Orgullo
Ser Gay: ¿Censura, expresión o descontrol?
Si comunicar cómo nos sentimos cuando estamos agotados por el trabajo o las dificultades de la vida, es algo sano y bien recibido. ¿Qué podemos decir de expresar otro tipo de afectos?
Hablemos del amor. Durante años he recibido de diferentes personas gay (amigos, pacientes, conocidos, público en conferencias, etc.) comentarios sobre los problemas que les acarrea expresar su afecto en público de formas tan sencillas como dar un abrazo a su pareja, novio, novia, etc. Las reacciones de la gente a su alrededor pueden ser muy hostiles lo cual acaba haciendo que se censuren a sí mismos.
¿Será que la expresión afectiva es algo que debemos reprimir para vivir en sociedad? Comprendo que cierto grado de autorregulación es importante en diferentes contextos pero, en ocasiones, me parece que lo que solicita el medio no es regulación, sino censura, en un intento de cubrir el sol con un dedo. Es como decir: “si no los veo haciéndose cariñitos no son gay, así que puedo estar tranquilo(a)”.
Partamos de una premisa básica en cuanto al afecto: cuando sientes algo, tienes que expresarlo, de no hacerlo, te consumirá. No importa lo que sea, rabia, cansancio, amor, tristeza, alegría, etc. Así que, todos buscamos formas de expresar lo que sentimos. No me refiero a hacer un despliegue masivo o gritar a los cuatro vientos todo lo que nos venga a la mente. Pero todos recordamos alguna vez en que, por ejemplo, estábamos molestos por algo del trabajo, no lo pudimos expresar y luego nos pusimos de mal humor con alguien en nuestra casa que no tenía nada que ver con el asunto. Eso se da porque ese afecto «sale» de todas formas, no lo puedes suprimir por mucho tiempo.
Ahora bien, cuando eres gay y sientes que debes censurar la expresión de algunos afectos, usualmente acabas buscando espacios sociales (o hasta sexuales) en los cuales esos afectos puedan ser expresados. Esa es una de las razones (porque hay varias razones más) por las cuales se forman estos grupos de gente cuyo elemento común es la sexualidad diversa. Grupos donde el individuo sienta que sí puede «ser quien es» y expresar lo que siente o sencillamente hablar de lo que le gusta. Son muy comunes, entonces, los grupos de gente gay que se junta para “ser gay”.
Pero eso nos lleva a una de las preguntas que inició este blog hace años y cuya falta de respuesta impide que haya más aceptación de la comunidad diversa: ¿Qué es ser gay?
Porque aquellos grupos que son más o menos clandestinos o unidos por la sexualidad acaban no solo dando permiso para que se expresen algunos afectos sino que, en muchas ocasiones, tiran abajo muchos otros límites en cuanto a otros comportamientos como consumir alcohol, usar drogas ilegales (porque el alcohol también es droga, aunque sea legal) o tener sexo con uno y/u otro solo porque sí, a veces diciéndose a sí mismos: «estoy intentando algo, pero no funcionó» y otras veces solo porque quieren a alguien con quien quitarse las ganas (el amigo con derecho y todo aquello). Al final, se acaba confundiendo todo el objetivo del grupo y pareciera que ser gay es estar de fiesta constantemente, consumir alcohol, vestirse a la moda o tener una lista más o menos larga de compañeros de cama que no significaron mucho. Es como si uno mismo no significara mucho y por eso pudiera «darse» a cualquier persona luego de quedar atrapado en la corriente de lo que se cree es ser gay. ¿Ven el tamaño de la autodevaluación?
Hasta ahí, hay quien dice que todos tienen derecho a llevar sus vidas como quieran, lo cual es cierto, hasta el momento en que su conducta afecta a todos los demás. La gente heterosexual y muchos homosexuales acaban pensando que ser gay se trata de ser libertino y por eso las madres protegen a sus hijos de nosotros, las iglesias nos miran con desdén y muchos jóvenes que descubren su propia homosexualidad piensan en el suicidio.
Lo que hacemos, afecta a la comunidad, y nos afecta a nosotros mismos. Descubrir de qué se trata ser gay es más bien descubrir de qué se trata ser la persona que somos, porque ser gay es distinto en cada uno de nosotros, aunque a veces la gente tienda a generalizar.
Así que ¿Qué tal si tratamos de ser un poco más conscientes de lo que hacemos y por qué lo hacemos? No es fácil, pero es lo más sano para cada uno y, así mismo, para la comunidad.
Quisiera sus opiniones al respecto porque pensar demasiado sobre estas cosas puede ser contraproducente para mí en estos días ¿Mencioné que me voy de vacaciones?
Un abrazo y los veo en 1 semana.
