«Oye» – dijo el uno, recostado en la cama junto a su nuevo centro gravitacional – «¿Con cuánta gente te has acostado?».
«A ver…» – el otro se llevó la mano a la cara, como cerrando los ojos para contar – «como veinte… give or take»
«Wow… veinte… veinte es un número… digo, considerando tu edad» – el uno no sabía bien qué decir mientras pesaba el significado de eso en su mente.
«Bueno, no es tanto… ¿y tú?» – Dijo el otro.
«Eh… bueno, déjame ver…» – el uno empezó a mover los dedos.
«¿Qué? ¿Tienes que contar? Ya vas a ver que me pasas» – dijo el dueño del record de 20.
«No, oye, no son tantos… son como… espera ¿a qué nos referimos con ‘acostarse’?» – preguntó el uno, por aquello de aclarar.
«¡Oh, por Dios!… seguramente me vas a pasar» – dijo el otro con una sonrisa en la cara.
«No, en serio… bueno, si pensamos en contacto de cualquier tipo desde…»
«Cualquier cosa sexual que no puedes hacer en público sin que te metan preso» – le interrumpió el otro.
«Ok… a ver… 1, 2, 3… 4… 5… no, ese no cuenta. 4, 5… 6 y 7. Siete, son siete» – Dijo el uno lleno de seguridad.
«¿Nada más?» – Preguntó el otro, incrédulo – «Pero si eres más viejo que yo. Eso es sin contar a tus parejas ¿verdad?».
«No, mis dos parejas incluidas. Bueno, sin contar a las mujeres.»
«Ajá! sigue contando!» – solicitó el otro mientras bromeaba poniendo cara de seriedad, como la que sólo es capaz de poner la monja más estricta de un colegio de señoritas.
«Hombre, que en ese caso son ocho, tampoco es para tanto… bueno, nueve lo más, por aquella muchacha que solo llegamos a foreplay pero que no quiso más por su religión» – aseguró el uno, mientras sonreía recordando aquella situación.
«Ah, ¿solo foreplay también cuenta?» – preguntó el otro.
«Fue foreplay intenso»
«Ok, no he dicho nada»
«Y, dime algo, con todos ellos… o sea ¿qué había ahí?» – inquirió el iniciador del intercambio.
«No, no, tal vez… fueron intentos de relaciones que no cuajaron» – dijo el otro, bajando la mirada.
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Este intercambio me llegó de una fuente cuyo nombre no puedo, no quiero, no debo publicar. Pero sucede que el intercambio continuó y, en lugar de seguir contando, me empiezo a preguntar cómo anda esto para las personas allá afuera. Un amigo mío, tres años mayor que yo, a quien pregunté anoche de manera casual con cuántas personas había tenido intercambio sexual de algún tipo me dijo: «sexo ‘completo’ o también se vale oral y del otro». Me llamó la atención la complejidad insospechada de la pregunta y le dije que incluyera de todo en su respuesta. Al final contó 67 personas y lo dijo de una forma muy interesante: «Me acuerdo de 66, no… de 67, recién me acordé de otro».
Yo me quedé pensando en el manejo actual de la sexualidad y cómo es común saltar a la cama (o al vapor del gym, for that matter) para conseguir algún contacto. Me pregunto si, debajo de ese comportamiento se encuentra un deseo de acercarse afectivamente, de entablar contacto real, si existe una necesidad más profunda que potencie esta conducta. Un intento de «relación» que no cuaja y acaba en un mero «polvo», como se dice en la calle (Hombre, que el polvo solito no cuaja a menos que le eches otras cosas. Cualquiera que haya hecho pancakes de cajeta sabe eso).
Me pregunto si los seres humanos estamos buscando algo más, algo que hemos perdido con los años y el marketing y que necesitamos para vivir. Quiero saber si la interacción sexual/genital con muchas personas responde a una necesidad de cercanía más profunda. Pero ¿Qué digo? Si ya sé que es así… entonces, ¿qué estará pasando? ¿Habremos olvidado la forma de establecer el contacto? ¿Será que hollywood nos enseñó que más es mejor y nosotros se lo creímos? ¿Será que los canales de ventas por televisión dependen de nuestro deseo insaciable del abdomen de revista y los cuerpos llenos de esteroides o silicón? Con razón le dicen a la gente que poniéndose implantes de pelo o comprando el exprimidor de jugos 3000 podrá tener el cuerpo que siempre quiso, no el que dispuso la naturaleza, sino el que quiso y así, finalmente, se podrá acostar con 3000 personas antes de morir (imagino que por eso el exprimidor de jugo se llama así).
Tal vez estoy divagando.
¿Pero qué hay de la comunidad? Le habrán vendido que ser gay es usar el símbolo internacional de gayness del año (en el 2006 era la correa blanca, en el 2007 fueron los lentes de abeja asesina que NO se ponían sobre los ojos sino que se llevaban como adorno para el cabello. Todavía sobreviven algunos). ¿Le habrán vendido a algunos que ser gays es dejarse penetrar y si no lo haces no lo eres? ¿Le habrán vendido a otros que es imperativo ser el personaje secundario (el amigo gay) en la vida de alguien en vez de ser el protagonista de su propia vida? Sé de quien compró la idea hollywoodense de que para ser gay hay que odiar los deportes y saber quién es la Paris Hilton wannabe que representará a tu país en el concurso «miss sistema solar, 2008». Pero si muchas de estas niñas no saben ni geografía y pretenden que sus flotadores frontales fabricados en el quirófano de algún cirujano hagan que todos las alaben como «la reina de la galaxia» o algo así. Acabo de imaginarme a la Princesa Leia llorando en su bikini metálico.
Estoy divagando otra vez.
Estoy cansado de la propaganda y me pregunto en cuánto riesgo nos ponemos a veces sólo por comprar este tipo de ideas. ¿Qué nos hace vulnerables a comprar estas ideas?
No quiero que quien ha tenido más parejas sexuales que amigos en el facebook se sienta mal al leer esto. Respeto las formas de pensar de cada uno y es por eso que escribo aquí, para conocer esas formas diferentes de ver las cosas. Como siempre, cada caso es distinto y es fácil ver un tema como este con los lentes de la moral. Pero NO es eso lo que pretendo. Quiero saber, más allá de la moral, cuál es el beneficio ético, qué es lo que sucede detrás del comportamiento de estar con muchas personas de manera sexual. ¿Cuántas personas son MUCHAS personas?. Tengo mis propias ideas, como siempre, pero ME ENCANTARÍA conocer las suyas.
Saludos,