La dinámica del grupo




Hola Visitantes, solo unas líneas para unirme a la marea de comentarios que cruzan el universo virtual dando las buenas noticias: la propuesta 8 (Proposition 8) acaba de ser declarada inconstitucional por el Juez Vaughn Walker en California.

Desde niño siempre sentí gran atracción por los relojes; en varias
ocasiones un Alvaro bebé lanzó al piso los relojes de pulso de mamá
luego de estudiarlos. Me cuentan que en algún momento yo trepaba por
los muebles para alcanzar aquellos marcadores de tiempo que trataban
de ocultarme.
Cuando yo era niño, mi madre me compró mi primer reloj. Era un reloj
orient, con una esfera de fondo blanco y un marco metálico brillante,
de un color difícil de determinar. Recuerdo que los números brillaban
en la oscuridad y la correa era de color gris. En realidad era un
aparato sencillo, barato y que solo daba la hora. Era algo poco
vistoso que cumplía muy bien su función. Eso suena a la descripción
de los miembros de mi familia, ese reloj representaba el criterio de
selección que predomina entre nosotros: está bien si es bonito o a la
moda, pero es más importante que cumpla su función bien.
Cuando era adolescente me gustaba guardar dinero y comprar con él el
reloj tipo «bomba de tiempo», de esos que son tan grandes, pesados y
con tantas funciones que hacían difícil subir el brazo. Estaban de
moda y decían de mí que tenía muchas funciones a mi alcance, como todo
buen geek. El líder de nuestro grupo en el colegio tenía un reloj con
calculadora.
– Wow! Calculadora! – Pensamos varios de los demás. Mi bomba de
tiempo me definía como parte de aquel grupo. Me daba identidad y
pertenencia.
Muchos años y varios relojes después nos encontramos en 2010 con un
Alvaro adulto que lleva un par de meses en busca de un reemplazo para
su último reloj, el cuál se ha roto. Pasé por varias tiendas, todas
con marcas más o menos elegantes y diseños muy vistosos. Por un rato
me dejé seducir por la idea de tener una de esas maquinitas en mi
muñeca que no solo te dan la hora sino que traen consigo un toque de
sofisticación y dicen de ti que eres «gente bien».
Hace unos ocho o diez meses sentí mucha presión del medio hacia usar
ropas de marca o caminar por el lado superficial de la vida. Nunca lo
hice del todo, pero siendo hiperconsciente de las interacciones
humanas como soy, no solo sentí la presión, sino que pude recuperarme
de ella, deconstruírla y entender la intención inconsciente de mi
grupo temporal de referencia. Eso es lo importante. Lentamente he
podido recuperarme de esa presión, dar un paso atrás y observar otra
vez.
Hace dos días, caminando sólo una vez más, encontré el reloj adecuado.
Es un reloj orient, tiene números grandes que brillan en la oscuridad,
una esfera blanca con marco metálico brillante y correa de cuero
negro. Fue el más barato que encontré que pueda garantizar buena
calidad, no es tan vistoso como los demás que había visto y de seguro
NO le dice al mundo que soy gente bien. Pero, por alguna razón, me
hace sentir más congruente. Me hace sentir más yo.
«El adolescente debe buscar la independencia frente a sus padres. Esta búsqueda de una nueva situación social genera también ansiedad e inseguridad, y, frente a los deseos de independencia, se crea contradictoriamente una necesidad mayor de dependencia de los demás [de los amigos…] y de que éstos apoyen la visión que está creando sobre sí mismo.»
Yo me preguntaba si se podría hipotetizar que esto también se da en la adolescencia tardía del homosexual típico en esta cultura. Hace ya casi un año que observo más de cerca el fenómeno de «los amigos gay» alrededor de los individuos y, como comentaba en alguna entrada hace varios meses, pareciera que los amigos definen al varón y la mujer homosexual de esta cultura.
Un amigo me comentaba hoy cuán difícil es «en el ambiente» separarse de los amigos «porque, Alvaro, los amigos son como una segunda familia cuando eres gay». Yo creo saber a lo que se refiere y es cierto que varios hombres y mujeres gay reciben de su círculo de amigos el espacio para expresar su sexualidad y su naturaleza diversa que no reciben en casa, por ejemplo.
