Una de las cosas más difíciles y más importantes de entrenar para las generaciones nuevas de psicólogos es la habilidad de estar presentes. Es un proceso que algunos reconocen como más femenino que masculino, aunque a mí no me gusta mucho dividirlo así pero es bastante sencillo de ver si se usan esas categorías. Estar presente se refiere a mucho más que la presencia física, estar psíquicamente presente incluye la observación de las demás personas y de nosotros mismos, en tiempo real, en términos afectivos, cognoscitivos y comportamentales. Estar presente es saber cómo me siento con lo que sucede, qué pienso de lo que sucede y cómo estoy reaccionando al respecto interna y externamente. Es un entrenamiento mental y una de las razones por las cuales los buenos terapeutas crecen con sus pacientes.
La importancia de estar presente puede ser advertida a través de otros contextos, uno la va encontrando a medida que se moviliza por diferentes terrenos y se integra a diferentes círculos. Me permito compartir los espacios en que he vuelto a descubrir dicha importancia. Por ejemplo, hacer ejercicio físico de manera regular y seria te hace descubrir la importancia de prestar atención a tu cuerpo en el momento de realizar la actividad, percibir y cuidar desde tu respiración hasta tu postura, el ritmo de tus movimientos o el ritmo cardiaco. También puede uno verlo en el teatro, en el esfuerzo consciente por dejar que la escena te sorprenda nuevamente en cada función, en el momento único que, a pesar de tener el mismo texto y los mismos movimientos, posee elementos capaces de producir reacciones en nosotros. En los dibujos, por otro lado, es importante apagar las voces críticas que existen en la cabeza y enfocarse en lo que uno siente y cómo lo visualiza en su mente, no en lo que se vería bien o mal según expectativas y reglas.
Cada persona tiene experiencias de vida y terrenos distintos, pero estoy seguro que en todos podríamos descubrir una y otra vez la importancia de estar presentes.
Finalmente, todos esos aprendizajes tienen un efecto en nuestra manera de relacionarnos con otras personas. Estar presentes significa ser espontáneos sin dejar de considerar consecuencias, significa leer al otro y a mí mismo y no imponerle demandas o pasarle facturas de mis heridas anteriores, significa vivir, no hacer como que uno vive mientras la mente está en el futuro o el pasado. Estar presente es ser auténtico y congruente con lo que se siente y suena mucho más sencillo de lo que es. Pero puede desarrollarse si aprendemos a distanciarnos de los contactos virtuales y a cultivar la interacción real con otros seres humanos en el día a día, a enviar el mensaje cuando nos hace o a decir lo que sentimos sin la vergûenza social que se nos ha impuesto por generaciones. Estar presente nos hace sentir vulnerables pero poco a poco uno va descubriendo que no hay estado de mayor fortaleza que ese.
Un abrazo y que estén bien,