Hace algunas semanas que no escribo nada para el blog. Al principio pensé que era ese bloqueo de escritor que he experimentado en otras ocasiones, pero luego comencé a adentrarme un poco más en mi propio inconsciente y allí, sentado en mi sofá en medio del otrora bosque oscuro, advertí que estaba amaneciendo.

– «Cómo es posible que vea todo a mi alrededor sin mayor dificultad ¿Por qué ahora todo parece más claro?» – pregunté.

Hace varias semanas empezaron a suceder algunas cosas personales que, recién he notado, me han dado una suerte de blindaje contra los problemas. Por estos días es difícil mirar las cosas duras de la vida fuera del trabajo. Aunque los problemas ajenos se hacen más claros, mis desastres personales parecen muy lejanos. Digamos que estoy inusualmente feliz.

– «Los dibujos son diferentes ¿Qué está pasando?» – Dijo esa figura oscura sentada a mi lado en el sofá de mi mente – «No me gusta esto, hay demasiada luz.»

– «No me parece demasiada…» – dije – «y me encanta.»

Es interesante el efecto que esto tiene. En algún momento pensé en describirlo para ustedes y compartirles la naturaleza de un proceso más, esta vez desde dentro y «en tiempo real». Pero luego pensé que si deconstruyo mi actual felicidad, si la analizo demasiado, le quitaría la gracia.

Esta vez no puedo compartir más que mi sensación de placentera psicosis, de desconexión con la realidad de las penas. Aunque una parte mía trata de volver, ya no hay nada que pueda hacer para evitar esto.

El temblor interno ante la presencia ajena y mi benevolente desesperación frente a la ausencia me dejan saber que hoy estoy más vivo que ayer y mucho más que hace un par de días.

Eso es todo.