Ni con el pétalo de una rosa
Hace unos días me reuní con un buen amigo que me pidió le echara una mano con algunos personajes de su nueva obra. Mi amigo es escritor y ha sido mi director en obras de teatro anteriores así que hemos trabajado juntos en un par de ocasiones. Su nueva historia es genial porque toca el tema de la definición personal y la cuestión de qué nos hace lo que somos, esa especie de determinismo sociocultural o el funcionamiento de nuestro cuerpo versus lo que pensamos y sentimos de nosotros mismos y como nos definimos desde nuestra propia intimidad psíquica. ¿Quiénes somos? ¿Qué hace que seamos quien creemos ser?
Alrededor de esa reunión mi ciudad estuvo enardecida por algunos eventos que saltaron a la redes sociales gracias a vídeos obtenidos con un celular. Uno de esos eventos fue el enfrentamiento entre una chica con un bate de aluminio y un dentista de la localidad. Debo aclarar que no conozco a ninguno de los implicados ni las razones que tuvieron para actuar de la manera en que lo hicieron, pero ver el vídeo y la reacción de las personas en las redes sociales me hizo pensar nuevamente sobre cómo nos definimos.
Descripción de los hechos: En el vídeo se ve una especie de persecusión entre dos autos, un Porsche es seguido por un Hyundai i10 quien se acerca al primero en un semáforo en rojo. La conductora del Hyundai saca un bate de aluminio por la ventana y parece golpear al Porsche. El semáforo cambia a verde y el Porsche hace un giro ilegal en un aparente intento de evadir al Hyundai mientras toda la acción es grabada con un celular desde un auto que sigue a ambos. En el vídeo se pierde a los sujetos por unos segundos y, al encontrarlos nuevamente vemos que la conductora del Hyundai es una mujer joven que se baja del auto con un bate de aluminio y enfrenta al conductor del Porsche (varón adulto que ya se encuentra de pie fuera de su auto). La mujer se ve muy agitada, levanta la mano que tiene libre y se ve que mueve su cabeza mientras le grita cosas al otro conductor a muy corta distancia. Es una escena que no se ve en Panamá my seguido y mucho menos en las redes sociales. En el vídeo no se logra escuchar la interacción verbal entre ambos pero, de pronto, el hombre toma a la mujer por el cuello y se inicia una pelea física. Luego de ser separados por un testigo (había otros pero ninguno intervino) la chica termina con el rostro lastimado y el hombre hace gestos de mantener su distancia mientras ella le grita “maricón” y “todo porque tiene un porsche”.
¿Hasta ahí vamos bien? Vaya, no vamos bien (como sociedad) pero saben a lo que me refiero. Los twits y posts de Facebook no se hicieron esperar, las noticias en televisión también dedicaron considerable tiempo al evento y, aunque no estoy de acuerdo con manifestaciones de violencia como esa, ya que se dieron creo que tenemos la oportunidad y la responsabilidad de pensar al respecto.
Algo que llamó poderosamente mi atención fue la manera en que se dividió la opinión pública: algunos decían que el hombre era “poco hombre” o “maricón” (ya ven como la gente equipara la falta de hombría con la mariconez), que pase lo que pase “a la mujer no se le pega ni con el pétalo de una rosa” y que «golpear a una dama no es de caballeros” así que no debe hacerse sin importar qué. Otra gran parte de los comentarios decían que la mujer “se bajó del carro rofeando” (así le decimos en Panamá a la provocación agresiva), que debido a eso ella se merecía la respuesta física del hombre “para que respete” y hasta leí comentarios como “de qué estamos hablando? si ella es un hombre” refiriéndose a la actitud presentaba por ella. Algunos tomaron una postura más conciliadora y se notaba que hacían el esfuerzo de mantenerse objetivos, alegando que nadie debe provocar o responder a otros con violencia y tratando de no tomar un bando o el otro.
Es difícil no caer en la tentación de ver el evento en términos parciales así que volvamos a la pregunta en la reunión con mi amigo y analicemos los comentarios de la gente y el proceso subyacente más que el hecho en sí. ¿Quiénes somos? ¿Qué hace que seamos quienes creemos ser?
En términos de los géneros habría que pensar en qué define a un hombre y a una mujer. ¿Es el acto violento (inicial o reactivo) algo que pertenece únicamente a uno de los géneros?¿Son las mujeres capaces de agresiones físicas importantes hacia otras personas?¿Las manifestaciones violentas/agresivas las hace menos mujeres?¿Son las mujeres “damas” a pesar de sus manifestaciones violentas?¿Debemos siempre ver a las mujeres como damiselas en apuros solo porque no tienen pene y testículos? Por otro lado, si la violencia pertenece únicamente al género masculino ¿Deben los hombres abstenerse de cualquier acto violento a pesar de ser dichos actos definitorios de su masculinidad?¿Cuáles son los blancos permitidos para dicha agresión?¿Deberían existir blancos permitidos para la agresión?¿Qué significado hay en eso de “ni con el pétalo de una rosa”?
