«¿Cómo estás?» – me dijo un amigo con actitud jovial a quien encontré a la hora de pagar en el supermercado, él estaba antes de mí en la fila y me saludó luego de reconocerme a pesar de no poder ver mucho de mi cara.
Detrás de mi mascarilla o «tapabocas» (un nombre más desagradable a mis oídos) y a casi dos metros de distancia sentí que debía hacer un esfuerzo adicional para aumentar el volumen de mi voz y ser escuchado.
«Estoy bien, ya harto de estar encerrado…» – dije sin filtrar demasiado mi respuesta.
Algo en la corporalidad de mi interlocutor me detuvo, al tiempo que le escuché decir, casi a modo de corrección: «estamos a salvo».
La interacción continuó como si nada y finalmente nos despedimos cordialmente, como cada vez que nos vemos, salvo por mi esfuerzo intencional para evitar abrazarle, darle la mano o acortar la distancia para escucharlo mejor.
Camino al auto y ya sofocado del tapabocas iba pendiente de guardar distancia física de las personas que esperaban en fila fuera del supermercado para revisar su temperatura y ganar acceso al lugar. Una fila compuesta solamente de hombres, todos en silencio y con la cara cubierta, algunos atentos a sus teléfonos, otros mirando alrededor. Hice contacto visual con algunos pero no detuve mi andar, sonreí un par de veces de manera natural pero no supe si había respuesta.
Ya con los paquetes en el maletero y habiendo usado el gel alcoholado para limpiar mis manos y mis llaves antes de echarlo a andar, mi auto se sintió como un espacio oscuro y de pausa. Me sentía extraño, como si algo me faltara. Me retiré el tapabocas y sentí la temperatura distinta del aire cuando no tienes esa mascarilla obstruyendo el paso. Respiré profundo un par de veces y entonces lo supe, lo que sentía era tristeza, esa emoción producto de la pérdida y, sobre todo, de la falta prolongada de contacto humano.
Todo había sido una experiencia de distancia en ese viaje al supermercado. En el lugar en que se consigue lo necesario para alimentar el cuerpo y sobrevivir también había conseguido, irónicamente, una sensación de desconexión que mata el alma, nos deprime y cada día se hace más común. Sí, los efectos de la distancia cruzan la barrera de lo físico y nos afectan emocionalmente. El contacto es tan vital como el alimento.
La respuesta de mi amigo en el supermercado es entendible, reconocer que «estamos a salvo» es válido y nos ayuda a cooperar quedándonos en casa y siguiendo las recomendaciones para reducir el ritmo de contagios a pesar de la incomodidad de estas medidas. Sin embargo, es igual de importante reconocer nuestro desagrado, nuestro aburrimiento, nuestra soledad, lo hartos que podemos estar del encierro y la necesidad tan grande de volver a salir, a mirarnos a la cara, a tocarnos. Ambas posturas provienen de un lugar sano y necesario, una de ellas nos ayuda a distraernos de la incomodidad y la otra a reconocerla y desahogarnos. Cada postura es una estrategia y cada quien emplea la estrategia que mejor le funcione en el momento y contexto en que se encuentre.
Así que escribo esto para recordar que un punto fundamental para cuidar nuestra salud mental individual es reconocer lo que sentimos, hacer el ejercicio de escucharnos a nosotros mismos, a nuestro cuerpo, poner un nombre a las emociones y a partir de ahí tomar algunas acciones. Pero como animales sociales y sabiendo que el vínculo emocional es fundamental y se construye a través de la empatía, nuestra salud mental colectiva requiere reconocer los estados emocionales de otras personas. A veces será fácil hacerlo y a veces no, pero es muy necesario intentar.
Curiosamente «reconocer» es una palabra que se lee igual al revés y al derecho, de ida y de regreso, de la misma forma que debe darse esa lectura emocional entre dos personas. Por eso se siente tan extraño cuando sonreímos a alguien y, gracias al tapabocas, no sabemos si nos sonríe de vuelta. Por eso me sentí extraño cuando hablé de mi encierro y sentí que mi amigo corregía las palabras para hacerlo ver como algo positivo, para compartirme una estrategia que le funcionó pero que, en ese momento me generó un desencuentro, una distancia emocional más que física, una falta de reconocimiento.
En este punto les pido que no me malinterpreten, este amigo es alguien a quien tengo en gran estima y sé que tiene las mejores intenciones, pero me permito usar ese ejemplo porque estas cosas también pueden suceder. Habrá momentos en que buscaremos el vínculo, trataremos de desahogarnos o de distraernos y las personas alrededor no estarán en el mismo lugar o usando la misma estrategia, en ese momento sentiremos una especie de desencuentro, de distancia emocional, de no reconocimiento y eso puede generar rabia, frustración, tristeza o algún otro estado emocional menos que agradable. Recordemos, sin embargo, que cada persona está empleando la estrategia mental que siente que le funciona y a veces nos la comparten con el deseo más puro de ayudar. En ese sentido, cuando sintamos ese desencuentro, cuando el otro falle en reconocer nuestra emoción, hagámoslo nosotros, sepamos reconocer que él o ella tal vez nos comparte lo que tiene en ese momento y que la intención es casi tan importante como la empatía.