Los amigos del hombre y la mujer gay son importantes y, de alguna forma, lo definen y dictaminan en gran medida cómo se vive uno su homosexualidad. Partiendo de la base que la homosexualidad ya no es solo con quien te acuestas, sino cuan selectivo o no eres en cuanto a las parejas sexuales, y cómo llevas tu vida en muchos otros aspectos. Ser gay hoy día no se trata para muchos de que te atraiga gente de tu mismo sexo, sino que ese aspecto viene inserto en un paquete cultural completo con formas de vestir y de peinarse, maneras de caminar y términos específicos que se usan al hablar. En cada grupo son diferentes, pero existen y eso es lo importante, el individuo los asimila y los incorpora porque aceptar esos aspectos y hacerlos suyos es el precio a pagar por ese espacio de expresión que solo consigue allí y no con sus seres queridos más importantes.
Así que no es solamente que los amigos sean importantes, es más bien su aceptación y su aprobación, la forma en que nos definen. Es igual en la adolescencia eterna del homosexual adulto que en la adolescencia normal a la que se refiere mi estudiante.
Mi pregunta es ¿Es esa aceptación tan necesaria que empaña nuestro juicio para determinar cuando nuestros amigos no son tan amigos como creemos?
Creo que la respuesta es afirmativa. Porque separarse del grupo implica perder un espacio importante que es más difícil de abandonar si no se ha construído ese mismo espacio en el seno de la familia o en un grupo más sano, es decir, si el proceso de coming out no ha avanzado lo suficiente. Además, llega un momento en que nuestro grupo nos define de tal forma, que aceptar manchas en ellos es como aceptarlas en nosotros mismos, porque lo más seguro es que hayamos establecido hábitos iguales a los del grupo sin medir que aquello era solo una etapa y, por lo tanto, sin prever consecuencias a futuro.
El gran trabajo del adolescente hacia el final de esa etapa es crear un criterio propio, ver las fallas de su grupo de referencia y formarse una identidad personal y única que lo separa del grupo y lo hace un individuo adulto. No solitario, pero tampoco amalgamado o sobreidentificado. Realizar esa tarea es la única forma de crecer. Y es esa tarea la que no realizan la mayoría de las personas gay. Porque son, al fin y al cabo, adolescentes eternos a quienes se les negó la oportunidad de integrarse por completo en el momento cronológico adecuado (en su adolescencia) y fueron lanzados al mundo adulto con todos los privilegios y permisos del adulto, pero sin la coherencia interna necesaria. Por lo tanto, la necesidad del grupo siempre estará allí, hasta que el individuo termine de pasar por esa etapa, lo cual es posible, pero requiere un trabajo personal muy importante.
Anónimo de 23 años pregunta en la entrada «Acción y Reacción»:
Quiero hacerle una pequeña consulta, tengo 23 años y mi situación es la siguiente no tengo amigos, no conosco a nadie que sea homosexual como yo, por lo tanto como no tengo «vida social activa no ha podido entablar una relación amorosa con nadie, pero lo cierto es que tengo impulsos sexuales muy fuertes y aveces qusiera tener a alguien que sea mi amigo, confidente, en resumidas cuentas alguien muy especial.
Pero mientras encuentre la suficiente estabilidad emocional, como hago para llevar una sexual sana estando soltero? ó es que no existe tal cosa y la única salida es la abstinencia. La verdad es que me desespera sentirme tan solo y me da miedo que termine teniendo ´practicas sexuales desordenadas.
Me gusta tu pregunta porque hablas de cosas muy distintas al mismo tiempo. Me cuentas de tus impulsos sexuales (imagino que te refieres a que «te dan ganas» lo cual es normal y sano) pero al mismo tiempo me dices que deseas una relación con conexión emocional.
