Alguien me escribió por otra vía para decirme que mi entrada anterior es más que paranoia mía, que tal vez dedicarme tan de lleno a mi tesis me está quitando algo de cordura o que tal vez estoy viendo muchas películas en la televisión.

Me dio mucha risa y volví a leer la entrada que publiqué sobre las investigaciones acerca de las causas genéticas de la homosexualidad. No me pareció paranoide, pero sí comprendo que pueda sonar de esa forma así que, sin retractarme de lo escrito anteriormente, paso a admitir algo importante que he notado en las últimas entradas: aunque no he dejado de lado mi punto de vista como psicólogo clínico, sí es cierto que estoy escribiendo desde una posición política mucho más que antes.

Pensaba yo hace unos días que el tema de la diversidad posee una arista política importante, y uno debe saber dónde está parado en ese sentido. Ahora bien, es difícil para alguien desde mi posición como psicólogo clínico admitir una postura u otra. Después de todo, parte de mi identidad profesional implica permitir a todos expresar sus ideas y disminuir tanto como sea posible mi contaminación de esas expresiones con las mías. Es todo parte de aquello de reservarse las opiniones personales, aunque sabemos bien que todos mostramos lo que pensamos y sentimos respecto a las situaciones a nuestro alrededor sin demasiada capacidad para ocultarlo. Un buen observador podría ponernos en evidencia en cualquier momento.

Y bueno, sí me preocupa un poco el tema de la genética y las causas de la homosexualidad. No crean que no me interesaría en sobremanera conocer los resultados de los estudios, sería importante para mí caminar la tierra en la época en que finalmente lleguemos a descubrir una génesis de por qué todos somos como somos en cuanto a nuestra orientación. Sí, todos: homos, heteros, bis, etcétera. Me regocijaría en sobremanera poder indagar en el tema, escribir al respecto, proponer otras hipótesis o hallar nuevas zonas de sentido en el discurso de los actores de esta situación y ver la reacción social frente a cualquier resultado que arrojen las investigaciones. Soy hombre de ciencia al fin y al cabo.

Sin embargo, lamento decir que no puedo dejarme llevar por la fantasía de que mi curiosidad científica se satisfaga. Sé que las personas homosexuales son tan distintas entre sí como las heterosexuales y que la sexualidad humana tiene muchos significados distintos, por lo tanto, no será tan sencillo encontrar un origen biológico y, como dicen los que apuestan, por ahora mi dinero está en los orígenes psicológicos o en una combinación de ambos.