Hoy cumplo 10 semanas en cuarentena y he tomado mucho tiempo para escribir esto. Como profesional de la salud mental este último par de meses ha sido de mucho trabajo, siempre redoblando esfuerzos para contener las ansiedades, los temores, la incertidumbre ajena. Pacientes, clientes, amigos y familiares requieren especial atención y mis colegas y yo estamos en la segunda línea de batalla (la primera siendo los médicos, enfermeras y demás personal de salud física). 10 semanas de lidiar con la pandemia han traído al frente los malestares de salud mental con los cuales deberemos lidiar durante un tiempo y que son producto de las medidas para prevenir el contagio. Intentemos lidiar con esos malestares a través de movernos entre la distracción y el reconocimiento de lo que sentimos y, en esta última opción, recordemos también reconocer lo que sienten otros y compartirles lo que sentimos nosotros. Si un auto en el estacionamiento del supermercado puede ser un espacio oscuro y de pausa en el cual reconocer nuestras emociones y tranquilizarnos, imagínen lo que puede hacer el espacio creado por el vínculo, la escucha atenta y el reconocimiento de otro ser humano.
La gran frecuencia de casos de intrusismo, en que una persona sin entrenamiento específico en salud intenta tratar problemas de salud mental, se ha popularizado la idea de que la depresión «no existe» o que es «un invento postmoderno» que se quita «siendo positivos» o «echándole ganas».
En este vídeo converso sobre los tipos de depresión que están tipificados según los manuales de diagnostico actuales.
Un abrazo y siéntanse libres de compartir esta información, podría ayudar alguien que lo necesite.
Anteriormente hemos hablado de los distintos tipos de depresión y la diferencia entre uno y otro. Hoy quiero contarles sobre las características que todas las formas de depresión tienen en común, las cuales pueden servir para reconocer estos estados y saber si requerimos ayuda profesional.
Este año la discusión en redes no es sobre el tamal con pasitas o la pizza con piña. La cosa ha escalado a pelear sobre si debemos decir “felices fiestas” o “feliz navidad”. Quienes defienden lo primero dicen que es un intento de ser inclusivos y prácticos, reconociendo que hay otras fiestas que se celebran en esta época (Hanukkah, por ejemplo) y que vale ahorrarse nombrar cada fiesta en particular. Quienes defienden lo segundo aseguran que decir “felices fiestas” es invisibilizar la navidad, que debe ser reconocida como “la fiesta” de la época y que la gente debería mencionar cada festividad dependiendo de con quién esté hablando.
En general no se trata de la comida que hay en la mesa, tampoco se trata de vestirse bonito para cumplir o de dar regalos caros.
Yo crecí católico y, aunque ya no me considero creyente, la cena de fin de año sigue siendo un momento donde la familia se reúne y toca base para fortalecer el vínculo. A veces hay miembros nuevos (novios, novias, parejas o mascotas), a veces se pierden otros (este año papá cumplió 20 años de haber fallecido), a veces somos los mismos.
Como siempre lo más importante no es si celebramos navidad, hanukkah, kwanzaa o alguna otra fiesta, o bien si no somos creyentes. Al final del día la fiesta en particular es solo el vehículo mediante el cual volvemos a encontrarnos según nuestra cultura, lo importante más allá de las etiquetas es el vínculo. Con esto no quiero decir que la fiesta específica carezca de importancia porque los tintes culturales de cada una también nos conectan con nuestra comunidad y nos generan la sensación de pertenencia, irónicamente separando a nuestro grupo específico del resto de la gente. Es el ir y venir de la identidad con su doble definición de singularidad y comunión con otros.
Pero más allá de las divisiones culturales o religiosas todos compartimos la tierra, la vida, el sufrimiento, todos somos humanos y nos sentimos solos en un mar de gente de vez en cuando. Mitigar esa sensación se logra a través de la conexión con otros y es allí donde esas tradiciones pasadas de una generación a otra crean espacios universalmente valiosos.
#ElVínculoCura y familiares, amigos, amantes, mascotas y hasta extraños pueden ayudarnos a conectar con la vida luego de un año difícil o con altibajos emocionales.
No se trata de la comida que hay en la mesa (aunque entiendo perfectamente que en términos de conexión con nuestra historia y nuestra tribu sea importante diferenciar entre “hallacas” y “tamales”), tampoco se trata de vestirse bonito para cumplir o de dar regalos caros. En su lugar se trata de reencontrarnos, de recibir a los nuevos, despedir a quienes se van, recordar a quienes hacen falta y seguir adelante con quienes están presentes.
