Burnout y masculinidad: la dificultad de parar y el hustle culture.
¿Has sentido que estás atrapado en un trabajo que tal vez te guste pero que ha perdido el sentido para ti? Tal vez ya no es algo interesante aunque en un inicio te apasionaba. Es difícil concentrarte, ser eficiente y productivo, sacrificas rutinas saludables para poder rendir más y aún te sientes abrumado por lo mucho que tienes que hacer. Probablemente te estés quemando, ya lo proponen como un síndrome, a mí me pasó y si sigues leyendo te cuento cómo reconocerlo y corregirlo.
Sin descanso.
Ahí estaba yo, a las 7 de la noche de un domingo tratando de poner al día cuentas por cobrar de algunos clientes. Mi fin de semana se había ido volando, sobre todo si tomamos en cuenta que había trabajado hasta pasado el medio día del sábado. Mi pareja había pasado tiempo descansando y esa mañana yo, al intentar sentarme a ver una película con él, había llevado la computadora portátil conmigo hasta el sofá frente a la televisión. Mientras los personajes en la TV contaban una historia dominguera, los números en mi hoja de cálculo me miraban desde la pantalla de la laptop y yo no podía concentrarme en ninguno de los dos estímulos por completo. Había trabajado toda la semana, mañana iniciaría de nuevo, hoy era domingo y yo no podía parar.
En mi mente las cuentas eran un pensamiento recurrente, cuadrar el ingreso para cubrir todo, ahorrar y estar preparado para emergencias se hacía aún más crucial en medio de una pandemia y la impredecible economía. Sé que suena cliché pero esa idea de «tengo que proveer para mi familia» estaba siempre en mi cabeza ¿qué pasaría si alguien enferma de covid? ¿Cómo pagaría mis compromisos económicos si el trabajo se termina en un par de meses y no puedo volver el ingreso de antes? En mi línea de trabajo la hora que no se trabaja es un hora que no se cobra y la incertidumbre de la pandemia no ayudaba a tranquilizarme.
¿Cómo se siente?
Estaba quemado, ese síndrome de burnout en que estás exhausto física y mentalmente debido a tu trabajo. Llevar un horario me estaba costando, hasta me había alegrado alguna vez en que alguien me cancelaba repentinamente una sesión, había tenido dolores de cabeza en los últimos días, estaba empezando a sentir rabia por un trabajo que normalmente me gusta mucho realizar y, en sesiones, notaba cada vez más dificultad para «atinarle» a lo que le sucedía a los pacientes. Sí, estaba quemado.
El burnout puede sucedernos por trabajo pero también por relaciones u otras actividades, usualmente tiene que ver con realizar una misma actividad sin parar durante demasiado tiempo y sentir que la recompensa que recibimos no es suficiente por el esfuerzo gigante que estamos haciendo. Cuando sientes que no ganas suficiente dinero para pagar tus cuentas, que no consigues suficiente libertad para pasar tiempo con tu familia, que aún no logras ese estado de tranquilidad y confianza en que todo estará bien que se supone debería garantizarte tu actividad (o tu relación) puedes acabar experimentando burnout.
Los hombres y la Cultura del Ajetreo.
Y luego está el otro concepto innecesario que se ha popularizado últimamente. La «hustle culture» o «cultura del ajetreo» (traducción que me parece perfecta por lo que significa en español) no es más que esa valoración excesiva que se da a estar ocupados, trabajando, produciendo, sin tiempo, siempre tomando la siguiente oportunidad y sin poder decir que no a la actividad, usualmente mediados por sentimientos como la culpa o la vergüenza. Sí, es valorar el ajetreo como si sirviera de algo aún a costa de nuestra propia salud.
Cuando eres hombre estas dos realidades (el síndrome del burnout y la cultura del ajetreo) se pueden combinar con un tercer elemento que suele no mencionarse: los roles masculinos tradicionales. En efecto, la idea pasada de una generación a la otra de que el hombre es un proveedor, que debemos trabajar y traer el pan / dinero y asegurarnos de que todos en casa estén protegidos contra el próximo metafórico dientes de sable suele estar engramada en nuestra identidad y, en tiempos modernos, parar para descansar puede confundirse en nuestra mente con ser irresponsables o ser menos masculinos.
