pasado por eso. La mayoría de quienes han asistido a consulta y presentan este comportamiento de manera compulsiva, acaban dándose cuenta luego de tiempo y terapia que lo que buscan no es necesariamente el sexo de una noche, sino algo de conexión humana. Muchos buscan realmente “conectarse” con alguien que les comprenda afectivamente y con quien compartir aspectos íntimos más allá del sexo de cama. Sin embargo terminan, a raíz de muchos tropiezos, participando del laberinto oscuro del chat y volviendo a él cada vez que se sienten solos, lo cual suele ser más frecuente cada vez.
Es como una droga que les evita sentir la soledad o la incomodidad de ser diferentes en un mundo de iguales. Es igual que meterse en una discoteca gay “para ver y ser visto” y admitirse a sí mismos quienes son, solo para regresar, luego de la rumba, a casa (propia, de los padres, de la esposa, etc.) y meterse tan adentro en el closet que podrían muy bien mudarse a Narnia*.
Cuando este tipo de incongruencia sucede, cuando se da la vida doble o la desesperación por encontrar a otro y acostarse, usualmente lo que está en juego es mucho más que el cuerpo y lo que motiva ese comportamiento puede ser invisible para quien lo practica, así que a monitorear lo que hacemos online, porque tal vez sea una expresión de un problema más profundo.
Un abrazo y que estén bien.
*Ese chiste se lo acabo de robar a alguien, si está leyendo esto, sabrá quien es. Gracias por el aporte involuntario. =)
Ricky Martin y los cambios recientes
Desde 1973, cuando las organizaciones Psiquiátricas y Psicológicas más importantes de Estados Unidos retiraron la homosexualidad de la lista de trastornos mentales, han pasado muchas cosas. Los últimos eventos significativos lo hacen a uno pensar y dan un sabor agridulce a la experiencia.
Hace unas cuantas semanas, Washington DC aprobó los matrimonios homosexuales, seguido unos días después por México DF, en donde se incluyó el derecho a la adopción. Ayer en la tarde Ricky Martin, uno de los «entertainers» latinos con mayor influencia en la cultura popular, aceptó su homosexualidad en su sitio de internet y vía twitter. En poco menos de una hora la noticia había recorrido el mundo, sus fanáticos se enteraron por su sitio de internet y las noticias de farándula, los activistas difundieron la información y publicaron notas de felicitación. En la «blogosfera» y las redes sociales como Facebook y twitter se podía leer todo tipo de comentarios al respecto.
He pensado mucho si debía escribir sobre los acontecimientos recientes, si debía publicar mi agrado frente a las victorias de los activistas y los logros para la comunidad. Pero nunca lo hice, detenido siempre por mi observación crítica de lo que ocurre y mi sospecha de que hay algo más sucediendo en el fondo de tanto movimiento.
No me malentiendan, me alegra la situación por los derechos ganados y la mayor integridad y congruencia que se permiten íconos culturales como el mencionado cantante, pero me preocupan las razones por las cuales se dan estos cambios y lo rápido que pueden revertise si no están fundamentados en un real entendimiento de la causa y aceptación de la diversidad humana.
¿Está el cambio legal relacionado a la política partidista? ¿Qué implicaciones hay en esta vuelta de la marea? ¿Es este cambio permanente o hay alguien jugando con la comunidad para beneficiarse de alguna manera? ¿Es paranoia lo que motiva mis preguntas?
De cualquier forma, solo podemos alegrarnos por lo positivo de los eventos recientes. Sobre todo por los beneficios para la salud que tendrá para gente como Ricky Martin y el efecto dominó que debe tener su comunicado en el pensamiento colectivo. No se trata de si lo sabíamos o no, (porque todo el mundo lo sabía) sino de lo liberador que es para él admitir su sexualidad y no vivir con verdades a medias nunca más. Es un acto de valentía, liberador como pocos en la vida pero que debe hacerse cuando se está listo, no antes. Con algo de suerte, a través suyo la gente podrá reflexionar sobre lo difícil que ha sido para muchos, las implicaciones que tiene el silencio y lo necesario que es vivir con mayor congruencia, dejando a un lado lo socialmente aceptado para abrazar lo que es personalmente vital.