Dividirnos entre quienes dicen “felices fiestas” y quienes dicen “feliz navidad / hanukkah / etc.” es la última versión de “ustedes vs. nosotros” y puede hacernos pelear si no entendemos el proceso y nos quedamos en la superficie de la discusión del momento. Ya pasamos por la pizza con o sin piña, tamales con o sin pasitas, tamales vs hallacas, barca vs. real madrid, feliz navidad vs. felices fiestas, hombres vs. mujeres, gays vs. heteros, nacionales vs. extranjeros, pobres vs. ricos… podría seguir pero creo que queda claro el punto (aunque en redes sociales uno ya no sabe).
En fin, espero que tengan muchas oportunidades de conexión, intimidad y fortalecimiento de esos vínculos que les ayuden a vivir mejor, porque #ElVínculoCura y familiares, amigos, amantes, mascotas y hasta extraños pueden ayudarnos a conectar con la vida luego de un año difícil o con altibajos emocionales. Celebres lo que celebres es importante participar, salir a ver gente, compartir. Tal vez estés en una situación particular en la cual no tengas a nadie conocido a mano, tal vez haya cosas que no quieras compartir con tus familiares y amigos aún. Pero a tu ritmo y dentro de tus posibilidades ve a participar, sal a eventos públicos, llama a las personas, utiliza las redes para decir lo que sientes y pedir algo de conexión, debemos usarlas para eso en lugar de para presentar una vida irrealmente perfecta.
Todos somos humanos y todos podemos sentirnos mal, pero enfocarnos en lo que tenemos en común en lugar de resaltar las diferencias que nos presentan nuestras festividades ayuda más a todos y es mucho más cómodo y sano que pelear.
Les contaré una historia que todos conocen. *SPOILERS*
Cuándo Bruce Wayne tenía 8 ó 9 años fue al cine con sus padres, al salir del lugar tomaron un callejón oscuro camino a casa. De pronto, de entre las sombras de la noche apareció un hombre con un arma de fuego que disparó contra los padres del chico. Los adinerados Thomas y Martha cayeron muertos sobre el pavimento frente a los ojos perplejos del pequeño Bruce. El criminal desapareció sin dejar rastro y el niño quedó condenado a vivir para siempre con las secuelas del trauma. Al volverse adulto, el chico decidió convertirse en un vigilante callejero y patrullar los callejones de su decadente ciudad para cazar criminales e instaurar miedo en sus corazones. Con un traje de murciélago y el compromiso personal de nunca utilizar un arma de fuego, Batman se volvió rápidamente un símbolo de esperanza para los ciudadanos y terror para los criminales de Ciudad Gótica. Al menos así es la historia que nos han contado… hasta ahora.
Por su parte, Joker (Guasón) es conocido como el villano principal del héroe enmascarado. En el mito de Batman pocos criminales tienen tanta relevancia como Joker, cuyo origen es bastante desconocido pero cuyo desequilibrio mental está siempre representado de una u otra forma.
La nueva entrega de DC Comics al cine gira la cámara hacia un lado y se enfoca en el villano principal del murciélago que generaciones de personas han admirado. Esta vez los autores intentan imaginar qué tipo de eventos pueden dar origen a Joker y nos cuentan su historia antes de tomar ese nombre. Lo que nos han presentado nos hace alejarnos del comic y traer a la mesa importantes conversaciones sobre la salud mental.
Del Mandato Materno:
Arthur se gana la vida como payaso en distintas asignaciones como fiestas infantiles o hacer publicidad a locales comerciales. Su sueño es hacer un stand-up que le ayude a convertirse en un comediante exitoso. Su madre le llama “Happy” (feliz) y le ha dicho desde niño que su función en la vida es traer alegría a la gente.
El mandato de la madre repetido una y otra vez ha, sin duda, tenido un efecto en la manera de percibirse a sí mismo de Arthur. Como sucede con todas las personas, la manera en que nos ven nuestros padres y cómo nos “reflejan” (nos dicen quienes somos en su mente) incluye algunos mandatos inconscientes que seguiremos de alguna manera a lo largo de la vida. Lo anterior no generaría problemas a menos que dicho reflejo provenga de cuidadores con un contacto distorsionado con la realidad. Tal vez nos presenten con tareas inalcanzables, tal vez nos perciban como a alguien peligroso, poco valioso o problemático, tal vez seamos un estorbo frente a sus ojos o poco inteligentes o bien dignos representantes de la perfección. Todos los mensajes distorsionados son potencialmente esclavizantes, hasta que los hagamos conscientes.
La madre de Arthur padece una forma de psicopatología que dificulta a la audiencia determinar si lo que dice es cierto, esto es especialmente importante al darnos cuenta de quién asegura es el padre de Arthur. Respecto a esto la audiencia puede experimentar la sopresa, la esperanza, la incertidumbre, el desencanto y la confusión que siente el personaje principal en su intento de contactar a su supuesto padre.