No me malentiendan, estoy absolutamente en contra de la agresión hacia mujeres, eso no está en cuestión, pero sucede que también estoy en contra de la agresión hacia hombres. Después de todo, nosotros también sangramos, a nosotros también nos duele y aquello de definir la masculinidad en base a cuánto dolor puedes soportar sin pedir ayuda o reaccionar es precisamente lo que evita que los hombres vayan al médico hasta que enteramente no puedan con sus dolencias. Muchos hombres pudieron haber vivido por muchos años más si hubiesen pedido ayuda a tiempo por alguna dolencia física, si quieren hablamos del cáncer, mi abuelo murió por no pedir ayuda a tiempo, podríamos decir que su cultura y la manera en que definía su masculinidad lo mató o, al menos, contribuyó a acortar su vida. Por qué creen que hacemos campañas para que los hombres se atrevan a hacerse el examen del tacto rectal si no es porque muchos no piden ayuda y además se sienten menos hombres por la idea equivocada de que un tacto rectal los hace parecer homosexuales y como los homosexuales son menos hombres pues… volvemos al inicio. ¿Cuántos de ustedes conocen casos similares? Yo conozco varios y, aunque pareciera que me salgo del tema es importante observar como el evento violento entre los dos conductores tiene como base un enredo de definiciones sobre género y permisos para la violencia.
Pareciera que existe un acuerdo social tácito que indica que el hombre solo puede ser agresivo hacia otros hombres, después de todo, el refrán dice que “a la mujer” no se le toca ni con el pétalo de una rosa, pero de eso se desprende algo importante y es que sí existe permiso para la agresión y la violencia entre varones. A riesgo de sonar como alguien que vive en otro planeta, mi pregunta es ¿Por qué nosotros sí podemos ser blancos de ataques? Sin importar de quién venga la agresión, no está bien que haya permiso para ser blanco de la misma solo porque tus genitales son externos. Por otro lado, si entiendo bien esos acuerdos tácitos, abstenerte de ser agresivo te hace menos hombre, porque ser agresivo es característico de la masculinidad, pero cuando eres agresivo entonces te llaman “maricón” significando esto que eres menos hombre ¿Ven el sinsentido? Ah! claro, el detalle que resolvería el enredo es el género del blanco de la agresión, así que para conservar tu masculinidad debes ser agresivo pero solo hacia otros hombres. Buena vaina! ¿Podríamos estar de acuerdo en que eso no resuelve nada? Me veo tentado a complicar más las cosas y preguntarles a los defensores de la división tradicional de géneros cómo justifican la violencia hacia las chicas trans, que son mujeres pero a nadie parece molestarle que las golpeen, las corten o hasta las maten. Pareciera que seguimos definiendo aquello de hombre y mujer a través del cuerpo y no a través de como nos sentimos a nosotros mismos. Pareciera que nos importa más el hardware que el software, y se entiende, porque con tanto update social a lo largo de la historia nuestro software de género tiene muchos bugs e incompatibilidades a las que debemos prestar atención pero que nos confunden demasiado, así que decidir quien es hombre y quien mujer en base al cuerpo es lo más fácil.
Al final, las mujeres sí son capaces de manifestaciones agresivas, no por ser mujeres sino por ser seres humanos y eso no las hace menos mujeres. Todos, en circunstancias propicias, somos capaces de atacar a otros o a nosotros mismos. Aquello es parte de nuestros aspectos primitivos, después de todo no salimos ya civilizados del útero de nuestras madres. En cuanto a lo de ser damas pues tendríamos que definir dicho término pero les aseguro que tener vagina en lugar de pene no te hace una mansa criatura indefensa y tampoco tienes que serlo si no quieres, esto último es una decisión de cada quien y es una de las maravillas de vivir en el siglo XXI.
En este momento de la historia tal vez deberíamos repensar lo que nos han enseñado y lo que le enseñamos a nuestros niños y niñas. No podemos seguir pasando lecciones en automático solo porque así fueron pasadas a nosotros por nuestros padres o maestros. Frases como “a la mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa” fueron enseñadas para evitar la violencia contra la mujer y, en ese sentido, la intención es buena. Sin embargo también existen otras caras, otras lecciones que estamos enseñando con eso, por ejemplo que la mujer es débil y que a los varones sí se les puede amenazar o golpear, ya no con una rosa sino tal vez… no sé… con un bate de aluminio?
Por último, otra frase de la que debemos deshacernos es “el hombre llega hasta donde la mujer le permite”, la cual se usa mucho en referencia al acto sexual. Este tipo de frases nuevamente presentan al hombre como un ser primitivo sin control de sus impulsos sexuales y, en ese sentido, le quitan responsabilidad y preparan el terreno para confusiones en casos de mujeres violadas por hombres, porque seguramente “ella se lo buscó por estar vestida así” o “bueno, es que él es hombre, ella lo provocó”, además de ejercer mucha presión social en los hombres para comportarse “como hombres” lo cual implica que tienen que lanzar el gancho a ver si pescan algo con cuanta mujer se les pase por enfrente. No necesitaríamos leyes anti piropos si realmente revisáramos lo que estamos enseñando a nuestros niños, porque cada quien sería responsable de su comportamiento y, además, tendría mayor capacidad para decidir qué hacer ya no basado en refranes o frases hechas y repetidas (mas no pensadas) hasta el cansancio en la primaria, sino en base a la empatía con los demás seres humanos.
Todos tenemos que controlar nuestros impulsos primitivos, sexualidad y agresión son dos de nuestros aspectos más tempranos y no es casual que sean estos aspectos los que generan este tipo de confusión y problemática en nuestro llamado mundo civilizado.
Así que es hora de revisar lo que aprendimos y lo que enseñamos en términos de masculinidad y feminidad y tal vez volver al principio para aclarar las cosas. Es hora de preguntarnos ¿Quiénes somos? y ¿Qué hace que seamos lo que creemos ser?