Sí, lo anterior también puede pasarle a las mujeres hoy día y también podríamos meternos en el agujero de conejo de la sociedad machista y cómo los roles de género se nos han vendido distintos y demás, pero quisiera más bien prestar atención a la experiencia subjetiva que al empleo excesivo de la teoría. ¿Cómo se siente cuando estamos quemados, necesitamos descansar, pero lo que se espera de nosotros es proveer y proteger y resulta que eso se entiende hoy día como estar siempre ocupados y en ajetreo? Se siente como estar atrapado, preso en una cárcel que hemos construido para nosotros mismos y que tenía una función pero se nos ha salido de las manos. Así se siente.
¿Qué hacer?
Decirte que simplemente cierres la laptop no ayuda mucho, sobre todo porque si fuese tan sencillo cualquiera podría hacerlo, pero a mí me sirvió ponerme en contacto con mi cuerpo y hacer un recuento de cómo se sentía durante la última semana. Me di cuenta que había estado esforzándome por mantenerme despierto hasta tarde temiendo que el nuevo día empezara, había tenido dolores de cabeza, dificultad para concentrarme y para tener actividad física, mi deseo sexual estaba de vacaciones pero no tenía un estado de ánimo triste o irritable y tampoco alteraciones de apetito o de pensamiento más allá del enfoque en el trabajo.
Si te has sentido de esta forma aquí van algunas recomendaciones para abordar la situación. Pueden sonar como algo simplista pero si se aplican bien pueden hacer una gran diferencia.
1- Los básico: necesitamos cuidar el cuerpo prestando atención a los 3 aspectos importantes que siempre menciono: ejercicio, alimentación y descanso. Hazlo sencillo, actividad física como caminar media hora cada mañana, alimentarte de manera saludable y dormir las horas que necesitas.
2- Tomar vacaciones: ya sé que es complicado y que muchas veces no está en nuestro control decidir si podemos tomar unos días la próxima semana o parar de trabajar por un mes entero, pero podríamos empezar por preguntarnos cuánto tiempo necesitamos de vacaciones y empezar a planear. En general podríamos tomar algunos espacios durante la semana, tal vez una hora en la mañana o en las noches para hacer actividades totalmente distintas al trabajo y que tengan sentido para nosotros, pro tip: las actividades creativas suelen ayudar mucho.
3- Reconocer que esto puede pasarle a cualquiera: no significa que haya algo defectuoso en nosotros, los seres humanos no evolucionamos para soportar el nivel de estrés al que nos sometemos en tiempos modernos, sobre todo porque suele ser un estrés sostenido, por eso tomar descansos es necesario ya sea durmiendo, parando de trabajar o haciendo una actividad totalmente diferente por un tiempo.
4- Pedir ayuda: si nos cuesta parar aunque objetivamente podríamos hacerlo tal vez sea hora de averiguar qué significado tiene para nosotros seguir al ritmo que llevamos. Puede que seguir el ajetreo tenga que ver con nuestra identidad, con el rol que aprendimos que debemos actuar o incluso que el exceso de trabajo nos sirva para evadir otras realidades que nos incomodan como una pérdida, problemas familiares o de pareja que nos cuesta afrontar, sensación de ser inadecuados si paramos de producir, entre muchas otras cosas. Un buen terapeuta puede ayudarnos a entender por qué se nos hace difícil detenernos y si lo podemos entender lo podemos controlar.
Trabajar sin parar puede ser una de las conductas que definen la masculinidad, descansar puede verse como inaceptable.
Conclusión:
En una época como esta estamos sometidos a más y más estrés sostenido producto de situaciones laborales, familiares, de pareja, etc. Este estrés sostenido no es algo para lo cual hemos evolucionado así que manejarlo requiere un trato especial. Por otro lado la idea de que tomar descansos y pausas de autocuidado no va de acuerdo a la visión tradicional del hombre (que puede con todo y cuya única función es proveer o trabajar fuera de casa) obstaculiza procesos sanos que todos deberíamos tener. Lo anterior se suma al hustle culture para conformar una bomba de tiempo que nos explota en la cara en la forma de síntomas físicos y mentales que incluyen cansancio, descuido y una afectación de nuestro funcionamiento laboral o personal.
¿Te ha pasado? ¿Te identificas con esta situación? ¿Cuáles son tus técnicas de autocuidado que te permiten seguir funcionando a largo plazo? Cuéntame en los comentarios.
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Dr. Alvaro
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