Lo cierto es que nadie puede decirte si eso está bien o no, es una opinión de cada uno. Pero mi artículo se trata de las consecuencias de ser promiscuo, es decir, nadie te dice que no explores tu sexualidad, pero debes ser cuidadoso seleccionando a tus parejas en cuanto a CALIDAD y CANTIDAD.
CALIDAD:
Escoger a una pareja de calidad significa elegir a alguien que te toma en serio aunque no estén enamorados, que se cuida a sí mismo y a ti, lo cual significa MUCHO MÁS que usar condones. Significa interesarse realmente en ti y quererse y conocerse a sí mismo como para que su preocupación principal NO sea el tamaño de tu pene o si eres activo, pasivo o versátil. Escoger a una pareja de buena calidad para compartir tu sexualidad es de las cosas más importantes en la vida. Acostarse con cualquier persona sin seleccionar bien es como darle un violín Stradivarius de un millón de dólares a un Gorila.*
CANTIDAD:
¿Cuántas parejas es muchas parejas? Esto es diferente dependiendo de la cultura, pero recordemos que aunque puedes tener todas las parejas sexuales que desees, existen riesgos importantes a medida que aumenta la cantidad.
CONCLUSIÓN: No se trata necesariamente de practicar la abstinencia sexual, porque no es sencillo para todos (creo que para nadie) sino de seleccionar bien a la(s) pareja(s) sexual(es) con quien uno comparte algo tan importante como el cuerpo y la mente. Además estar muy consciente de que, a menos que seas víctima de violación, cada vez que te acuestes con alguien debe ser por decisión propia y pensada, eso significa que debes preveer y aceptar las consecuencias futuras de esa decisión. Aceptar las consecuencias de las acciones y lidiar con ellas de la manera más sana es parte de crecer.
*parafraseando a Jim Bishop
Aún así aprendí algo ayer en la tarde, la realidad de que lo que buscas alrededor del mundo muchas veces se encuentra en el patio trasero de tu casa, entre las cosas olvidadas y viejas.
Y sucedió así: estabamos sentados comiendo conos con helado (barquillos, para los panameños) a manera de postre, parecido a como lo hicimos alguna vez, cuando ella era la mujer maravilla y yo apenas empezaba a rayar papel. La única diferencia es que somos más viejos y, esta vez, yo pagué la cuenta.
«Mira a esas muchachitas ¡Qué vacías se ven!» – dijo ella mirando a una mesa vecina.
Al darme la vuelta pude observar a tres jovencitas de escuela, de menos de 15 años, en uniformes de colegio caro y con productos en el cabello, accesorios y teléfonos celulares de última generación, jugando con sus helados y diminutas cucharas, solo para dejar el contenido de sus copas allí, casi sin probarlo, mientras hablaban de moda y criticaban a alguna compañerita ausente (lo admito, usé mi superoído para meterme en su conversación, tampoco estaban tan lejos).
Así que recordé cómo durante mi niñez y mi adolescencia escuchaba a mamá mientras me enseñaba a reconocer algunas cosas en los demás y en mí mismo. Cuando reconocía cómo me sentía y le ponía nombre, cuando se sorprendía conmigo con la maravilla del evento más cotidiano solo porque era la primera vez que yo lo presenciaba. Hoy puedo decir que su habilidad para ver más allá de lo evidente casi nunca estuvo errada y que lo que aprendí de ella ha salvado mi vida (y la de otros) en más de una ocasión. Sí, esa señora que hoy camina despacio y es poco llamativa comparada con las viejas ataviadas y estiradas que insisten en tratar de retener algo de su juventud perdida (porque era lo único que tenían de valor), esa señora ha salvado mi vida en más de una ocasión, desde el día uno hasta hoy.
No importa mucho su deterioro físico o si parece ser ignorante de muchas cosas modernas. Solo toma sentarse con ella para darse cuenta que está más conectada con aquello que realmente importa que cualquiera persona que haya conocido. No cabe duda de que las voces de nuestras madres viven en nuestra mente para siempre y lo que nos dicen nos afecta cada día de nuestras vidas.
¿Qué les dicen a ustedes las voces de sus madres?
Nota: la foto es cortesía del internet.