Del Diagnóstico:
Arthur presenta evidentemente problemas de salud mental, sus diagnósticos responden a aspectos constitucionales (heredados) y su historia de negligencia y abuso físico y posiblemente sexual en la infancia. Los signos y síntomas más evidentes en Arthur son las alucinaciones visuales y auditivas, los delirios y esa risa incontrolable que se disparaba cada vez que sentía ansiedad, miedo o tristeza. En psicopatología a esa manifestación se le llama “Afecto Inapropiado” y se trata de una expresión afectiva que no corresponde con la emoción que el individuo experimenta internamente o bien con la que trata de comunicar con el lenguaje hablado. Algunas personas tratan desesperadamente de decir lo triste que están al tiempo que se ríen a carcajadas.
Todo lo anterior evidencia un trastorno psicótico, probablemente un tipo de esquizofrenia. Los antecedentes familiares y la historia de abuso físico, combinados con la falta de factores de protección en términos de vínculos sanos y la falta de acceso a servicios de salud adecuados preparan el terreno para que se dispare la psicopatología que ya corre en la familia de Arthur.
De la Atención en Salud Mental:
Arthur es atendido por una trabajadora social, ella hace alguna intervención clínica que dista mucho de la psicoterapia que el paciente necesita. Además, el espacio físico, las montañas de expedientes y la actitud de la profesional nos hablan de cómo el sistema mismo está enfermo, sobrecargado y no se da abasto para llenar los requerimientos que estos casos tienen.
En los encuentros de Arthur con su terapeuta se realizan comentarios sobre medicación excesiva, cómo se recurre a la misma para atacar al síntoma y cómo finalmente se elimina la posibilidad de recibirla gracias al recorte de fondos que el gobierno hace a este servicio. Estos comentarios son importantes en la actualidad, cuando existe una tendencia a pensar que la medicación es la solución por sí sola y se menosprecia la necesidad del vínculo y la psicoterapia bien realizada. La salud mental suele ser la menos atendida en los sistemas públicos de salud, sobre todo se limita el acceso a psicoterapia dado lo costosa, frecuente y duradera que debe ser para ayudar a algunos casos.
Por último, la película hace comentarios importantes sobre cómo el terapeuta puede estar tan afectado como sus pacientes por las situaciones locales. Al comunicar que será la última sesión debido al recorte de fondos de la ciudad, la terapeuta dice algo como “no les importa la gente como tú… la gente como nosotros”. La afectación personal de la terapeuta es algo que ella misma admite con esa frase y que el paciente percibe al quejarse de que ella nunca escucha y “siempre hace las mismas preguntas”. Lo que Arthur está señalando, con una claridad poco frecuente en su trastorno es que ella está desconectada, que el vínculo no está funcionando.
Del Vínculo:
Y hablando del vínculo llama la atención la manera en que Arthur responde ante sus compañeros de trabajo. En una escena muy cruda Arthur apuñala a uno de sus compañeros, quien se había burlado de él y había mentido previamente, metiéndolo en problemas. El ataque violento de Arthur se da luego de que su compañero intenta torpemente expresar simpatía (no empatía, y esto es importante) por las dificultades que el futuro Joker atravesaba.
El asesinato se da frente a la vista aterrorizada de un segundo compañero de trabajo, en este caso una persona con enanismo. Habrá quien pueda pensar que este personaje sirvió de liberación cómica (como usual e injustamente se utiliza a personas con enanismo en las películas y espectáculos) pero me parece que la interacción de Arthur con él simboliza algo diferente. “Tú fuiste el único que me trató bien”, le dice Arthur antes de darle un beso en la frente y dejarlo ir ileso. Tal vez sería bueno pensar en cómo incluso la persona más pequeña, metafórica y literalmente, también tiene la capacidad de hacer una diferencia en la vida de alguien más. Decidir “tratar bien a otro” puede hacer la diferencia en su vida… y en la nuestra.
Del Efecto Social y la Identificación:
Pero el impacto de nuestro comportamiento no se da solamente en nuestro ambiente inmediato, sobre todo en la época que vivimos. ¿Qué pasaría si tuviéramos plataformas suficientemente amplias que alcancen a muchas personas? ¿Qué pasa si los mensajes que enviamos son honestos pero dañinos o enfermos? ¿Qué pasa si esos mensajes caen en los oídos de personas con alguna vulnerabilidad en términos de salud mental, con frustración y desesperanza acumuladas?
Desde su primer asesinato hasta convertirse en Joker, la plataforma de Arthur va creciendo y lo va convirtiendo en un héroe ante el ojo público, alguien que personifica la frustración del ciudadano común de ciudad Gótica, el que va cargado de resentimiento social y sin capacidad de ver una salida a sus predicamentos.
