Nota: Hace unos días dejé un comentario en otro blog, estoy publicándolo aquí porque me interesa mucho este tema y pienso que debe ser discutido con sumo cuidado. También considero importante abordar el tema desde mi propia perspectiva. Además, no quiero que se preste para malas interpretaciones porque siento que puede ser así si lo dejo flotando por el internet en una página que no sea la mía. El texto ha sido modificado y enriquecido para que conservara su sentido aún fuera del contexto en que fue publicado originalmente.


EL DESEO DE CAMBIAR:

En mi experiencia, la gente asiste a tratamiento por las razones más insospechadas. Es parte del asunto de que los seres humanos somos todos distintos. Ahora bien, con respecto a si la gente homosexual se flanquea entre «si no quieres ser gay eres un traidor» o «no me da la gana ser gay así que trato de no serlo» me parece importante respetar todas las opiniones, aunque soy de la idea, como he dicho antes en algún lugar, que los ataques entre uno y otro extremo deben ser señalados y evitados a punta de reflexión. Si miembros de la comunidad homosexual se molestan de manera desproporcionada porque otro varón homosexual trate de cambiar su propia orientación, tal vez deberíamos preguntarnos las razones que sostienen esa molestia. Al igual que podríamos preguntarnos las razones que motivan a quienes han decidido emprender un viaje para revisar más a fondo los orígenes de su propia homosexualidad.

Algunos varones homosexuales se incomodan porque otro intente dejar de ser homosexual, la razón de esa incomodidad es digna de unos minutos de reflexión. Lo primero que viene a mi mente es «¿y si lo logra?». ¿Cómo se sentiría aquel que decidió vivirse su homosexualidad y no mirar atrás si su compañero de armas encuentra una forma de desenredar el entramado de los hilos de su historia que formaron su identidad homosexual? ¿Y si cambia? ¿Y si lo logra y nunca más tiene que vivir con un «tiro al blanco» pegado al pecho para que aterricen allí los comentarios mal intencionados de los homofóbicos? ¿Es cobardía tratar de salvarse uno mismo de la persecución?

Después de todo, todas las homosexualidades son distintas, al igual que las heterosexualidades. Eso depende del concepto de homosexualidad, no es lo mismo tener sexo homosexual porque se siente un interés erótico y afectivo hacia alguien de tu mismo sexo que tenerlo porque estás en la cárcel (o en un contexto similar) y no hay nadie del sexo opuesto disponible. Algunos dirían que solo el primer caso es homosexual o, al menos, es más homosexual que el segundo. Atención a eso, si ninguna persona es igual a otra, si la sexualidad humana (incluyendo la heterosexualidad) se puede manifestar de formas similares pero provenir de distintos orígenes en distintas personas ¿Deberíamos descartar del todo la idea de alguna homosexualidad (o heterosexualidad, entre las millones que hay) que pueda ser cambiada?

Qué cada quien conteste para sí mismo(a).

Sin embargo, más allá del debate de si se puede alterar o no la orientación sexual, es fundamental reconocer los derechos de todos y cada uno de los miembros de la comunidad, incluso de aquellos que desean cambiar. Cada quien tiene sólo una vida y derecho a intentar hallar las respuestas que desee. Sin importar lo que piensen los demás, siempre y cuando no lastime a nadie (incluyéndose a sí mismo) en el proceso. Si un homosexual decide intentar cambiar su orientación y sufre demasiado en el camino o si pasan 30 años y luego se da cuenta que no consiguió lo que buscaba, al menos habrá hecho el viaje que voluntariamente decidió hacer. «Decisiones» diría Rubén Blades. Pero es importante para mí advertirles que el sufrimiento estará, y no es único de las personas homosexuales, aunque es ese el que me hace escribir este artículo.