Los dejo con las palabras que más resuenan en mi mente de toda su carta.
«Dejarme seducir por el miedo fue un verdadero sabotaje a mi vida. Hoy me responsabilizo por completo de todas mis decisiones, y de todas mis acciones.«
Bien por ti boricua, way to go!
Es solo sexo.
El otro cedió y «se dió» sin mayor reserva, diciéndose a sí mismo que iba a poder «comportarse como adulto» y que mañana todo seguiría normal.
A la mañana siguiente, por supuesto, nada siguió de manera normal puesto que ahora existía una experiencia compartida que es, en sí misma, muy íntima y personal. Además del agravante de que para uno de ellos aquello no merecía mayor importancia, mientras el otro se había involucrado más.
Es común que me toque escuchar a alguien (usualmente portador de un corazón roto) contarme una historia similar y decirme cómo ha sido dejado de lado por alguien con quien tuvo sexo, luego de hacerlo bajo la premisa de «somos adultos teniendo sexo, así que sin compromisos». Por suspuesto, uno de los dos (quien acaba contándome la historia) no pudo señirse a la regla de ese encuentro y acabó entusiasmándose más de lo acordado.
Y seamos realistas; la gente tiene sexo por diferentes razones, positivas y negativas, eso está claro. Puede ser por motivos reproductivos, como una forma de comunicación afectiva en una pareja, como forma de fortalecer un vínculo entre dos personas que se aman, para ejercer poder sobre otra persona (como cuando hay violación), para aumentar la autoestima (para sentirse deseados), para relajarse frente a situaciones de tensión, para autocastigarse (al ponerse en situaciones de riesgo) o solo por placer físico.
Cualquiera de las anteriores (y algunas otras más) son razones válidas para tener sexo. Si son moralmente correctas no es lo importante, porque la moral varía dependiendo de cada persona y sus creencias, su filosofía de vida, su religión, la crianza en casa, etcétera. Sin embargo, algo que no se puede dejar de lado es si las razones para tener sexo son prudentes o imprudentes, si tener sexo en determinada situación o con determinada persona puede ser contraproducente y si las razones para tenerlo nos llevarían a una sexualidad más sana o no.
Ya sé que para muchas personas puede sonar muy coplejo abordar el tema dándole tantas vueltas, después de todo, pocas cosas son tan animales como el acto sexual, donde podemos soltar inhibiciones y disfrutar de nuestros cuerpos y nuestras mentes con otra persona o a solas. Sí, el sexo es bastante animal y primitivo en su sentido más básico, y eso es sano y natural. Pero la sexualidad humana ADULTA es más que el acto sexual. La sexualidad humana ADULTA implica más que el placer sensorial e involucra afectos, expectativas, deseos, la propia identidad y varios otros elementos.
Así que la próxima vez que alguien les diga: «somos adultos así que podemos acostarnos y no pasa nada», sepan que sí pasa algo, que esa experiencia compartida quedará en sus mentes para siempre y que, en el futuro, siempre compartirán con esa persona la realidad de haber cruzado límites importantes y haberle «dejado entrar» en sus vidas de una forma que es demasiado íntima como para darle oportunidad a cualquiera. No por moralidad, sino por salud física y mental.
Separar el afecto de cualquier experiencia y no sentir, anular cualquier sentimiento y hacer las cosas solo por el placer físico, no son muestras de adultez ni de madurez. Son muestras de disociación, y la disociación no es sana NUNCA. Lo que es realmente adulto y maduro es elegir con cuidado a las parejas, y solo tener intimidad sexual dentro del marco de una relación más integral, donde hay afectos y objetivos comunes. Tener sexo solo por tener placer con tu pareja sí puede ser muy saludable, siempre y cuando se dé dentro de ese marco de una relación más integral, no con cualquier persona.
