Estuve pensando que hoy en día estamos muy acostumbrados a adquirir cosas nuevas en lugar de reparar las que tenemos cuando tienen algún defecto menor, y a maravillarnos con el modelo más nuevo que veamos en la publicidad en lugar de apreciar el que tenemos en casa. Me pregunté si lo mismo hacemos con las personas, a quienes no ayudamos a crecer porque siempre hay otro «modelo» más nuevo o que aparenta «hacer más cosas» que el nuestro.

Cada vez que se bota un artículo que pudo repararse se acumula basura en algún lugar. Hoy día tenemos un gran problema con los desechos tecnológicos, por ejemplo. ¿Será que pasa lo mismo con la gente? ¿Será que debemos hacer sonar alguna alarma porque tenemos un problema de acumulación de corazones rotos en el mundo? ¿Cuál será la versión afectiva del calentamiento global?

Pero al igual que con el problema de la basura, siempre hay algunas medidas que tomar y, aunque algunas cosas (personas) han sido dañadas más allá de toda reparación, también es cierto que muchas solo necesitan pasar por el proceso de reciclaje (afectivo) que les devuelva su capacidad de ser productivos.

¿Cuántos de nosotros hemos estado en el bote de reciclaje o hemos recogido algo que alguien más tiró sin darse cuenta de lo que dejaba?

Saludos,

Alvaro