He perdido mi habilidad, por momentos siento que no entiendo lo que pasa a mi alrededor y eso me asusta. Mi habilidad para categorizar situaciones, entender gente y encontrar patrones de comportamiento me ha salvado la vida en más de una ocasión. Hoy día me encuentro confundido.

A lo mejor he trabajado mucho dentro y fuera del consultorio, a lo mejor necesito vacaciones, es posible que sea mi reciente contacto de manera masiva con personas que viven sin preocuparse tanto como yo. Pero no me gusta hacia dónde se dirigen sus vidas, pese a que debo admitir que bailar por la vida sin pensar demasiado en las consecuencias es una idea muy seductora, aunque siento que acercaría mi fecha de caducidad.

Mi trabajo está ligado a mis emociones, si mi tercer oído percibe demasiada interferencia, si mi Yo auxiliar tiene problemas para auxiliar a otros, si me cuesta reconocer cómo se sienten los demás, lo más seguro es que mis propias emociones estén un poco «revueltas». Necesito calibrarme otra vez, necesito vacaciones y es interesante cómo muchas personas me dicen algo como «pero no puedes dejar la carrera, eres muy bueno bla bla bla…» Sin embargo, creo que llega un momento en que todos nos sentimos cansados, un momento en que la lucha constante toma lo mejor de nosotros y merma nuestros talentos, dejándonos vacíos y frustrados.

Estoy cansado, agotado de pelear, frustrado al darme cuenta que la idea de que esto tuviese un final feliz no fue más que una fantasía infantil; esto no tiene un final. Siempre habrá más gente necesitada. ¿Serán suficientes nuestros recursos? ¿Seremos suficientes los dedicados a esto? ¿Existe alguna forma de que la población general llegue a cuidarse más a sí misma? ¿Me he entrenado a mí mismo para ser capaz de ver cosas horribles que los demás no perciben o deciden no mirar? ¿Me he puesto una trampa a mí mismo? ¿Hay alguna forma de devolver este talento?

Ya no lo quiero más, ya no quiero ver los abusos, los maltratos, los suicidios, las agresiones, las drogas, los abandonos, las disfunciones, la homofobia. Ya no quiero verlo, pero no encuentro una forma de evitarlo. No puedo apagar el interruptor… no puedo siquiera encontrarlo. Creo que no hay un interruptor, creo que esto no es solo una parte mía, creo que todo yo estoy configurado para ver detalles y encontrar patrones. Necesito descansar. Necesito saber si es esto a lo que quiero dedicar mi vida.

Publico esto con mucho temor, porque sé que suena a sabotaje. ¿Quién querría atenderse con un terapeuta cansado que comunica sus propias dificultades? No obstante, es importante para mí reconocer, en la mejor tradición científica, el estado de la cuestión. Es importante practicar lo que predico. Es importante hacer un espacio para lo que siento si es que lo he de resolver. No puedo pretender que los terapeutas somos personas perfectas que tienen siempre todo bajo control, porque, sin desvirtuar los años de entrenamiento, es importante decir que solo somos mortales comunes con anteojos para ver, un sofá moderadamente cómodo y una buena intención.

Pero, a veces eso no es suficiente. A veces lo importante es lo que decimos, lo que callamos, lo que sabemos, lo que podemos ver y no podemos contar. Debe haber una forma de hacer que el mundo sea un mejor lugar, debe haber una forma de llegar a más gente a la vez, pero estoy muy cansado para buscarla ahora mismo.

Saludos,