Ron es un hombre homosexual de 38 años, le conozco socialmente y me cuenta que salió con su pareja y otro amigo suyo este fin de semana, fueron a un bar de la localidad que parece ser muy popular entre varones homosexuales con cierto poder económico (y otros a quienes los primeros les resultan atractivos).

«Pedimos vodka con sangre, tú sabes, para identificarse» – me dice Ron y continuó – «¿y qué crees? pasa mi ex-compañero de trabajo y amigo desde niño Orlando, luego a lo lejos veo a otro compañero de oficina y este se hizo el que no me vio pero luego vino a saludar… no me importa que ellos lo sepan [que es homosexual], lo malo es que se vayan de la lengua y se lo digan a gente que te pierda el respeto por eso. Eso si no lo tolero.»

Analicemos ese pedazo del relato parte por parte:

En primer lugar, el vodka con sangre (Nota: yo no sabía qué era, pero me dice Ron que es vodka con cranberry, así que ya saben) cumplía la función de «identificarse» y, aunque lo dijo como broma, resulta interesante su mención y ese chiste nos indica que en alguna parte de la mente de Ron, tomar ese trago está asociado a la pertenencia al grupo de varones homosexuales y por lo tanto, es una forma de expresar su identidad.

Sin embargo, le resulta incómodo que esa identidad sobresalga fuera de determinado contexto. Él lo dice claramente «no me importa que ellos lo sepan, lo malo es que se vayan de la lengua y se lo digan a gente que te pierda el respeto por eso.»

¿Han escuchado alguna vez a un heterosexual decir eso? ¿Verdad que no?

Pareciera que la expresión de una identidad homosexual está restringida a momentos y espacios específicos, pareciera que muchos varones homosexuales se ven en la obligación de suprimir aspectos que sienten que pueden identificarlos como homosexuales y que son parte de ellos mismos a no ser que se encuentren en determinado contexto. En psicología eso sería una especie de disociación voluntaria de un aspecto de la identidad, es decir, algo que es parte de ti es forzado por ti mismo a mantenerse inoperante por un tiempo debido a requerimientos externos o internos. ¿Complicado? Es sencillo si lo ven en estos términos: la gente trata de no parecer lo que es, porque lo que son no es bien recibido y puede tener consecuencias negativas para ellos (como la «pérdida de respeto» que describe mi amigo).

La condición de ser homosexual en un país como este, empuja a miles de hombres (tal vez cientos de miles) como Ron a suprimir un aspecto suyo durante su vida pública o familiar, laboral o incluso matrimonial. Sin embargo, estos aspectos siguen siendo parte de la persona y por eso es común que el individuo busque espacios donde pueda expresar esta parte de su naturaleza. Al menos en ocasiones hay espacios y algunas personas tienen acceso a ellos, pero lo ideal sería que la gente no tuviese que suprimir quien es realmente para complacer a otro, porque verse forzado a hacerlo es la base la neurosis. La neurosis tiene que ver con el conflicto entre ser uno mismo y tener que parecer otra persona.

Todos los seres humanos crecemos en un círculo familiar donde aprendemos que algunas cosas que podemos hacer son permitidas y otras no. Ese proceso es importante porque es, por ejemplo, lo que evita que muchas personas se conviertan en delincuentes que atentan contra un orden social que permite el buen funcionamiento de los ciudadanos. No obstante, el lado oscuro de este proceso de socialización ocurre cuando se le indica a un individuo que algo que él o ella «es» (no algo que él o ella «hace») es inaceptable. Esto no produce una buena crianza de los hijos, sino que promueve una ruptura en la identidad.

Muchas personas incorporan estos patrones sobre lo que está bien y lo que está mal desde la infancia, es automático y varía de persona a persona porque todos tenemos familias distintas. Cuando alguien crece pensando que «ser homosexual» es negativo y llega a un momento de su vida en que descubre que es homosexual el problema se dispara, el conflicto entre ser y parecer.

Resolver ese conflicto es uno de los hitos más importantes en la vida de la mayoría de las personas, pero es crucial en personas con orientaciones sexuales distintas a la heterosexual. No significa que deban salir en televisión diciéndole a todo el mundo sobre su orientación sexual (de paso, si a alguien le sirve, también lo puede hacer), después de todo, los heterosexuales no lo hacen ¿o sí? Pero sí deben llegar a lograr una integración que tenga como resultado no necesitar suprimir su propia identidad.

Este asunto es algo muy serio, porque afecta la salud mental misma de un grupo muy numeroso de la sociedad. No estoy diciendo que Ron tenga problemas mentales, pero sí creo que es necesario que a un grupo tan importante de la población como la gente con orientaciones sexuales distintas a la heterosexual se le permita la posibilidad de sentirse integrado y completo, no teniendo que colocarse una máscara distinta dependiendo de la situación. Porque las máscaras psicológicas tienen una naturaleza muy traicionera; tienden a adherirse a la piel y cada vez que las quitas y las pones algunos restos se quedan pegados y acaban confundiendo a quien las porta.

Conclusiones:
1- La homosexualidad es más compleja de lo que la gente piensa.
2- Uno no puede apagar quien es, solo cubrirlo por un rato y con consecuencias muy negativas.
3- Para mejorar esta situación, el cambio debe venir de muchas partes, de que la gente no sienta vergüenza de quienes son y de que el público se dé cuenta que no debe medir esta situación con elementos de moral, sino con elementos de ética. ¿Saben la diferencia? lo dejo para otra entrada del blog, esta ya está muy larga.

Gracias por leer.