Muchos sentían esa rabia hacia la clase alta, hacia la gente con dinero, hacia quienes parecían no tener que luchar por sobrevivir. Cuando Joker aparece en escena y realiza ataques violentos a los privilegiados que no se ponen en el lugar de aquel que sufre, el público se identifica con él, lo convierte en un símbolo y se siente empoderado para actuar de la misma manera. Es uno de estos ciudadanos quien, durante una revuelta, asesina a Thomas y Martha Wayne en un callejón y desaparece en la oscuridad de la noche, generando el trauma que marcará la vida de Bruce y le condenará al sufrimiento eterno, tal vez de la misma manera en que el ciudadano común siente eterno su propio sufrimiento.
El ataque violento y agresivo sirve como una forma de forzar al otro a sentir el dolor con el que cual no está empatizando. Porque todos necesitamos empatía, sentir que el otro entiende es una necesidad humana básica que, de no ser satisfecha lo suficiente, genera frustración, eventualmente ira y finalmente agresión.
Los pobres no sintieron la empatía de aquellos privilegiados y les agredieron en un intento desproporcionado de comunicar su necesidad. Por otro lado, la gente no empatizó con Joker, en vez de eso se identificó con él y actuó sin pensar. La empatía genera el vínculo y el vínculo cura. La identificación con un antihéroe solo reVuelve los malestares propios y posiblemente los ajenos pero no reSuelve nada, de la misma manera en que identificarse con el paciente no ayudaba a la terapeuta a realizar un buen trabajo con Arthur.
De la visión del Héroe:
Al ver esta perspectiva, al seguir los pasos de Joker en su desarrollo toca preguntarnos si es batman el único que sufre. Siempre lo hemos percibido como un huérfano traumatizado por el asesinato de sus padres, condenado a exponerse cada noche de su adultez en los callejones oscuros, en un intento inconsciente de resolver de manera distinta el encuentro con el criminal de turno. Batman trata conscientemente de inocular miedo en los criminales pero, de manera inconsciente, se expone una y otra vez a su temor más grande, al encuentro del criminal en la oscuridad de la noche. Como muchos héroes, su presencia solo es la carcasa que contiene al niño pequeño que repite el trauma e intenta resolverlo con un final diferente al original.
De la nueva visión del villano:
Por último, la película nos recuerda que las presiones de la vida cotidiana pueden ser muchas, a veces demasiadas y que, si sometemos a estas presiones a personas con problemas de salud mental, retirándoles además los vínculos afectivos y la ayuda terapéutica necesarios para lograr regulación emocional, lo que obtendremos será nada menos que lo que nos merecemos como sociedad: alguien que personifique la faceta más oscura de la humanidad y que lo haga con una sonrisa.
Con lo anterior no quiero justificar los actos criminales, no todos los que cometen crímenes tienen problemas de salud mental y no todos los que padecen algún trastorno son capaces de violar la ley o violentar a otros. La gente no se vuelve un Joker por tener un mal día pero sí puede acercarse a serlo con suficientes eventos traumáticos en etapas clave de la vida. Así que no se trata de justificar el crimen, sino de entender que no se da en el vacío y que, si logramos comprender su origen, podríamos prevenir que se dé en otras personas.
Es fundamental ser honestos, encontrar los espacios para expresar de manera sana lo que sentimos en realidad y dejar de perpetuar esos mantras de autoayuda que no ayudan a nadie, cosas como “las personas verdaderamente fuertes son las que siempre sonríen a pesar de estar sufriendo por dentro”. No, esas no son personas fuertes, son personas que no han logrado espacios sanos para expresar su realidad, muchas veces gracias a la censura que en algún momento vino de fuera pero que hoy día es autoimpuesta. “Pon tu mejor cara” se ha convertido en sinónimo de hacer como que no pasa nada y, en ese sentido, tendríamos que preguntarnos si como sociedad no estamos teniendo también un afecto inapropiado, sobre todo en la época del internet cuando muchos sonríen en las fotos de instagram pero lloran en la consulta del terapeuta porque su vida no es tan maravillosa como la que otros muestran en sus perfiles virtuales.
De la vuelta a la realidad:
En el baño, luego de salir de la película, dos hombres adultos, tal vez en sus 20’s llevaban a un niño de unos 8 ó 9 años y se burlaban de cómo se había asustado durante la película y decía “¡que no lo mate, que no lo mate!”. Los adultos cuestionaban la masculinidad del chico por haberse expresado así. Esas burlas a un niño que empatiza y se horroriza con la violencia, esa censura a su expresión emocional es precisamente lo que la película nos invita a observar y evitar.
Me pregunté si estaba observando un momento trascendental en la vida de ese niño que, irónicamente, debía tener la misma edad que Bruce. Espero que esté bien y que el ambiente en que está creciendo no se caracterice solamente por ese tipo de burlas y censura emocional. Ojalá tenga otros vínculos afectivos que hagan contrapeso, ojalá no crezca sonriendo mientras llora por dentro o peor aún, censurando a otros y perpetuando la burla.
