Hace tiempo que vengo observando algo que nos está sucediendo a los hombres. Siempre escucho hablar a las mujeres sobre lo difícil que es ser mujer en esta época y cómo sienten mucha presión por tener cuerpos que llenen los estándares de belleza dictados por algún ejecutivo de mercadeo de USA, además, ser madres (pero flacas, como decían en la obra Karaoke Emocional) y profesionales (porque deben ser mujeres modernas) y madres, hijas o esposas de alguien. Nunca con una identidad propia, nunca ser ellas mismas porque sí. De ser una mujer virginal y casta, ahora el objetivo es ser «la que toma la iniciativa» y que además sepa hacer lo suyo en la cama para que su hombre esté satisfecho y no se le vaya con otra amazona del clan.

Sucede que con todos los cambios que ellas han hecho se han precipitado algunas alteraciones que hemos sufrido nosotros los hombres (y cuando digo «sufrido» me refiero verdaderamente a sufrir). Sin adentrarme demasiado en cómo llegamos hasta allí, centrémonos solamente en una realidad cada vez más evidente: los roles están todos mezclados.

Así que hoy en día, aunque los hombres sigamos siendo más «interesantes» a medida que envejecemos (como muy bien se ha dicho) también hay más y más presión para llenar cierta «imagen» de cajeta inventada posiblemente por el mismo ejecutivo de mercadeo en su oficina refrigerada (Odio al bastardo). Por ejemplo, es importante qué carro manejas, cómo te vistes y que hagas una X cantidad de dinero al año (X significa «mientras más mejor», es como aquello del tamaño del pene). Por otro lado debes ser capaz de «rescatar» a la pobre doncella en desgracia (que ya no quiere ser rescatada y que tal vez hasta quiera rescatarte a ti) para sentir que se tiene todo bajo control. Debes ser heterosexual, pero tener un gusto que ni los Fab5 te ganen, ojalá vivas en un Loft y como mínimo tengas el aire de misterio (y el cuerpo) de Christian Bale en «Batman Begins» (me pregunto cuánto habrá gastado en eucatol para aclararse la garganta después de hablar como resfriado toda la película).

Así que las mujeres deben saber que también hay complicaciones en el proceso de ser hombres. Complicaciones con tan poco sentido como las que ellas viven por ser mujeres, complicaciones al fin. Sí, los maniquí con senos inflados y cinturas de niña de 8 años que vemos en las vitrinas son absurdos, pero también son absurdos los que miden dos metros, tienen una espalda tipo televisor de plasma y más cuadritos en el abdomen que mi cuaderno de física de la escuela. Hoy en día las mujeres se operan los senos y se hacen liposucción (perdón… lipoescultura), los hombres se operan el pene, se ponen implantes de pectoral o se meten esteroides hasta hacer su hígado algo más parecido a un puré de remolacha. Muchas mujeres tienen hijos para legitimar su feminidad y los dejan con la empleada, al tiempo que los nuevos hombres tratan de involucrarse más en la crianza pero muchos no saben ni cargar un bebé. Todo por cumplir roles eternamente cambiantes.

Lo que trato de decir es que la grama no es necesariamente más verde del otro lado de la cerca (a menos que uses tinte de cabello, que también se vale y hasta se espera, con aquello de aparentar).

Las expectativas confusas para las mujeres van pareadas con muchas que son muy confusas para nosotros. Así que tengamos algo de paciencia y tratemos de no hacer nada que no tenga un sentido real y sano para nosotros mismos, ¿vale?

Hasta mañana