Autodestrucción
He notado en este último par de años cómo existen algunas enfermedades mentales bastante comunes en la comunidad homosexual. Lo que escribo aquí no tiene más base científica que mi observación clínica y mi habilidad para evaluar cualitativamente las situaciones que se me han presentado dentro y fuera del consultorio, no se puede generalizar, pero eso no le quita la veracidad a lo que describo a continuación.
De las enfermedades mentales más comunes que he encontrado en la comunidad homosexual, el abuso y la dependencia de sustancias son de las más preocupantes. Aunque ambas están regadas como pólvora en la población general (independientemente de la orientación sexual del individuo) me preocupa mucho la manera en que muchos varones y mujeres homosexuales parecen no tener límite en cuanto a su consumo de sustancias. Y no me refiero únicamente al frasquito mágico que se pasan por la nariz un grupo de compañeros de farra durante un concierto de música electrónica, o a las líneas de cocaína que se consumen clandestinamente en varios encuentros “privados” entre grupos de “amigos”. También me refiero al alcohol y la forma en que se maneja su consumo en nuestra comunidad.
A ratos, pareciera que una gran cantidad de hombres gay y mujeres lesbianas no pueden pensar en nada más que ir “a la disco” y tomar tragos mientras bailan sin parar y hacen ‘cruising’. Sé que no es una práctica de todos, pero está demasiado establecida en nuestra población como para ser ignorada.
Cada vez que un paciente nuevo ha llegado a mí y me ha dicho como parte de su descripción personal que él o ella no consume alcohol, no fuma ni usa otro tipo de drogas, resulta ser alguien con una gran capacidad analítica y que, de alguna manera, no ha comprado la idea que tanto se nos vende en los medios; la idea de que tomar alcohol es parte normal de vivir, llevar eventos sociales, reuniones de amigos, etc.
¿Qué pasa con los demás? ¿Por qué son tan vulnerables a la propaganda? Sabemos que detrás de la venta de productos adictivos hay genios corporativos ideando una forma más y más eficiente de hacernos creer que está bien meterse veneno en el cuerpo porque, de alguna forma, saber de vinos te hace más sofisticado y “tomarte unas pintas” con los amigos es una condición sine qua non la reunión no sería la misma. Pero, aunque sabemos de estos genios dedicados específicamente a vendernos mentiras, también sabemos que parte de madurar es haber desarrollado un sentido crítico que, aunque lejos de ser infalible, sí nos proteja contra el bombardeo mediático. ¿Qué pasa entonces? ¿Desarrolla nuestra población un sentido crítico o no? ¿Desarrollarlo es suficiente para blindarnos contra la propaganda?
Esto va más allá de los medios y su poder seductor, esto va más allá de la capacidad de filtrar información y ver las cosas con sentido crítico. Muchas veces, el consumo que se convierte en abuso y dependencia tiene que ver con un verdadero deseo de autodestrucción que, oculto en el interior del consumidor, le empuja a envenenarse para matar algunas partes indeseables de sí mismo.
No en vano si rascas en la superficie de la personalidad de un adicto, encontrarás serios problemas de autoestima y un deseo de eliminar algunas partes suyas que no le gustan, aunque sean de lo más normal. Algunos de ellos acompañan su consumo con otro paquete de conductas riesgosas como tener múltiples parejas sexuales o tener sexo sin protección, ser propensos a “accidentes” o tener francas ideaciones o intentos suicidas. Después de todo, cualquier abuso o dependencia de sustancia es una forma de suicidio, es un desastre esperando para suceder.
Así que, aunque soy fanático de ver un caso a la vez y me toca enseñar eso en clase, también es importante notar que los hombres y mujeres homosexuales somos especialmente propensos a devaluarnos a nosotros mismos y a odiar (aunque sea inconscientemente) algunos aspectos propios, ya sean físicos o psicológicos, por razones que hemos discutido en este blog hasta la saciedad. Y, cuando hay aspectos propios que a uno no le gustan y estos aspectos son inconscientes, es muy sencillo desarrollar adicciones como forma de atacar esos aspectos propios.
Vigilen su consumo de sustancias porque tenemos un problema muy serio con esto y es un día muy triste cuando gente talentosa se devalúa a sí misma tanto que se abandona a un consumo como este.
Quiéranse un poco más a ustedes mismos.
Un abrazo,
Alter Ego
Muchas preguntas se forman en mi cabeza de manera natural ¿Qué significado tiene este nuevo nombre? ¿Por qué la elección de ese nombre específico? ¿Qué aspectos de la identidad personal representa este nuevo nombre? ¿Por qué el nombre original no puede representar esos aspectos? ¿Son esos aspectos excluídos de la identidad original? ¿Son permitidos, aceptados, rechazados o requieren ser protegidos y «guardados» en otra categoría?