EL SUFRIMIENTO DEL HOMOSEXUAL:

Es bien sabido que el sufrimiento de ser homosexual en una sociedad heterosexista y machista es muy difícil de sobrellevar cuando la identidad no está del todo establecida y trabajada, cuando hay confusión y el homosexual no ha tenido la oportunidad de realizar una integración real y coherente de sus impulsos, deseos y sentimientos. Ese proceso se realiza en la adolescencia para la mayoría de las personas, pero para llevarse a cabo requiere que el medio permita y, a veces, hasta promueva ciertas experiencias que al homosexual no se le permiten durante ese período de su vida. La adolescencia es difícil para todas las personas, pero ha sido infinitamente más difícil para mucha gente homosexual, porque el medio no los acompañó en su momento.

Muchos homosexuales sufren por su orientación al estar insertos en esta sociedad, pero dos cosas son importantes de mencionar:

1- Cuando la identidad se establece y se logra el proceso de integración que describí anteriormente, la orientación sexual no cambia pero el sufrimiento disminuye considerablemente hasta parecerse mucho al dolor de vivir la heterosexualidad (sí, porque la gente heterosexual también sufre, pero sufre distinto). No quiero minimizar con esto la diferencia entre las experiencias de ser homosexual vs. ser heterosexual porque sí es muy diferente y la gente homosexual encuentra dificultades que los heterosexuales no, pero también tiene, como comunidad e individualmente, oportunidades que muchos heterosexuales han dejado de considerar por haberse adaptado al funcionamiento tradicional de las cosas. Sin embargo, sólo pueden aprovechar esas oportunidades si consolidan su identidad como gente homosexual sana. El verdadero poder de la comunidad homosexual está en que su naturaleza les permite mostrarle a una sociedad viciada y disfuncional, formas distintas de vivir, de entablar relaciones, de pensar, de crear, de aceptarnos unos a otros y de cumplir la responsabilidad que tiene todo ser humano de conocerse cada vez más. Tal vez en el corazón mismo de nuestro grupo minoritario, tan especial en su naturaleza, se encuentren nuevas y mejores respuestas para antiguos problemas de nuestra sociedad que aún no cuentan con solución.

2- Intentar cambiar la orientación sexual o tratar de suprimir la conducta homosexual aunque se continúen teniend
o los deseos, impulsos y sentimientos, traerá un monto de frustración, ansiedad y hasta depresión que hace que el sufrimiento de vivir la propia homosexualidad de manera saludable palidezca. Por eso es por lo que las llamadas «terapias reparatorias» para convertir a homosexuales en heterosexuales carecen de resultados registrados que cumplan con validez científica y, además, han sido desterradas y rechazadas por organizaciones como la Asociación Psicológica Americana y la Asociación Psicoanalítica Internacional. Es importante para muchos homosexuales comprender los orígenes de su orientación y esto debe hacerse (los heterosexuales también deberían preguntarse sobre sí mismos), pero intentar cambiar la orientación no debe ser una meta terapéutica en sí misma.

Creo que la gente debe conocer esto para tomar decisiones bien informadas e individuales, no motivadas por la política activista ni por la rigidez de la tradición heterosexista. La decisión debe ser individual y respetada para cada quien.


EL SUFRIMIENTO DE LOS PADRES:

Para finalizar, también existe el sufrimiento de quienes están alrededor. Comprendo que es muy duro para los que son padres en esta época darse cuenta que tienen un hijo(a) homosexual, voto por empatizar con ellos y reconocer sus dificultades porque seguramente es algo que no esperaban o, al menos, no deseaban y se imponen muchos duelos que hacer al enterarse de una noticia como esa. Es decir, muchos papás ya se habían hecho a la idea de tener hijos que fueran heterosexuales, se casaran, les dieran nietos, etcétera y despedirse de esa idea es algo doloroso, no porque ser gay sea malo o tenga que entristecer a los padres, sino porque darse cuenta que esas cosas no pasarán implica una pérdida y todas las pérdidas duelen. Sin embargo, también siento que quien puede llevar la peor parte para adaptarse a la situación de vida es el hijo o la hija, que es quien tendrá el «tiro al blanco» pegado al pecho. En última instancia, enterarse que los hijos son homosexuales no cambia a los hijos, cambia a los padres que se enteran, porque son ellos quienes cuentan con una nueva información. Los hijos siguen siendo los mismos.