Me preguntaba un lector, a través de un e-mail, cuáles son mis metas ahora que ha pasado mi cumpleaños y si tengo algunas frustraciones o me siento conforme con mi vida. No pude evitar pensar en esto de sentirse conforme con la vida que uno lleva y mi primera tentativa fue escribir este post para hablar sobre las frustraciones y las metas en general. En lugar de hablar de mis frustraciones (aunque agradezco el interés del lector) paso a comentar esto desde el tema que nos reúne en este blog.

¿Podemos evitar las frustraciones en la vida?

Las frustraciones son importantes en una medida justa, la gente que no se frustra nunca, tiene serios problemas para lidiar con las dificultades del mundo cuando estas se presentan. Digamos que no han entrenado para el torneo de la vida. Por otro lado, la gente que solo ha vivido de frustraciones y carencias desde muy jóvenes, suele pensar (equivocadamente) que no existen momentos de felicidad y logro en la vida. De hecho, suelen desarrollar una especie de atención selectiva y solo ven aquellas dificultades que se les presentan, obviando las oportunidades, los logros y devaluando sus propios talentos.

En resumidas cuentas, quien nunca se frustra corre el riesgo de ser un egocéntrico descuidado con dificultades para empatizar y quien se frustra demasiado se deprime y pierde la esperanza de encontrar la felicidad alguna vez. Como sucede con muchas otras cosas en la vida, lo importante es mantener un equilibrio.

En principio pensé que ser parte de la comunidad diversa en un país como este y en este momento de la historia puede traer frustraciones considerables, si entendemos las frustraciones como la imposibilidad para satisfacer una necesidad. En muchas partes de Panamá y Latinoamérica, poder expresar el afecto por otra persona del mismo sexo puede ser censurado (por la sociedad o por el individuo mismo) cuando ese afecto implica un deseo erótico y/o un interés romántico y, por ende, se corre el riesgo de frustrar la necesidad de expresión de dicho afecto. Pero las necesidades sanas (como la necesidad de expresar el afecto) deben ser satisfechas o la frustración producirá síntomas. Así que tenemos reportes de mayor depresión y suicidio (proporcionalmente) entre gente homosexual que entre gente heterosexual. Las frustraciones de la comunidad, esas que los jóvenes gay de hoy día tratan de evitar a través de aceptarse y enfrentarse al medio, pueden ser mortales si se dan en exceso.

Pero no solo las depresiones y los suicidios (que pueden darse en todas las personas, homos, heteros, bis, trans, etc.) son subproductos de estas frustraciones excesivas, también están otros comportamientos autodestructivos que, comúnmente y de manera paradójica, tratan de protegernos del dolor. Paso a explicar:

Todos nos protegemos del dolor porque, en el fondo, a nadie le gusta sufrir. Sin embargo, la expectativa de encontrar más sufrimiento en el futuro puede llevarnos a desistir de algunos comportamientos naturales.

Veamos esto en términos de relaciones: si sentimos que hemos sufrido mucho frente a la pérdida de una o varias relaciones personales (porque nos dejaron, porque se fueron con otro u otra, porque no nos valoraron, etc.) podemos acabar aislándonos y decidiendo volutariamente quedarnos solos y evitar todo contacto con los demás. Y sí, eso evitaría en alguna medida el dolor de perder a alguien, porque no puedes perder a alguien si nunca te relacionas. Pero también estaríamos frustrando en exceso la natural necesidad humana de afiliación y cercanía a otras personas. Es decir, nos ahorramos el problema de sufrir cuando alguien se va, pero también evitamos toda posibilidad de satisfacción por compartir de manera íntima con otras personas, y todos necesitamos esa cercanía.

Al final, parafraseando a los gringos y, aunque suena más sencillo de lo que es: «Si te caíste del caballo, te levantas, te tomas un tiempo para sacudirte el polvo y te vuelves a subir». Muchas personas sienten que han perdido toda esperanza de encontrar una vida más agradable, distinta, más feliz. Pero es importante ser responsables de nuestras propias vidas y saber, por ejemplo, que si mi estilo relacional no me ha funcionado hasta ahora, hay algo que yo estoy haciendo mal, porque yo juego un papel en mis relaciones. Así que se vale tomarse un rato para poner las cosas en orden, o estar solo con uno mismo el tiempo necesario, pero la idea de nunca volver a intentar o perder toda esperanza de vivir porque no se ve la luz al final del túnel es lo que hace a las personas deprimirse y lastimarse, en una especie de suicidio relacional que eventualmente destruye la buena salud.

Podríamos ver muchos ejemplos más, ese que menciono sobre aislarse para evitar el sufrimiento es uno muy común en esta época, en gente de cualquier orientación sexual. En la era de la comunicación, cuando tenemos más posibilidades que nunca para estar «conectados» unos con otros, estamos más aislados que nunca.

Me pregunto si ustedes tienen algunos ejemplos propios…

Saludos,