Muchos escritores y artistas a lo largo de la historia han empleado un seudónimo para cubrirse de persecuciones religiosas o políticas o bien para representarse a sí mismos de una forma que encuentren más apropiada para el contexto (por ejemplo, si tienen un nombre impronunciable en el lugar en que publicarán). Observamos que el cambio de nombre, al igual que todas las conductas humanas, cumple una función.
Mi impresión es que el cambio de nombre se relaciona con un proceso de búsqueda de identidad que no se ha terminado, muy similar a lo que sucede con los adolescentes y que, como ya hemos mencionado antes, es bastante común en personas gay en esta época y en nuestro contexto.
Como todo se trata de grados, si aumentamos la severidad, observamos a quien tiene un tastorno de identidad sexual y necesita cambiar su cuerpo para ser quien siente ser. Estas son personas transexuales o transgénero. Luego podemos ver a los trasvestistas que toman una identidad diferente durante un período corto de tiempo y no de manera permanente. Luego a quien actúa de manera neurótica pretendiendo ser alguien que no es. En grados menores vemos los cambios de nombre que he descrito antes y cosas que pueden ser bastante inocuas y hasta sanas, como seguir la carrera de actor o la asimilación de un apodo (todos tenemos algún sobrenombre) o la elección de un «nickname» en internet que nos represente.
Cada caso es diferente así que espero comentarios.
Love is Love
Este es un corto diseñado para facilitar que la gente heterosexual se coloque en la situación que vive quien es gay o lesbiana. Fue hecha debido a lo sucedido con la Prop 8. Por lo tanto, es entendible que esté en inglés. Disfruten y comenten (gracias al Dr. R por el enlace al vídeo)
Tales from the Cave: Identities
(Esto lo escribí hace aproximadamente tres semanas, es muy personal y está en inglés porque así fue como salió, la gente que lo ha leído ha hecho buenos comentarios y decidí, finalmente, compartirlo con ustedes. Tal vez mostrar un lado más personal, algo que pasaba por mi mente en ese momento y cómo todos tenemos esas preguntas existenciales de vez en cuando. Saludos)
I’ve been feeling strange lately, although what I’m going through is not a completely strange situation. Around my 30th birthday I’ve been acting in unusual ways and reacting to some things, following my impulses if you like. But a couple of days ago I started thinking about some recent behaviors of mine. Today I met a friend in THE CAVE, a man who dedicated his life to some of the work I’m doing these days, you know, kind of an older version of my clinical self. Throughout the conversation some pieces began falling into place.
I realized something about the way I’m behaving and the meaning of that behavior in my mind. Turns out I recently became aware of the existence of three cousins of mine with whom I happen to have more than just a few things in common. Three of us happen to be visual artists or have some kind of drawing/painting skill. I noticed I was seeing some kind of past self in my younger cousin, «E», who’s actually going through an age I don’t even remember going through. Seriously, all I can think about when I try to recall that time are books and patients and more books and classes and a professional life dedicated to others, trying to become some kind of hero for the community… and for myself. But that armour started to crack years ago.
So I have this feeling of having spent so much time becoming the best psychologist I could ever be, giving such importance to my career as a mindreading empath before I turned 30 that now, when I finally am 30 I don’t know what’s next. And I start wondering if this is really what I wanted.
For instance, last week a female friend (and colleague) of mine asked me why I didn’t pursue a career in art being that I’m obviously so into it. I just said «you know, I think I had so many issues back then that I decided to take the scientific way and now I’m sort of trapped here». My friend smiled and we changed the subject to… politics. My God! it’s like that song «feels I’m getting old before my time».
Then I remembered what my mother said when I told here I became a Doctor (cum laude, no less). Her reaction made me think this wasn’t only my accomplishment but also an accomplishment for generations past.
So the question remains… is THIS what I want to do for the rest of my life? Is this what I really want? is it the ONLY thing I want?
«E» and one of my other cousins have been talking about an opening in a local gallery; a group exhibit for the three of us, sharing the same event as three different artists who happen to be friends and family. At first I couldn’t resist my excitement, and then I thought about my other career and how it could be affected by such an event. Is my official profession absorbing so much of me that other parts of my self just don’t get that much room in my life?
I know deep in my heart that whatever it is a person wants is NOT necessarily what that person needs, and I know I needED to go through the whole Super Psychologist path years ago. But the next logical question in the list is: even if this is what I choose to do from now on, is it what I need in order to keep growing as a person? as an artist? as a man?
Did I fulfill my duty as a recipient of the expectations from generations past? Am I free already or am I still trapped? was I ever trapped?
We will see.