Cuarentena, tapabocas y distancia: por qué nos cuesta acatar medidas de prevención contra COVID19.
La nueva cuarentena total terminó luego de dos semanas, no fue mucho tiempo esta vez considerando que la última vez tomó aproximadamente 7 meses. Sí, en mi país el período de cuarentena original en 2020 se salió de control. Esta segunda cuarentena solo duró dos semanas pero fue suficiente tiempo para ver cambios importantes en la clínica y en mi propio estado emocional. ¿Qué pasa con estos períodos de cuarentena y, en general, con nuestro cumplimiento de las normas de prevención contra la COVID19? ¿Tiene esto algo que ver con nuestra psicología?
En la reflexión de hoy, que inició como un post en mi twitter (pueden seguirme allá también), quiero comentar que la psicología del DESEO es bien interesante, por ejemplo es bastante común que la prohibición de algo aumente el deseo que sentimos hacia ese algo, en parte porque romper esa limitante es una prueba de la propia libertad. Esto se da en parte porque nadie se siente tan libre como cuando está haciendo algo que «no se debe» o «no se puede», por eso la forma más adecuada de lidiar con muchas situaciones no es con prohibiciones ya que las mismas irremediablemente hacen que mucha gente tienda a incumplir.
Lo anterior funciona para cosas del día a día como relaciones de pareja (atención a cómo hacemos los acuerdos entre los pares, sobre todo en cuanto a la infidelidad) y también para cosas complejas y sorpresivas como el manejo de una pandemia. El gobierno de mi país cerró las playas, los parques, las calzadas que suelen usarse para hacer ejercicio, caminar o solo estar en contacto con algo de naturaleza, la población reaccionó masivamente con descontento y a continuación me atrevo a compartir mis ideas sobre el por qué.
En alguna medida no se trata solo de que la gente quiera ir a la playa, no es que quiera salir todos los días, no es que quiera estar sin tapabocas, todas esas cosas son ejemplos de algo más profundo y que unifica a todas las personas: lo que la gente quiere (queremos) es libertad, saber que no hay una restricción que nos resulta antinatural. Todos tenemos limitantes, no podemos volar por ejemplo o leer la mente ajena sin echar mano de recursos elaborados (un avión, una conversación) pero cuando se trata de restricciones que sabemos artificiales e impuestas desde fuera lo que despierta es nuestro deseo de libertad, eso es lo que deseamos… sí, me atrevo a asegurar que tú también.
Y no, no es mi intención excusar a aquellos que van sin mascarilla o la usan mal o a quienes se reúnen en fiestas o reuniones que exponen a otros. Mi intención es llamar la atención sobre cosas que considerar al establecer políticas públicas o abordar una crisis como esta desde las autoridades.
¿Qué hacer?
No, no somos animales, podemos pensar y entender la necesidad de algunas medidas, incluso llevarlas a cabo y aguantarlas por un rato. El problema muchas veces radica en la sensación de imposición, a lo que el humano naturalmente se resiste. A continuación algunas sugerencias:
- Implementar medidas basadas en evidencia científica: sí, durante la pandemia hemos ido aprendiendo sobre el coronavirus, la COVID19, los efectos de las medidas de prevención, cuáles funcionan y cuales no, etc. Es normal que de vez en cuando se implementen medidas que luego deben retirarse al darnos cuenta que no hacen mayor diferencia o bien son contraproducentes. El conocimiento científico funciona así, vamos averiguando a medida que andamos. Es por esto que las medidas deben ser dinámicas para evitar cuartar libertades de manera innecesaria. Un ejemplo de medidas innecesarias a esta altura es cerrar las playas y los parques, esto es un error porque ya sabemos que los espacios abiertos son mucho menos peligrosos que los cerrados. La gente se resistirá al cierre de parques si al tiempo se mantienen abiertos los casinos, como en efecto sucede en mi país al momento de publicar este escrito.
- Establecer las medidas nuevas desde la invitación a colaborar y no desde la imposición: cuando se necesite establecer un límite que no sea natural (como pedirle a la gente que use mascarilla o mantenga su distancia) porque la gente no es tonta (o mala), en general lo que sucede es que no ha integrado la información nueva con lo que ya sabe y por eso no acata algunos comportamientos nuevos.
