Las respuestas a la entrada “Un lugar seguro” han sido varias y muy provechosas, gracias por eso y sigan enviándolas.  Mientras se sigue formando ese proyecto, continuemos con las entradas del blog.

Mi amigo Lox y yo hablábamos el otro día sobre las dificultades de iniciar una nueva relación de pareja y las cosas que pueden “hacer ruido” (como digo yo) al momento de entablar un contacto nuevo.  Lox me decía que en un país como este hay cosas que no se pueden evitar, como la alta probabilidad de conocer a alguien, gustarse y darse cuenta, a través de conocerse y hablar del pasado de cada quien, que son “hermanitos de leche” (no vamos a explicar nada).

Ok, sí vamos a explicar: los hermanitos de leche (qué feo suena eso) son dos hombres que han tenido un compañero sexual en común.  Es decir, A y B se conocen y se dan cuenta que ambos, en algún momento de su historia, mantuvieron contacto sexual con C.  Por lo tanto A y B son “hermanitos de leche”.  ¿Cómo? ¿Por qué de leche? Eso sí que no lo voy a explicar.

Luego de reír por un rato pensé en lo común que resulta esto y en las veces que se ha repetido esta historia.  Panamá es un pañuelo y aquello de los seis grados de separación parece ser bastante cierto, así que ¿Cómo evitar que esa realidad afecte demasiado la relación que empieza a formarse? ¿Pueden los “hermanitos” mantener un “amor incestuoso” sin que esto moleste su interacción?

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La respuesta, como siempre, está dentro de cada miembro de la nueva pareja y será distinta para cada uno.  Pero no se puede negar que encontrarse “emparentado” con un nuevo conocido, parece ser algo común para mucha gente.

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