La tan esperada película de DC Comics es una obra maestra del séptimo arte. Esta presentación es cruda, gráfica, emocional y desgarradora, tan buena que es desagradable. Ojalá podamos pensar y generar conversaciones a partir de ella.
Estoy de vacaciones, lo cual es en realidad un eufemismo para «estoy en ese momento del año donde hago policía, boto cosas, doy mantenimiento a la oficina, pongo al día el papeleo, hago impuestos, evalúo el año, etcétera», así que no estoy realmente de vacaciones.
Es diciembre, el atardecer de 2018, y finalmente he tenido tiempo de sentarme a escribir. Hay muchos proyectos andando (varios de los cuales pueden ver en esta página) y, aunque me encanta trabajar en ellos, debo admitir que estoy nuevamente en ese momento donde me siento «como mantequilla untada sobre demasiado pan» (para parafrasear a Tolkien). Sí, ya era momento de tomar unos días para volver a conectarme con la familia y mi propio cuerpo porque me está pidiendo descansar.
Una parte importante de este proceso es evaluar el año en términos personales y de vínculos y he querido compartirles algunas de las cosas que he pensado, así que ahí voy:
Profesionalmente:
Usualmente a fin de año me pongo contento por las cosas logradas y también triste por las cosas que siguen igual o que no he podido cambiar para mejor. Esta vez he estado pensando que mi año entero transcurre haciendo(me) preguntas existenciales y que es bonito acompañar a la gente que pasa por la oficina y me comparte su vida, explorar el bosque oscuro de su inconsciente y darle sentido a su historia es algo que no podría uno hacer sin el otro y me encanta.
Mucha gente necesita ayuda, un par de orejas que quieran escuchar y mucha paciencia y adaptabilidad para caminar a su ritmo. Pero la salud mental no se trata solo de compañía y escucha, este trabajo requiere que uno sepa lo que hace en términos técnicos y eso toma años de entrenamiento y experiencia clínica. Saber lo anterior hace que me preocupe lo que cuento a continuación.
Este año se ha desatado una legión de personas que no tienen entrenamiento clínico, psicológico, psicoterapéutico o psiquiátrico. Estas personas han inundado las redes sociales y ofrecen «tratamientos», «talleres», «procesos», «webinars» y demás para problemas de relaciones interpersonales, emocionales, de estado de ánimo, personalidad, trastornos alimentarios, incluso ideas suicidas, entre otras. Esto es peligroso y es mi responsabilidad (y la de todos mis colegas) advertir sobre estas personas e informar a la comunidad sobre de qué se trata la salud mental y por qué es tan importante tratarla con profesionales calificados del área. Esta ha sido una lucha importante del 2018 que parece continuará en 2019.
Personalmente:
En términos personales, les comparto que este año tuve mi cumpleaños número 40 y el impulso a formar una generación siguiente y dejar una parte de mí caminando la tierra se ha hecho más presente que nunca. A ver, que me ha pegado la paternidad y eso me entristece un poco porque no creo que sea una opción para mí ser papá en este momento por varias razones, entre esas que ser papá requiere algo de trabajo (y dinero) extra si no eres heterosexual.
Mi recién descubierto deseo de paternidad debe tener algún significado, tal vez es esa necesidad universal que nos lleva a todos a crear más personas o tal vez tenga que ver con mi edad y la realización de que no estaré aquí para siempre, ya saben, todo aquello de dejar un legado. Al menos eso explica la búsqueda que he hecho por meses de un compañero canino y los momentos de regaño, consejo y conversación que he tenido con mis sobrinos este año. Un sobrino no es igual que un hijo y un perro mucho menos pero hay algo en la acción de cuidar a otro ser vivo y el vínculo que se establece que es difícil de pasar por alto. Tal vez debería conseguirme un cactus.
De cualquier forma, quería compartir estas cosas con ustedes porque aunque haya muchas cosas positivas en mi vida a veces hay necesidades importantes que no están satisfechas y eso le pasa a todo el mundo. A uno le toca intentar y encontrar la manera de satisfacerlas pero, mientras eso se logra, puede uno experimentar mucha frustración. ¿Quién se identifica? ¿Cómo ha sido su año? ¿Ya hicieron su evaluación?
Déjenme saber en los comentarios o al menos tomen el tiempo de sentarse consigo mismos(as) para preguntarse sobre las cosas buenas y no tan buenas que han sucedido en 2018.
Hoy es el día del espíritu. Para quienes no sepan de qué se trata, este día se utiliza desde hace años para conscientizar a la población sobre los daños que provoca el bullying a nuestros adolescentes, en especial el bullying por tener una sexualidad diferente a la de la mayoría. La costumbre de utilizar un día para esto inició luego de que se reportaran varias muertes por suicidio de chicos sexualmente diversos que habían sufrido de acoso escolar en los Estados Unidos.