- Tener una base común de educación formal entre todas las personas (o al menos la mayoría): con esto quiero decir que no basta con machacarle a la gente la información o repetirlo en una campaña en medios una y otra vez o hacer mantras («usa mascarilla, usa mascarilla»), eso es solo una parte del proceso, si fuese tan sencillo ya le habríamos ganado la guerra al VIH porque todo mundo haría algo tan poco natural como usar preservativo y lo haría sin quejarse. Necesitamos apelar a que la gente comprenda la razón que sustenta el comportamiento que se les pide, de otra manera se resistirá sin duda.
- Dejar claro que la medida incómoda de turno será temporal: Nadie quisiera vivir en un ascensor, pero voluntariamente nos encerramos en uno sabiendo que en unos cuantos segundos saldremos y llegaremos a nuestro destino. Es incómodo pero temporal, pasa lo mismo con el uso de tapabocas o las semanas sin ver a nuestra familia. Aunque no sabemos cuándo terminará la pandemia, quienes establecen las normas sí pueden dar un parámetro, una idea de cuánto durarán las medidas más incómodas. Es distinto decir «vamos a cuarentena total por 2 semanas» que decir «vamos a cuarentena total por 2 semanas… si se portan bien» o «si baja el número de casos», estas dos últimas dejan demasiada incertidumbre en el ambiente, la gente siente ansiedad y no podrá tolerar una medida de cuidado porque no sabe cuánto tiempo deberá acatarla. ¿El resultado? La medida no funcionará y será por la implementación que se empleó más que por la medida en sí.
En conclusión:
Muchos podemos sentirnos frustrados porque otros no están acatando algunas medidas de las cuales depende la salud de todos, pero vale pensar que no todos tenemos la misma realidad emocional, social, económica, laboral, familiar, de salud física, etcétera. Ni siquiera todos tenemos acceso a la misma educación o a espacios abiertos en casa (patio y demás) y al sentir la incomodidad de la medida impuesta muchas personas que no puedan integrar la razón detrás de la medida cederán ante el creciente deseo de libertad. Para facilitar el cumplimiento de normas no se requiere imponer, se requiere que la gente quiera colaborar, para eso toca garantizar a todo el mundo el acceso a educación de calidad y para eso los gobernantes necesitan quitarse intereses políticos, económicos y demás.
Recuerda: la gente educada puede resistir el impulso de quitarse la mascarilla o romper la burbuja familiar si recibe información veraz y la logra integrar con lo que sabe, además de saber que es temporal, de lo contrario el deseo de libertad nos gana y no habrá imposición que valga.
¿Cómo te ha ido a ti con las medidas de prevención? Déjame saber en la caja de comentarios y recuerda, esto también pasará.
Dr. Alvaro
Tipos de Depresión
La gran frecuencia de casos de intrusismo, en que una persona sin entrenamiento específico en salud intenta tratar problemas de salud mental, se ha popularizado la idea de que la depresión «no existe» o que es «un invento postmoderno» que se quita «siendo positivos» o «echándole ganas».
En este vídeo converso sobre los tipos de depresión que están tipificados según los manuales de diagnostico actuales.
Un abrazo y siéntanse libres de compartir esta información, podría ayudar alguien que lo necesite.
Dr. Alvaro
¿Feliz qué?
Este año la discusión en redes no es sobre el tamal con pasitas o la pizza con piña. La cosa ha escalado a pelear sobre si debemos decir “felices fiestas” o “feliz navidad”. Quienes defienden lo primero dicen que es un intento de ser inclusivos y prácticos, reconociendo que hay otras fiestas que se celebran en esta época (Hanukkah, por ejemplo) y que vale ahorrarse nombrar cada fiesta en particular. Quienes defienden lo segundo aseguran que decir “felices fiestas” es invisibilizar la navidad, que debe ser reconocida como “la fiesta” de la época y que la gente debería mencionar cada festividad dependiendo de con quién esté hablando.
Yo crecí católico y, aunque ya no me considero creyente, la cena de fin de año sigue siendo un momento donde la familia se reúne y toca base para fortalecer el vínculo. A veces hay miembros nuevos (novios, novias, parejas o mascotas), a veces se pierden otros (este año papá cumplió 20 años de haber fallecido), a veces somos los mismos.
