Vivir una vida en la cual distintos aspectos de nuestra identidad estén integrados es una tarea difícil. Muchos de nosotros hemos pasado por esa parte del proceso hacia la integridad en que escondes quién eres de todos los demás. Luego lo escondes de unos cuantos, luego de muy pocas personas y eventualmente estás más cómodo con ser quien eres frente a quien sea (a menos que vivas en uno de esos países del medio oriente donde te pueden asesinar si eres gay).
Aunque es sabido que el proceso de vivir la propia diversidad es difícil en culturas como la nuestra, también es cierto que es un proceso necesario, no solo porque implica mayor salud mental para nosotros mismos como individuos sino porque tiene un efecto positivo para el resto de la comunidad.
Privacidad vs. Negación vs. Mentiras
Establezcamos una diferencia importante entre estos tres conceptos. Una cosa es que mantengas en privado tu vida, otra es que no te hayas enterado de tu propia diversidad y otra muy distinta es que plantes mentiras para mantener una fachada y que las personas se confundan.  A la privacidad tiene derecho todo el mundo y cada quien decide cuan reservado ser, al igual que a la negación (proceso psicológico inconsciente) el cual está de alguna manera fuera de nuestro control inmediato. Pero otra cosa muy distinta es casarse con mujeres (ya estén estas engañadas o no), hacer alarde de una heterosexualidad falsa y demás para intencionalmente producir confusión en la gente alrededor y sentirse más «a salvo».
Cada vez que alguien oculta su propia identidad y cae en el juego de pretender ser algo que no es, no solo anula un aspecto de sí mismo (lo cual merma su salud mental) sino que envía un mensaje a todos a su alrededor indicando que eso que oculta «es malo» o «es inaceptable» incluso para sí mismo. Allí es donde nos hacen daño a todos los demás, porque cada historia de vida es una oportunidad para dar una lección a los demás y acercarlos a la aceptación del prójimo y, cuando escondemos quienes somos solo por nuestro propio temor a ser rechazados lo que acabamos fomentando es precisamente ese rechazo en una escala mayor, porque ya le hicimos saber a aquellos que nos rodean que ser lo que somos está mal incluso ante nosotros mismos.
Es importante ser responsables de nuestras vidas y de quienes somos; hombres, mujeres, homosexuales, heterosexuales, lesbianas, transgénero, bisexuales, pansexuales, etc. No importa lo que seamos o cómo queramos definirnos (si es que aún necesitamos etiquetas), lo importante es serlo a cabalidad por nuestro bien y el de aquellos que nos acompañan en el camino de la vida.
Estamos juntos en esto y solo juntos podemos avanzar, mientras algunos de nosotros nos dejemos ganar por el temor como individuos, seguiremos a paso lento como comunidad. Así que, aunque el proceso de aceptación es único para cada individuo y tiene velocidades distintas, es importante estar siempre pendientes de que el proceso siga en movimiento. 
Saludos y que estén bien,