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Mirar hacia otro lado
La razón de mi molestia es personal y, a la vez, creo que resuena con la de otras personas (no con todas, debo aclarar) así que puede ser comunitaria. A riesgo de decir lo obvio, quiero llamar la atención a la realidad de que ambas partes (tanto el sujeto diverso que decide vivir una vida más honesta e integrada, como su entorno) juegan un papel importante en la manera en que se da esa integración, es decir, esa salida del closet.
Primero veamos al individuo en solitario: Por un lado el sujeto puede estar cargado de temores sobre lo que sucederá, si será rechazado o si perderá de alguna forma relaciones importantes al dejar atrás la pseudoseguridad del armario. Además de eso, puede vivir «en su zona de comfort» y no haber previsto consecuencias a largo plazo que su vida «oculta» pudiera traer, lo cual le evita desarrollar la motivación para vivir una vida más integrada y honesta consigo mismo y con los demás. Es decir, se siente bien como está y nunca (o pocas veces) pensó en que esa forma de vida pasaría la factura alguna vez, por lo tanto decide mirar hacia otro lado.
El problema con esto surge muchas veces cuando el individuo logra formar una pareja con miras a ser duradera y tomar la relación en serio. No me refiero a las relaciones que se basan sólo en el sexo y en las cuales no hay mayor preocupación por el otro o por sí mismo, o bien dicha preocupación no alcanza niveles de relación amorosa, adulta y madura. Todos hemos tenido este tipo de relación porque usualmente son las que luego lo ayudan a uno a darse cuenta cuando está frente a un vínculo importante.
Cuando se logra formar ese vínculo importante, esa relación sacará al individuo de su zona de comfort y demandará el espacio que le corresponde en la vida del sujeto. Si el vínculo está supuesto a ser duradero y sano, requerirá darse de manera honesta y abierta. Para que esto suceda, es común que el otro miembro de la pareja sea alguien que no se encuentra «en el armario» y que lleva ya tiempo sin estar en él. El otro usualmente ha decidido hace tiempo tener una vida más congruente e integrada y ha trabajado en esto durante más tiempo. Lo más seguro es que ya haya enfrentado los temores que mencioné al principio.
El asunto dependerá de si ambos miembros de la pareja logran alcanzarse en la misma etapa del proceso, si uno puede esperar al otro y tenerle la paciencia suficiente hasta que éste pueda desarrollar una vida más integrada, y de si el otro puede hacer lo que le corresponde para salir de su zona de comfort a tiempo para la superivencia del vínculo.
De cualquier forma, ninguno de los dos puede «mirar hacia otro lado», ambos deben tener presente el estado de la situación y hacer lo que les corresponde para salir de ella.
Saludos,
Dan Savage on how to come out to your Evangelical Family
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Disfrútenlo y nos vemos en otro post.
Alvaro Recargado
Dicho lo anterior, estoy listo para trabajar. He vuelto al ring «recargado», preparado para la pelea una vez más.
Para responder a algunos comentarios enviados en las otras entradas debo decir que no me arrepiento de contar algunas cosas personales como mis afectos en este espacio. De una u otra forma, creo que he aprendido que la mejor política es ser honesto con uno mismo y con los demás y creo que una de las cosas que más lo ayuda a uno es la seguridad de la gemelaridad; la certeza de poder compartir el fenómeno humano.
Al final, todos tenemos historias que contar y a veces olvidamos que nuestras historias tratan de lo mismo: la condición humana y todo lo que ella implica.
Hay varios temas en mi mente para escribir así que por allí vendrán nuevas entradas.
Un abrazo, nuevamente gracias por el apoyo y a seguir en la lucha.
Saludos.