Como siempre lo más importante no es si celebramos navidad, hanukkah, kwanzaa o alguna otra fiesta, o bien si no somos creyentes. Al final del día la fiesta en particular es solo el vehículo mediante el cual volvemos a encontrarnos según nuestra cultura, lo importante más allá de las etiquetas es el vínculo. Con esto no quiero decir que la fiesta específica carezca de importancia porque los tintes culturales de cada una también nos conectan con nuestra comunidad y nos generan la sensación de pertenencia, irónicamente separando a nuestro grupo específico del resto de la gente. Es el ir y venir de la identidad con su doble definición de singularidad y comunión con otros.
Pero más allá de las divisiones culturales o religiosas todos compartimos la tierra, la vida, el sufrimiento, todos somos humanos y nos sentimos solos en un mar de gente de vez en cuando. Mitigar esa sensación se logra a través de la conexión con otros y es allí donde esas tradiciones pasadas de una generación a otra crean espacios universalmente valiosos.
No se trata de la comida que hay en la mesa (aunque entiendo perfectamente que en términos de conexión con nuestra historia y nuestra tribu sea importante diferenciar entre “hallacas” y “tamales”), tampoco se trata de vestirse bonito para cumplir o de dar regalos caros. En su lugar se trata de reencontrarnos, de recibir a los nuevos, despedir a quienes se van, recordar a quienes hacen falta y seguir adelante con quienes están presentes.
Dividirnos entre quienes dicen “felices fiestas” y quienes dicen “feliz navidad / hanukkah / etc.” es la última versión de “ustedes vs. nosotros” y puede hacernos pelear si no entendemos el proceso y nos quedamos en la superficie de la discusión del momento. Ya pasamos por la pizza con o sin piña, tamales con o sin pasitas, tamales vs hallacas, barca vs. real madrid, feliz navidad vs. felices fiestas, hombres vs. mujeres, gays vs. heteros, nacionales vs. extranjeros, pobres vs. ricos… podría seguir pero creo que queda claro el punto (aunque en redes sociales uno ya no sabe).
En fin, espero que tengan muchas oportunidades de conexión, intimidad y fortalecimiento de esos vínculos que les ayuden a vivir mejor, porque #ElVínculoCura y familiares, amigos, amantes, mascotas y hasta extraños pueden ayudarnos a conectar con la vida luego de un año difícil o con altibajos emocionales. Celebres lo que celebres es importante participar, salir a ver gente, compartir. Tal vez estés en una situación particular en la cual no tengas a nadie conocido a mano, tal vez haya cosas que no quieras compartir con tus familiares y amigos aún. Pero a tu ritmo y dentro de tus posibilidades ve a participar, sal a eventos públicos, llama a las personas, utiliza las redes para decir lo que sientes y pedir algo de conexión, debemos usarlas para eso en lugar de para presentar una vida irrealmente perfecta.
Todos somos humanos y todos podemos sentirnos mal, pero enfocarnos en lo que tenemos en común en lugar de resaltar las diferencias que nos presentan nuestras festividades ayuda más a todos y es mucho más cómodo y sano que pelear.
Que estén muy bien, un abrazo fuerte.
Dr. Alvaro
“Pon tu mejor cara”: Joker y la Salud Mental.
Les contaré una historia que todos conocen. *SPOILERS*
Cuándo Bruce Wayne tenía 8 ó 9 años fue al cine con sus padres, al salir del lugar tomaron un callejón oscuro camino a casa. De pronto, de entre las sombras de la noche apareció un hombre con un arma de fuego que disparó contra los padres del chico. Los adinerados Thomas y Martha cayeron muertos sobre el pavimento frente a los ojos perplejos del pequeño Bruce. El criminal desapareció sin dejar rastro y el niño quedó condenado a vivir para siempre con las secuelas del trauma. Al volverse adulto, el chico decidió convertirse en un vigilante callejero y patrullar los callejones de su decadente ciudad para cazar criminales e instaurar miedo en sus corazones. Con un traje de murciélago y el compromiso personal de nunca utilizar un arma de fuego, Batman se volvió rápidamente un símbolo de esperanza para los ciudadanos y terror para los criminales de Ciudad Gótica. Al menos así es la historia que nos han contado… hasta ahora.
