Validar significa reconocer todos los aspectos del otro, cómo se siente, qué le gusta, cuáles son sus talentos, qué lo hace reír, qué lo hace llorar, en qué no es tan bueno, con qué cosas necesita ayuda. Una parte importante de la tarea de los padres es validar a sus hijos, es decir, llegar a conocerles de manera tal que reconozcan todos los aspectos que le conforman.
Como la validación viene de afuera y se trata de «cómo nos ven los demás», hay una parte de nuestra sensación de ser valiosos (nuestra autoestima) que depende de los demás y se ve comprometida si no la recibimos. Si esto sucede durante suficiente tiempo o en una determinada intensidad, el daño a la autoestima puede ser tal que se desarrollan maneras insanas de sentirse mejor consigo mismo. Una de esas formas es prestar excesiva atención a cómo nos perciben los demás y tratar de «parecer» muy agradables, atractivos, poderosos, ricos, hermosos, etcétera.
No es difícil, por lo tanto, encontrar el origen que tiene el intento generalizado de los varones homosexuales por ser «bien vistos» por los demás. Algunos de ellos tratan de ser bien vistos y sentirse importantes a través de usar ropa de moda o tener cuerpos de revista. Porque eso les da la sensación de ser estéticamente correctos. Después de todo, si todos admiran a los modelos de revista y las celebridades, tal vez viendose como ellos se pueda lograr algo de esa admiración.
Otros intentan sentirse importantes en otros aspectos, enfocándose en la cantidad de dinero que ganan al mes y haciendo alarde de eso frente a otros con la intención inconsciente de producir envidia en los demás y sentirse superiores. Algunos más se fijan en el tamaño de sus casas o la zona en que viven, haciendo grandes esfuerzos para sostener residencias que no pueden costear. Lo mismo sucede con la marca, el tamaño o la potencia del automovil que se maneje. Otros más se enfocan en su conocimiento y cómo pueden «saber» más que los demás. Hay quien llena su autoestima gracias a conseguir un «puesto importante» en el trabajo o cosas por el estilo.
En fin, cada cosa que hacen estos individuos suele estar motivada por una intención inconsciente de ser bien vistos (validados) por los demás. Además, es curioso ver cómo existe una comparación constante con otros, como quien trata de asegurarse de estar en una posición superior o suficientemente buena. Este «ranking process» es constante, se comparan con otros y los devalúan cuando tienen oportunidad, o bien los idealizan excesivamente queriendo ser como ellos. De cualquier forma, tratan de compararse para ver si son suficientemente buenos, se muestran arrogantes cuando se saben mejores que otros y se sienten muy incómodos si son rechazados y se elige a otros en su lugar.
Todas las personas gay padecemos de esto en mayor o menor grado, dependiendo de las historias de vida de cada uno. Así que es importante estar conscientes de cómo se manifiesta en nosotros esta búsqueda de validación porque, a veces, se puede poner en riesgo la vida, la salud, la seguridad financiera, la tranquilidad al dormir o las relaciones interpersonales por conseguir una sensación de ser importante. Es entonces cuando esa búsqueda es un problema.
Bueno, yo he pensado lo mismo. Cosas como: voy a ser el mejor profesional de mi area y asi nadie podrá cuestionarme nada por ser gay.
Pero tengo una pregunta: no existe una forma de desarrollar una autoestima independiente de las circunstancias y de tu entorno? O siempre se va a ver afectada por este?
Gracias.
Esta, sin duda, es una de las cuestiones que discurre por mi mente a menudo.
Y poder verla resuelta aquí, como tu la expones, es muy realizador.
Leyendo el comentario primero de Anónimo,(y en su caso particular), no he podido evitar esta pregunta.
El hecho de ser superior es su área, ¿No alimenta más rechazo?
Al margen de verse realizado como profesional, el querer/ser el mejor, quizás en mi cultura, solo alimenta más el hecho de ser gay. La circunstancia es un binomio vicioso y surge cuando el candidato no es coherente con el arquetipo masculino que el preconciente colectivo amerita para ese puesto.
Sentencias como:
A:- Es muy buen estilista, debe se algo nato.
B:- Seguro debe ser gay, no veo un anillo en su dedo.
Quizás, solo quizás.
Este tema (como muchos otros del blog) es muy interesante!!!
Yo he oido decir (sin mala intención)
«si va a ser cueco, que al menos sea profesional porque cueco y pobre… que va…»
Se reafirma la idea entre líneas de ser gay esta mal.
Mal inicio.
Yo estoy 100% de acuerdo que al ser homosexual, estamos en más riesgo de caer en la baja o falta de autoestima por razones externas que ya se exponen en tema. Por eso es VITAL cultivar la autoestima de ADENTRO hacia afuera. No es fácil, lo sé y me consta. Pero es algo que todos los días se trabaja.
