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«Por siempre orgulloso»

La marcha del orgullo o Pride fue hace unos días en Panamá, me encantó marchar con tanta gente y sentir, por una vez al año, que puedo agarrarle la mano a mi pareja en público y que la gente alrededor estaría bien con eso. Que no recibiría ataques, críticas o malas miradas. Apenas terminaron las festividades fuimos a comer en grupo. Al caminar de regreso a casa, ya entrada la noche, me di cuenta que no me sentía igual, que había vuelto a la situación en la que tomarle de la mano en público podía representar un riesgo para mí. Por eso marchamos, en el sentido más básico es para que algún día no tengamos que esperar todo un año para sentirnos seguros de expresar afecto en nuestro propio país.
Solo han pasado unos días y hoy habrá una marcha que se denomina «a favor de la familia tradicional» pero que en su discurso invalida a los demás tipos de familia, llama «aberraciones» a la gente homosexual, equipara la homosexualidad con la pedofilia y se opone abierta y directamente a la aprobación del matrimonio igualitario. En su discurso es evidente que intencionalmente tratan de mantener a sus seguidores sumidos en la ignorancia. Mantener a la gente en la ignorancia es necesario para manipularla, quien tiene conocimiento puede pensar por sí mismo y darse cuenta de los engaños, así que la estrategia de estos grupos es propagar el temor y limitar la información veraz, seria y constatable.
He visto en redes comentarios de algunas personas preguntando cuál es la diferencia entre la marcha del orgullo y la marcha «pro familia» y por qué una es válida y la otra no. Después de todo, en un país que aspira a tener derechos igualitarios debería haber espacio para que todos se manifiesten. La respuesta a esta pregunta es sencilla, la marcha del orgullo se crea para visibilizar a una comunidad que ha sido atacada tradicionalmente, para garantizar los derechos humanos de todos y para recordar que todos los seres humanos somos distintos pero que seguimos siendo humanos y merecemos el mismo respeto y trato justo.

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«Recuerda, en lo que a todos respecta somos una familia buena y normal»

Por otro lado, la marcha «pro familia» se realiza específicamente para oponerse al matrimonio igualitario y a que las personas homosexuales puedan conformar una familia, lo cual, para quien no lo sepa, es un derecho humano universal.  La marcha «pro familia» no ataca temas como la infidelidad, el maltrato, la violencia doméstica, el divorcio, el uso de drogas, la corrupción, el abuso sexual y demás situaciones que son atentados directos a la salud de todo tipo de familias sino que, en su lugar, se centra en evitar que un grupo minoritario (en este caso la gente LGBTIQ) goce de los mismos derechos que el resto de la humanidad.

En resumen, una marcha busca la igualdad de derechos y la otra promueve la negación de esos derechos a un grupo de personas debido a su sexualidad. Por eso una marcha es válidad y sana y la otra no, porque la segunda busca discriminar y violentar los derechos de un grupo. Lo anterior genera muchos problemas de salud mental en los ciudadanos que presencian estas manifestaciones, gracias a ellas se perpetúa el bullying, el maltrato dentro de los hogares, se invalida la dignidad de las personas porque sus familias no son tradicionales (tal vez porque no tiene papá o mamá o porque los crió su abuela o un hermano mayor) y se crean síntomas de ansiedad y depresión que incluyen ideación e intentos suicidas en aquellos a quienes se les niegan sus derechos humanos de manera sistemática. Yo lo veo en la clínica todos los días.
Es hora de que tú que me lees decidas de qué lado de la historia quieres estar porque, al ser distinto, uno sabe que no hay terreno gris cuando se trata de derechos humanos.
Un abrazo y que estén bien.
Dr. Alvaro