Por su parte, Joker (Guasón) es conocido como el villano principal del héroe enmascarado. En el mito de Batman pocos criminales tienen tanta relevancia como Joker, cuyo origen es bastante desconocido pero cuyo desequilibrio mental está siempre representado de una u otra forma.
La nueva entrega de DC Comics al cine gira la cámara hacia un lado y se enfoca en el villano principal del murciélago que generaciones de personas han admirado. Esta vez los autores intentan imaginar qué tipo de eventos pueden dar origen a Joker y nos cuentan su historia antes de tomar ese nombre. Lo que nos han presentado nos hace alejarnos del comic y traer a la mesa importantes conversaciones sobre la salud mental.
Del Mandato Materno:
Arthur se gana la vida como payaso en distintas asignaciones como fiestas infantiles o hacer publicidad a locales comerciales. Su sueño es hacer un stand-up que le ayude a convertirse en un comediante exitoso. Su madre le llama “Happy” (feliz) y le ha dicho desde niño que su función en la vida es traer alegría a la gente.
El mandato de la madre repetido una y otra vez ha, sin duda, tenido un efecto en la manera de percibirse a sí mismo de Arthur. Como sucede con todas las personas, la manera en que nos ven nuestros padres y cómo nos “reflejan” (nos dicen quienes somos en su mente) incluye algunos mandatos inconscientes que seguiremos de alguna manera a lo largo de la vida. Lo anterior no generaría problemas a menos que dicho reflejo provenga de cuidadores con un contacto distorsionado con la realidad. Tal vez nos presenten con tareas inalcanzables, tal vez nos perciban como a alguien peligroso, poco valioso o problemático, tal vez seamos un estorbo frente a sus ojos o poco inteligentes o bien dignos representantes de la perfección. Todos los mensajes distorsionados son potencialmente esclavizantes, hasta que los hagamos conscientes.
La madre de Arthur padece una forma de psicopatología que dificulta a la audiencia determinar si lo que dice es cierto, esto es especialmente importante al darnos cuenta de quién asegura es el padre de Arthur. Respecto a esto la audiencia puede experimentar la sopresa, la esperanza, la incertidumbre, el desencanto y la confusión que siente el personaje principal en su intento de contactar a su supuesto padre.
Del Diagnóstico:
Arthur presenta evidentemente problemas de salud mental, sus diagnósticos responden a aspectos constitucionales (heredados) y su historia de negligencia y abuso físico y posiblemente sexual en la infancia. Los signos y síntomas más evidentes en Arthur son las alucinaciones visuales y auditivas, los delirios y esa risa incontrolable que se disparaba cada vez que sentía ansiedad, miedo o tristeza. En psicopatología a esa manifestación se le llama “Afecto Inapropiado” y se trata de una expresión afectiva que no corresponde con la emoción que el individuo experimenta internamente o bien con la que trata de comunicar con el lenguaje hablado. Algunas personas tratan desesperadamente de decir lo triste que están al tiempo que se ríen a carcajadas.
Todo lo anterior evidencia un trastorno psicótico, probablemente un tipo de esquizofrenia. Los antecedentes familiares y la historia de abuso físico, combinados con la falta de factores de protección en términos de vínculos sanos y la falta de acceso a servicios de salud adecuados preparan el terreno para que se dispare la psicopatología que ya corre en la familia de Arthur.
De la Atención en Salud Mental:
Arthur es atendido por una trabajadora social, ella hace alguna intervención clínica que dista mucho de la psicoterapia que el paciente necesita. Además, el espacio físico, las montañas de expedientes y la actitud de la profesional nos hablan de cómo el sistema mismo está enfermo, sobrecargado y no se da abasto para llenar los requerimientos que estos casos tienen.
En los encuentros de Arthur con su terapeuta se realizan comentarios sobre medicación excesiva, cómo se recurre a la misma para atacar al síntoma y cómo finalmente se elimina la posibilidad de recibirla gracias al recorte de fondos que el gobierno hace a este servicio. Estos comentarios son importantes en la actualidad, cuando existe una tendencia a pensar que la medicación es la solución por sí sola y se menosprecia la necesidad del vínculo y la psicoterapia bien realizada. La salud mental suele ser la menos atendida en los sistemas públicos de salud, sobre todo se limita el acceso a psicoterapia dado lo costosa, frecuente y duradera que debe ser para ayudar a algunos casos.
