Efectivamente, «the L word» parece ser el equivalente de «Queer as Folk«, una serie británica que luego tuvo una versión americana que duró cinco años. Como parte de hacer mi tesis, mi director ponente me dijo que revisara bien cómo se muestra a la comunidad homosexual en los medios y vi varias películas, páginas de internet, leí revistas dirigidas a la comunidad gay (como the advocate, por ejemplo) y vi la serie completa de «Queer as Folk» que, curiosamente, en la televisión canadiense tenía al inicio de cada episodio una aclaración diciendo que la serie retrataba la vida de 5 amigos homosexuales, no de todos los homosexuales y que no era su intención que se generalizara a partir de su serie de televisión sobre la forma de vida de la comunidad homosexual.

Estoy de acuerdo en que no se debe partir de lo que se ve en estos programas para tratar de entender a cada homosexual o lesbiana en el mundo. Cada uno es, después de todo y como cualquier otra persona, único e irrepetible y no tiene por qué encajar en las imágenes comercializadas de las lesbianas y los homosexuales que se presentan en televisión. De la misma forma en que muchos personajes latinos de otros «shows» son siempre presentados como ladrones o sirvientes de gente blanca y todos sabemos que esto no es necesariamente así, ni siquiera en los Estados Unidos.

Una cosa que me llamó la atención sobre Queer as Folk, cuyo nombre surge de un refrán inglés antiguo que significa algo así como «tan raro como los demás» y habla de que todas las personas tenemos nuestras peculiaridades y somos extrañas, por decir lo menos, es que la serie causó mucho revuelo, pero no siento lo mismo con «the L word». Debo admitir, sin embargo, que no sigo esta última serie, solo he visto un par de episodios.

Una de las cosas que he observado (y esto es meramente una observación mía que puede muy bien estar errada) es, por ejemplo, que el lesbianismo está mucho más aceptado que la homosexualidad masculina. Muchos varones heterosexuales hasta sienten placer al ver a dos mujeres teniendo interacción sexual entre ellas pero, como dice Marina Castañeda en su libro, siempre y cuando ambas sean muy femeninas. Castañeda (1999) concluye algo supremamente interesante y que tal vez pueda ayudar a todos a comprender más el fenómeno de la homofobia: El temor y rechazo a la gente homosexual no se basa tanto en que sean personas del mismo sexo que sostienen una relación entre sí, sino en el temor primitivo de muchas personas a la posibilidad de que exista un cambio de género. Es decir, las lesbianas son excitantes para los varones heterosexuales, siempre y cuando ambas sean femeninas, es decir, siempre y cuando la expresión de género que poseen sea la que esos varones heterosexuales consideran que corresponde a la mujer. Nunca se ha visto a la lesbiana «butch» en la pornografía heterosexual, por ejemplo. Al mismo tiempo, apunta Castañeda, la pornografía gay para hombres presenta siempre a varones con signos exagerados de virilidad (grandes músculos, vello facial, rudeza o penes supuestamente enormes, etc.) que dejan de lado cualquier duda sobre su hombría y cualquier posibilidad de ser percibidos como femeninos.

Lo anterior me hizo pensar que la cruzada homosexual por los derechos no necesariamente va en buen camino. Tal vez a lo que debamos apuntar es a la educación y a estrategias que hagan al mainstream heterosexista darse cuenta que aunque seas el hombre más homosexual del mundo o la mujer más lesbiana que ha existido (si es que hay grados, como decía Kinsey), nunca dejarás de ser hombre o mujer. Sencillamente serás un hombre o mujer no heterosexual, sin importar tanto cómo expreses tu género.

¿Alguna idea sobre estrategias que nos lleven a difundir esto? Pueden usar el enlace para comentarios al final de esta entrada y dejarla ahí.

Saludos,