He estado ocupado esta semana y no he escrito mucho, como habrán podido notar. Sin embargo, contestando un post de Alejandro Cantón en su blog, escribí esto y me pareció que es importante ponerlo acá. La entrada en su blog se llama:

«Aparecen consecuencias negativas de adopciones entre parejas homosexuales»

Y habla de las burlas de que son objeto los niños adoptados por parejas del mismo sexo. Me refiero a burlas en el colegio, por ejemplo. Por parte de otros niños. Mi comentario, para complementar, fue el siguiente:

«Bueno, si los niños sufren por la crueldad de sus compañeros que bromean sobre la orientación sexual de sus padres y nosotros evitamos las adopciones por esa causa, estaríamos dándole la razón a esos niños crueles y a la porción de la sociedad que los respalda.

Además, miles de millones de niños reciben burlas todos los días, porque sus papás no sean ricos o blancos o judíos o panameños.

Cuando yo trabajaba como psicólogo de una secundaria, teníamos una chica de 13 años en octavo grado (segundo año, pa’los de antes) y había un grupo de compañeros de salón que se burlaban de ella y eran muy crueles porque ella era Colombiana y sus padres también. Le decían de todo, desde traficante hasta prostituta, la trataba muy mal y eran muy crueles y a mí no se me ocurrió pensar que fue una mala idea que esa niña existiera o que sus padres la hubieran concebido o que era mejor que ella fuera de otra familia.

Los niños son crueles entre ellos por las razones más insospechadas, y si hay niños blanco de burlas por la orientación sexual de sus padres, me parece que son dolores normales del crecimiento. No solo para esos niños, sino para toda la humanidad. A esa generación le tocó pasar por eso, igual que a algunas anteriores les tocó ser hijos de familias sin mamá o sin papá o ser criados por la abuela y, aunque pudieran sentirse mal en algún momento, eso no significa que esa mamá que lo crió sola hubiese hecho una mala elección. O que ese padre que separó a ese hijo de una mamá que lo maltrataba estuviera equivocado.

El problema de la adopción en parejas gays únicamente se da cuando el niño es visto como un objeto o como un trofeo que significa que «al fin somos como una pareja heterosexual, hasta hijo tenemos». En ese caso sí hay problemas porque ante las burlas de los niños en el colegio, los padres del chico no sabrán qué responder. Pero si lo adoptan o lo engendran (con algún «vientre de alquiler» o en sí mismas si son mujeres lesbianas) porque realmente lo quieren y siente un deseo sano de paternidad o maternidad, entonces la mofa de los niños no tiene peso alguno, porque seguramente los padres sabrán resolverlo de manera civilizada y sana. De paso, al hacerlo, hasta podrían enseñarle a su hijo(a) a resolver las cosas de manera civilizada y sana, no a burlarse de lo demás.»