Por último, la película hace comentarios importantes sobre cómo el terapeuta puede estar tan afectado como sus pacientes por las situaciones locales. Al comunicar que será la última sesión debido al recorte de fondos de la ciudad, la terapeuta dice algo como “no les importa la gente como tú… la gente como nosotros”. La afectación personal de la terapeuta es algo que ella misma admite con esa frase y que el paciente percibe al quejarse de que ella nunca escucha y “siempre hace las mismas preguntas”. Lo que Arthur está señalando, con una claridad poco frecuente en su trastorno es que ella está desconectada, que el vínculo no está funcionando.
Del Vínculo:
Y hablando del vínculo llama la atención la manera en que Arthur responde ante sus compañeros de trabajo. En una escena muy cruda Arthur apuñala a uno de sus compañeros, quien se había burlado de él y había mentido previamente, metiéndolo en problemas. El ataque violento de Arthur se da luego de que su compañero intenta torpemente expresar simpatía (no empatía, y esto es importante) por las dificultades que el futuro Joker atravesaba.
El asesinato se da frente a la vista aterrorizada de un segundo compañero de trabajo, en este caso una persona con enanismo. Habrá quien pueda pensar que este personaje sirvió de liberación cómica (como usual e injustamente se utiliza a personas con enanismo en las películas y espectáculos) pero me parece que la interacción de Arthur con él simboliza algo diferente. “Tú fuiste el único que me trató bien”, le dice Arthur antes de darle un beso en la frente y dejarlo ir ileso. Tal vez sería bueno pensar en cómo incluso la persona más pequeña, metafórica y literalmente, también tiene la capacidad de hacer una diferencia en la vida de alguien más. Decidir “tratar bien a otro” puede hacer la diferencia en su vida… y en la nuestra.
Del Efecto Social y la Identificación:
Pero el impacto de nuestro comportamiento no se da solamente en nuestro ambiente inmediato, sobre todo en la época que vivimos. ¿Qué pasaría si tuviéramos plataformas suficientemente amplias que alcancen a muchas personas? ¿Qué pasa si los mensajes que enviamos son honestos pero dañinos o enfermos? ¿Qué pasa si esos mensajes caen en los oídos de personas con alguna vulnerabilidad en términos de salud mental, con frustración y desesperanza acumuladas?
Desde su primer asesinato hasta convertirse en Joker, la plataforma de Arthur va creciendo y lo va convirtiendo en un héroe ante el ojo público, alguien que personifica la frustración del ciudadano común de ciudad Gótica, el que va cargado de resentimiento social y sin capacidad de ver una salida a sus predicamentos.
Muchos sentían esa rabia hacia la clase alta, hacia la gente con dinero, hacia quienes parecían no tener que luchar por sobrevivir. Cuando Joker aparece en escena y realiza ataques violentos a los privilegiados que no se ponen en el lugar de aquel que sufre, el público se identifica con él, lo convierte en un símbolo y se siente empoderado para actuar de la misma manera. Es uno de estos ciudadanos quien, durante una revuelta, asesina a Thomas y Martha Wayne en un callejón y desaparece en la oscuridad de la noche, generando el trauma que marcará la vida de Bruce y le condenará al sufrimiento eterno, tal vez de la misma manera en que el ciudadano común siente eterno su propio sufrimiento.
El ataque violento y agresivo sirve como una forma de forzar al otro a sentir el dolor con el que cual no está empatizando. Porque todos necesitamos empatía, sentir que el otro entiende es una necesidad humana básica que, de no ser satisfecha lo suficiente, genera frustración, eventualmente ira y finalmente agresión.
Los pobres no sintieron la empatía de aquellos privilegiados y les agredieron en un intento desproporcionado de comunicar su necesidad.
Por otro lado, la gente no empatizó con Joker, en vez de eso se identificó con él y actuó sin pensar. La empatía genera el vínculo y el vínculo cura. La identificación con un antihéroe solo reVuelve los malestares propios y posiblemente los ajenos pero no reSuelve nada, de la misma manera en que identificarse con el paciente no ayudaba a la terapeuta a realizar un buen trabajo con Arthur.