Como parte de la campaña de prevención, cada año en el día del espíritu (spirit day) las personas y organizaciones que apoyan a la comunidad sexualmente diversa visten sus redes sociales de color morado y cada individuo lleva prendas de vestir de dicho color en su jornada laboral, escolar, etc.
Es importante recordar en un día como este que nuestros jóvenes LGBT están en mayor riesgo de presentar ideas suicidas y de hacer intentos de suicidio que sus contrapartes heterosexuales y que esto se da, en gran parte, por el rechazo social y las agresiones constantes que muchos reciben en sus hogares, colegios, comunidades, iglesias y demás.esiones constantes que muchos reciben en sus hogares, colegios, comunidades, iglesias y demás.
Este año el día del espíritu se da en medio de conversaciones sobre la naturaleza de las personas trans, quienes han saltado al ojo público en las últimas semanas debido a la participación de un par de chicas trans en un evento de cultura popular: el concurso Miss Universo. Dicho concurso, que tiene menos relevancia en cada entrega en medio del tsunami de contenido mediático y de cambios culturales que vivimos, puede ser visto como un problema en sí mismo pero ha logrado captar la atención este año y traer a la mesa, para bien o para mal, una conversación impotante sobre diversidad sexual, discriminación, rechazo social y suicidio.
Es cierto, tal vez en las redes sociales no se habla específicamente de suicidios cuando la gente aborda el tema del Miss Universo, pero la cantidad de memes, comentarios burlones, chistes malintencionados y ataques personales que vemos referentes al tema no me permite más que pensar en el acoso escolar que nuestros chicos LGBT han enfrentado a lo interno de sus comunidades durante generaciones y que hoy día se da en las redes sociales con lo que conocemos como Cyberbullying.
¿Qué nos está pasando? ¿Por qué hacemos comentarios malintencionados sobre la sexualidad de la representante española y su identidad de género? ¿Son todos estos comentarios muestras de la llamada “transfobia”? ¿Qué repercuciones puede tener, no solo en ella como blanco de dichos ataques, sino en todas las personas trans que observan estas agresiones desde las pantallas de sus celulares? ¿Por qué hay personas gay, lesbianas y bisexuales que también esparcen estas agresiones? ¿No somos todos parte de la misma comunidad?
La realidad es que la identidad de género es el elemento de la sexualidad menos entendido para todas las personas, lo es para las pesonas heterosexuales (la mayoría de la población), lo es para las personas trans (cuya identidad de género es distinta a la esperada dada su anatomía), lo es para las personas intersexuales (cuya anatomía genital puede ser indiferenciada en alguna medida) y para las personas lesbianas, gay y bisexuales (quienes suelen presentar una identidad de género y anatomía esperada pero cuyas orientaciones sexuales son diferentes a la heterosexual). ¿Complicado? Déjenme hacerlo sencillo: la identidad de género es un elemento abstracto de la sexualidad, no se ve sino que se siente y se sabe y, por eso, es difícil de entender para todas las personas.
Hay al menos 2 tipos de chistes sobre esto, el chiste que tiene intención de entender, como quien hace bromas con un concepto nuevo que aún está aprendiendo y que le sirven para incorporar una idea y el chiste agresivo que rechaza una realidad que nos resulta incómoda por alguna razón. Las repercusiones de ambos tipos de bromas y comentarios son demasiado complejas para ser predecibles en su mayoría, sin embargo ya estamos recibiendo reportes de personas trans presentando síntomas de ansiedad, depresión e ideaciones suicidas frente a la lluvia de comentarios malintencionados que han aparecido recientemente.
Por su parte, las personas con orientación sexual distinta (quienes suelen no ser personas trans) se encuentran, en su mayoría, alejadas de la realidad de la transgeneridad y es importante revisar con cada una qué sostiene sus ataques a este otro sector de la comunidad diversa pero, como grupo, podríamos hipotetizar que la comunidad LGBT no se comporta a veces como una comunidad sino un grupo de individuos que, todos juntos, son diferentes a la mayoría pero que pueden muy bien no tener mucho en común entre sí, como cuando muchas personas emigran de un país y luego se juntan en el país vecino solo porque tienen en común la nacionalidad pero en su propio país nunca se habrían hablado. Muchas personas homosexuales o bisexuales no saben mucho sobre la transgeneridad ni se les antoja aprender sobre el tema porque no es parte de su realidad, de la misma manera que la persona heterosexual se encuentra alejada de la realidad homosexual y bisexual. Esa distancia entre nuestra realidad y la del otro facilita la burla insensible y aumenta el calibre de esfuerzo que se debe hacer para tener un acercamiento empático.
