He estado muy ocupado recientemente escribiendo mi tesis sobre la atención psicoterapéutica a varones homosexuales. En mi cruzada por mejorar la atención y librarla de prejuicio contra la comunidad, he dejado muchas horas y perdido sudor, sangre y creo que hasta algo de piel. Todavía faltan muchas más horas, pero el final de este proyecto que me permitirá doctorarme se encuentra cerca. Por lo pronto, deseo mostrarles un pedacito de mi marco teórico, el cual ya ha sido terminado y está en proceso de revisión. A lo mejor tienen opiniones al respecto. Esta es una parte del apartado dedicado a la definición de la homosexualidad y en ella se hace un viraje hacia la definición de la masculinidad. Ahí va:

– Inicio del texto –

Finalmente, Lewes comenta lo siguiente:

Lo que sea la homosexualidad, no es una entidad clínica o un fenómeno psicológico unitario, sino que representa un amplio rango de comportamientos, organizaciones psíquicas, historias psicosexuales y líneas de desarrollo con procesos defensivos y formaciones de compromiso distintivas.” (Lewes, 1995)

Lo expuesto anteriormente presenta problemas para definir la homosexualidad de manera clara, pero también provoca preguntas sobre el concepto mismo de la masculinidad. Hay quien se ha referido a los varones homosexuales como expresiones de masculinidad alternativa y, a partir de esto, pareciera evidente que la masculinidad como tal requiere un adjetivo adicional para poder incluir a la homosexualidad dentro de su definición, no pudiendo contenerla por sí misma o resistiéndose a identificarse con ella. ¿Es un “varón homosexual” distinto a un “varón”? ¿Debemos entender de manera tácita que al emplear términos como “varón”, “hombre” o “masculinidad” nos estamos refiriendo a machos de la especie que se sienten y se piensan a sí mismos como hombres y poseen una orientación sexual heterosexual? ¿Son la homosexualidad y la masculinidad mutuamente excluyentes?

Es bien sabido que la identidad del hombre latinoamericano incluye varias características que, a manera de criterios de inclusión, deben cumplirse para ganar y mantener la membresía al círculo masculino, entre dichas características se encuentran: ser productivo y proveedor, competitivo, valiente, estar dispuesto a enfrentar peligros para proteger a la mujer y salir airoso de cada situación difícil o prueba que encare, realizar comportamientos que disipen cualquier duda sobre su orientación sexual (que debe ser heterosexual) y un sinnúmero más de rasgos obligados, entre los que se encuentra dejar claro que “no es una mujer” evitando incorporar cualquier característica tradicionalmente concebida como femenina, como la expresión afectiva honesta de afectos distintos a la rabia, la ira u otro similar. Una muestra de lo importante que ha sido para la masculinidad extirpar el componente homosexual de su identidad la apreciamos en el trabajo de un popular compositor panameño, conocido por escribir y cantar las realidades subjetivas del pueblo durante décadas, quien cuenta en una de sus canciones, titulada “El Nacimiento de Ramiro” la historia de un padre que recibe a su hijo recién nacido y pide a Dios únicamente dos cosas, en sus palabras: “que no me salga marica, que no me salga ladrón” (Rubén Blades, 1981).

Por otro lado, pareciera que la forma que ha tomado la identidad masculina se va desdibujando a medida que la identidad femenina va alterándose a sí misma como resultado, en parte, del movimiento feminista de las últimas décadas. Una realidad interesante de este proceso es que los roles típicamente masculinos parecen estar incluyendo nuevos papeles, como ser un padre más involucrado en el cuidado directo de los hijos o ser expresivo en cuanto al dolor afectivo o las emociones distintas de la rabia, sin embargo es incierto si estos nuevos roles se han integrado con los anteriores, si han venido a tomar su lugar o si constituyen una nueva y poderosa fuente de confusión para la, ya desarreglada, identidad masculina.

Diversos autores (Freud, 1905; Isay, 1989; Castañeda, 1999; Lewes, 1995) han definido o se han referido a la homosexualidad de distintas formas. Una traducción aproximada de las palabras de Richard Isay en su libro Being Homosexual es como sigue:

Los hombres homosexuales tienen una atracción erótica predominante hacia otros de su mismo sexo. Sus fantasías son siempre o casi completamente dirigidas hacia otros hombres y ha sido así desde la infancia. Debido a que el comportamiento sexual puede ser inhibido por presión social o por conflicto interno, un hombre no necesita involucrarse en actividad sexual para ser homosexual. Aquellos que tienen contactos homosexuales pero, debido a la censura social, conflictos intrapsíquicos o ambos, son incapaces de aceptar que son gay, también son homosexuales. Existen otros que ni siquiera tienen acceso conciente a sus fantasías homoeróticas porque las reprimen, suprimen o niegan. Sus fantasías se hacen más accesibles a ellos durante un análisis o psicoterapia bien llevada. También considero que estos son homosexuales.” (Isay, 1989)

– Fin del texto –

Bueno ¿Qué les parece por ahora esa parte?
¡Ah! quiero dejar bien claro que mi intención con el comentario sobre la canción de Rubén Blades no es tildarlo de homofóbico, simplemente reconocer que a través de su talento especial para captar las realidades del pueblo y hacerlas canción, ha podido transmitir el sentir de la comunidad de finales de los setenta y principios de los ochenta. Me pregunto cómo sería la letra de esa canción si Rubén la escribiera en la actualidad ¿Qué captaría esta vez con su visión de juglar?