Yo tuve un compañero de trabajo que me hizo la vida de cuadros. El también era homosexual. Buscaba constantemente oportunidades para ridiculizar mis trabajos, incluso me indispuso con un cliente de la empresa.
Y como bien dijo Alvaro, todos tenemos en alguna medida estos rasgos. Pero sí debemos ser observadores con nosotros mismos cuando esto ocurre, cuando nos victimizamos y esperamos que todo gire en derredor de nosotros, cuando pensamos «por qué el es admirado y yo no?»… etc.
O al dar prioridad a cosas que al final terminarán siendo superficiales y que en nada nutren nuestro verdadero ser, lo valioso que somos por ser humanos.
Pero ojo, que todos los extremos son perjudiciales. No es malo el estar a la moda, o estar al día en conocimiento, o el deseo de superación. Es la intención que le demos a estas cosas. Porque una intención incorrecta puede sumergirnos en un círculo vicioso interminable de inconformidades y frustraciones… porque sentiremos que nada nos llena. Porque mientras no trabajemos nuestro ser interno, de nada servirá la «exhibición» ante los demás de que somos y hacemos las mil y un maravillas.
Mr. P.M
Creo que el detalle como menciona Alvaro es que no somos conscientes del hecho… estamos buscando validaciones externas, buscamos llenar vacios interiores con cosas materiales llámese «belleza», poder, dinero o fama.
Sòlo que en estos casos redoblamos el esfuerzo cuando olvidamos el objetivo, intentar la autoaceptaciòn y la paz interior.
saludos
Cris.
Muchos gays continúan pensando que adquirir el rol de pasivo es, de algún modo, deshonroso y motivo de vergüenza. ¿Por qué nos empeñamos en establecer una relación de superioridad-inferioridad basada en la simple distinción entre meterla y dejar que te la metan?
A las personas nos gusta establecer jerarquías en nuestras relaciones con los demás. Nos empeñamos en recalcar nuestras diferencias y en usarlas como un modo de clasificarnos y establecer relaciones de poder entre nosotros porque así nos sentimos más guays. La jerarquía se manifiesta en cualquier grupo social, desde la familia hasta el lugar de trabajo, pasando por los típicos institutos americanos, ejemplo con el que vais a entender claramente el concepto: animadoras con pompones versus chicas feas y repipis. Las primeras son chachis y hacen cosas chupis. Las segundas son unas pobres desgraciadas. Mu' buenas, sí, pero una pena de niñas. Esta distinción se basa en una serie de características cuyo valor de superioridad o de inferioridad está determinado socialmente.
En el mundo marica parece haberse establecido una clara distinción basada en la preferencia sexual. Activos y pasivos se han constituido como dos grupos bien diferenciados. Y aunque nos cueste admitirlo porque la gran mayoría somos defensores de lo políticamente correcto, lo cierto es que el pasivo siempre ha estado peor visto que el activo, como si el hecho de dejar que te la metan fuera algo vergonzoso.
Sobre este tema yo siempre cuento una anécdota prestada. Se trata del caso de un amigo que le confesó a sus padres que era gay, ya sabes, esas típicas salidas del armario que los homosexuales hemos de soportar porque el mundo moderno se empeña en presuponer que somos heterosexuales perdidos de toda la vida. Mi amigo soltó la noticia un día como otro cualquiera y sus padres comenzaron a hacerle preguntas. Su padre lo miró a los ojos y le preguntó: “Hijo, pero tú eres de los que dan, ¿verdad?”. Se entiende que se refería a “de los que dan por culo”, no a de los que dan caramelos el día de sus cumpleaños. Mi amigo le contestó que sí, por decirle algo más que nada porque es que ni sabía lo que le gustaba más, y su padre se quedó en la gloria, puesto que eso era lo único que le preocupaba: salvar la masculinidad de su hijo a toda costa. Suspiró aliviado, le dio una palmada en el hombro y le dijo que le parecía muy bien, que fuera todo lo marica que quisiera. Claro que sí, pichita de oro, bravo samurai.
en varios ambientes de trabajo hay discriminacion hacia personas que tienen orientacion diferente a la de los demas
Algo que me sucede en relación a este tema es que generalmente idealixo a aquellos hombres atléticos o muy bonitos y sufró por saber que es imposible ser como ellos (estoy lejos de ser atlético) y automáticamente se vuelven objeto de deseo con la consecuente frustración de pensar que jamás se fijarán en mi. Creo que estó puede tener que ver con este tema de la validación. ¿que opinan?