En el marco del día del espíritu de este año es muy importante tener en cuenta que la realidad del bullying se ha vuelto cyberbullying, lo cual incrementa su impacto, que las personas sexualmente diversas más afectadas hoy día son las personas trans, quienes tienen un riesgo de presentar comportamientos suicidas incluso mayor que las personas homosexuales y bisexuales, y que vestirse de morado y colgar una foto en redes sociales no es la única manifestación que debemos hacer. Nos toca prestar atención a cómo podemos afectar negativamente a otros y entablar conversaciones con quien nos envíe mensajes, memes, burlas y comentarios agresivos hacia personas LGBT en general y personas trans en particular. Todas las vidas son importantes y así como no sabemos el impacto que puede tener un meme en alguien que lo recibe por su celular, tampoco sabemos el bien que podemos hacer si alguien observa que algunos de nosotros nos oponemos al acoso y a la agresión.
Lo que haces cuenta, así que toca decidir si esparcir agresión o esperanza.
Sucedió que hace un par de semanas estuve de vacaciones y aproveché los días para viajar a la llamada ciudad que nunca duerme. NuevaYork es un escenario inmenso, que te provee de posibilidades ilimitadas, puedes encontrar lo que quieras si sabes dónde buscar y quienes pasan por la isla de Manhattan lo hacen por razones tan diversas que listarlas aquí sería una tarea interminable. En mi caso, esta vez fui por el teatro.
Muchos saben que Broadway es una especie de capital del teatro en este hemisferio, las historias que se cuentan en las tablas y la calidad con que se presentan son incuestionables. Y ahí estaba yo, junto a mi compañero de aventuras, camino a una semana de ver teatro musical, el cual ocupa un lugar especial en el corazón de este terapeuta.
Hace meses el Spotify me sugirió una canción llamada “Disappear” de un musical que no conocía, al revisar el resto del “soundtrack” no pude menos que obsesionarme con la obra. DearEvanHansen cuenta la historia de un adolescente de 17 años con ansiedad social, medicado, con una gran dificultad para conectarse con propios y extraños que contrasta significativamente con la época que vive (vivimos), en que las redes socialesy la presencia digital nos “acercan” más que nunca.
Evan, el protagonista, quien vive solo con una madre que hace malabarismos para suplir las necesidades económicas y emocionales de su hijo, se encuentra en una situación complicada cuando Connor (un compañero de clase) muere por suicidio y los padres de éste último suponen que Evan y Connor eran mejores amigos. Evan, por circunstancias personales, afirma que así es y da inicio a una espiral de mentiras que termina por atraparlo, no sin antes permitirle conocer a profundidad a la familia de Connor y verse tentado a satisfacer algunas necesidades a través de ellos.
Este musical nos hace pensar en temas importantes de saludmental como las dificultades adolescentes, la resiliencia del humano, la inevitable confusión de los padres en la crianza de los hijos, las necesidades afectivas y el papel que juegan en esa bifurcación entre el crecimiento sano y el desarrollo de síntomas de enfermedad mental como la ansiedad, la depresión y, finalmente, el suicidio. Acompañar a Evan en esas 2 horas de función significa llorar sus penas, cuestionar las tuyas y saber, en medio de la sala oscura del teatro, que todos a tu alrededor están atravezando el mismo proceso porque todos sollozan también. No sé cómo estos actores hacen este trabajo tan impecable 8 veces por semana, pero les estoy muy agradecido por una experiencia emocional tan especial.
Les invito a conocer más de Dear Evan Hansen, no es necesario ir a broadway para tener acceso a una parte importantísima de la experiencia: la música. En cualquier servicio de música que utilicen pueden encontrarla. Mis favoritas son “Waving through a window” en donde vemos la experiencia interna de una persona con ansiedad social y “Requiem” en que una familia de sobrevivientes al suicidio cuestionan sus reacciones ante una pérdida tan terrible. “To break in a glove” nos muestra la necesidad universal de aprender y enseñar que existe entre hijos y padres y “So big / So small” nos lleva directo al origen de todas las ansiedades: las pérdidas termpanas que producen sensación de abandono o desprotección.
Esta semana inicia el mes de la concientización sobre la salud mental, la prevención del bullying y del suicidio y todos estamos haciendo nuestra parte para informar y prevenir. Una buena forma de aprender sobre estos temas es acercarse a la experiencia interna de quienes los viven y pocos canales son más efectivos para lograr esto que el arte. Si toman mi recomendación déjenme saber qué les pareció la música de la obra, qué pensaron o si se identificaron con alguna pieza en particular.
Estas son algunas señales de nos indican que estamos en una relación de abuso, presta atención y toma medidas a tiempo para detener la agresión y evitar la violencia.
¿Qué otras cosas consideras como señales de abuso? Déjame saber en los comentarios y así contribuimos a la conversación.
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Antes nos conocíamos en vivo, hoy día usamos apps de citas. De cualquier forma ¿Qué debemos tener en cuenta al conocer a otro? En este vídeo conversamos sobre puntos básicos que todos(as) debemos tomar en cuenta en las primeras etapas de una relación. Hablemos sobre encontrarse, conocerse y hacer acuerdos.