De la visión del Héroe:
Al ver esta perspectiva, al seguir los pasos de Joker en su desarrollo toca preguntarnos si es batman el único que sufre. Siempre lo hemos percibido como un huérfano traumatizado por el asesinato de sus padres, condenado a exponerse cada noche de su adultez en los callejones oscuros, en un intento inconsciente de resolver de manera distinta el encuentro con el criminal de turno. Batman trata conscientemente de inocular miedo en los criminales pero, de manera inconsciente, se expone una y otra vez a su temor más grande, al encuentro del criminal en la oscuridad de la noche. Como muchos héroes, su presencia solo es la carcasa que contiene al niño pequeño que repite el trauma e intenta resolverlo con un final diferente al original.
De la nueva visión del villano:
Por último, la película nos recuerda que las presiones de la vida cotidiana pueden ser muchas, a veces demasiadas y que, si sometemos a estas presiones a personas con problemas de salud mental, retirándoles además los vínculos afectivos y la ayuda terapéutica necesarios para lograr regulación emocional, lo que obtendremos será nada menos que lo que nos merecemos como sociedad: alguien que personifique la faceta más oscura de la humanidad y que lo haga con una sonrisa.
Con lo anterior no quiero justificar los actos criminales, no todos los que cometen crímenes tienen problemas de salud mental y no todos los que padecen algún trastorno son capaces de violar la ley o violentar a otros. La gente no se vuelve un Joker por tener un mal día pero sí puede acercarse a serlo con suficientes eventos traumáticos en etapas clave de la vida. Así que no se trata de justificar el crimen, sino de entender que no se da en el vacío y que, si logramos comprender su origen, podríamos prevenir que se dé en otras personas.
Es fundamental ser honestos, encontrar los espacios para expresar de manera sana lo que sentimos en realidad y dejar de perpetuar esos mantras de autoayuda que no ayudan a nadie, cosas como “las personas verdaderamente fuertes son las que siempre sonríen a pesar de estar sufriendo por dentro”. No, esas no son personas fuertes, son personas que no han logrado espacios sanos para expresar su realidad, muchas veces gracias a la censura que en algún momento vino de fuera pero que hoy día es autoimpuesta. “Pon tu mejor cara” se ha convertido en sinónimo de hacer como que no pasa nada y, en ese sentido, tendríamos que preguntarnos si como sociedad no estamos teniendo también un afecto inapropiado, sobre todo en la época del internet cuando muchos sonríen en las fotos de instagram pero lloran en la consulta del terapeuta porque su vida no es tan maravillosa como la que otros muestran en sus perfiles virtuales.
De la vuelta a la realidad:
En el baño, luego de salir de la película, dos hombres adultos, tal vez en sus 20’s llevaban a un niño de unos 8 ó 9 años y se burlaban de cómo se había asustado durante la película y decía “¡que no lo mate, que no lo mate!”. Los adultos cuestionaban la masculinidad del chico por haberse expresado así. Esas burlas a un niño que empatiza y se horroriza con la violencia, esa censura a su expresión emocional es precisamente lo que la película nos invita a observar y evitar.
Me pregunté si estaba observando un momento trascendental en la vida de ese niño que, irónicamente, debía tener la misma edad que Bruce. Espero que esté bien y que el ambiente en que está creciendo no se caracterice solamente por ese tipo de burlas y censura emocional. Ojalá tenga otros vínculos afectivos que hagan contrapeso, ojalá no crezca sonriendo mientras llora por dentro o peor aún, censurando a otros y perpetuando la burla.
La tan esperada película de DC Comics es una obra maestra del séptimo arte. Esta presentación es cruda, gráfica, emocional y desgarradora, tan buena que es desagradable. Ojalá podamos pensar y generar conversaciones a partir de ella.
Que estén bien y recuerden poner su cara honesta.
Dr. Alvaro
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Estas son algunas señales de nos indican que estamos en una relación de abuso, presta atención y toma medidas a tiempo para detener la agresión y evitar la violencia.
¿Qué otras cosas consideras como señales de abuso? Déjame saber en los comentarios y así contribuimos a la conversación.
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Dr. Alvaro
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