Un artículo en la Prensa Web se titula «Un joven no puede ser gay» (click en el título para ir al artículo original) y fue publicado el 27 de enero de este año.

Luego de leer el artículo pienso que es interesante y provechoso que se sigan tocando temas referentes a la diversidad sexual y, como siempre, veo que el asunto de las orientaciones sexuales parece ser lo que más se necesita tratar.

Pues bien, en el artículo hay un comentario del Antropólogo Dionisio Huellas, a quien se cita diciendo:

«Las personas que están destinadas a ser homosexuales, según las estadísticas mundiales cerca del 8% de la población mundial, lo son desde que nacen, porque aunque mucho se discuta sobre el tema tiene su origen en la genética. Ahora siempre habrá discusión con relación a este punto«

Me preguntaría yo cuáles estudios estimaron ese porcentaje (que ni Kinsey se atrevió a asegurar) y cómo se compagina el dato numérico con el concepto de destino. Pero eso es una exquisitez mía, sí que lo es.

En realidad creo que el Antropólogo Huellas tiene razón en un punto, en que «siempre habrá discusión» sobre el tema del origen de las orientaciones sexuales distintas a la heterosexual. Sin embargo, como he dicho en otras entradas, considero aún más importante, mientras no podamos conocer en detalle y con certeza de donde sale la homosexualidad, ser responsables y hacernos la siguiente pregunta: ¿Por qué queremos saber?

Querer saber no está mal, pero si nos esforzamos en vender la idea de un determinismo biológico o nos aferramos sin pruebas a la inalterabilidad de un determinismo psíquico, correremos el riesgo de perder de vista nuestras propias motivaciones detrás de esa rigidez. Antes de saber es importante preguntarnos por qué queremos saber.

Considero sin temor a equivocarme, que en un momento de la historia en que todavía no tenemos una respuesta sobre el origen de las orientaciones sexuales, negar la interrelación de la psique y el soma, de lo biológico y lo relacional, podría estar evidenciando nuestras propias ansiedades frente al tema. Poder manejar ese «no saber» es algo muy importante en esta área de estudio.

Por otro lado, el Psicólogo Rennato Camarena, a quien no conozco (a Huellas tampoco tengo el placer de conocerle) es citado mientras explica que la homosexualidad no siempre aparece desde temprana edad:

«He tenido pacientes que a sus 30 años buscan ayuda profesional porque empiezan a sentir este sentimiento que jamás habían experimentado»

No conozco a sus pacientes, pero yo también he tenido este tipo de casos y considero importante mencionar que muchas veces el impulso existía de manera previa, pero no era admitido por el individuo de forma consciente, por lo cual su homosexualidad estuvo ahí seguramente desde tiempo atrás pero pudo manifestarse únicamente luego que algunos elementos (internos o del medio) lo facilitaron.

Por otro lado, otra parte del artículo dice:

«Por ende, Camarena cree que desde que un padre nota que un hijo muestra esta atracción, debe abrirle las puertas al diálogo y ayudarlo a recibir atención. «Al principio puede ser confusión, pero si no se hace nada puede convertirse en su modo de vida».»

Creo que abrirle las puertas al diálogo sería fantástico, pero aquello de «si no se hace nada puede convertirse en su modo de vida» suena a que ser homosexual es algo malsano o indeseable. Seguramente ser homosexual en la Latinoamérica del cambio de siglo es difícil, pero el problema no viene con la homosexualidad, como hemos visto en otras entradas.

Esos fueron mis comentarios, sé que Alejandro Cantón también hizo los suyos (el link a su blog está en la columna derecha) y, quien quiera leer el artículo original puede usar el enlace que dejé al principio de esta entrada o hacer click aquí.

Saludos,