“Mascarada, desfile de rostros de papel. Mascarada, oculta tu rostro para que el mundo nunca te encuentre.”

Esa es una traducción aproximada de la letra de una canción del musical “Phantom of the Opera” (El Fantasma de la Ópera). Hace varios días que he estado pensando en el gran baile de disfraces de la vida y cómo las personas cambiamos de “máscara” dependiendo de la ocasión. Nadie se comporta de la misma manera en su trabajo que en su casa, y eso no tiene nada de raro o malo. Aunque todos tenemos una “máscara social” que guarda nuestra privacidad para momentos más íntimos (lo cual es bastante sano), también es cierto que aquello de “what you see is what you get” se ha perdido mucho y el empleo excesivo de las máscaras sociales puede convertirse en un problema si no prestamos atención.

masqueradeEl establecimiento de relaciones sociales y de pareja suele iniciar con la presentación de una máscara social. Nadie muestra sus malas mañas antes que sus virtudes cuando pretende atraer la atención de una potencial pareja. Si estás tratando de conseguir un nuevo trabajo no inicias tu entrevista diciendo “bueno, normalmente llego tarde a la oficina”. Los candidatos a puestos de elección pública se presentarán con una sonrisa amistosa y diciendo tener las mejores intenciones, al tiempo que tratan de ocultar su deseo de poder y riquezas. Y este es un año de elecciones, así que nos toca prestar atención.

La vida es un baile de disfraces, un eterno martes de carnaval, con muchos secretos detrás de las máscaras que están (estamos) usando.