En el tema de la diversidad se presta mucha atención a la (mal llamada) homofobia, y se señala a cualquier mortal que se atreva a atacar abiertamente a un homosexual o no elegir al homosexual para su equipo en la birria de «basket» de fin de semana sólo por el hecho de ser gay/homosexual/etcétera. No me malentiendan, yo soy un fiel promotor de la igualdad de derechos y cualquier ataque a otro ser humano debe ser señalado, pero con la intención de promover esa igualdad de derechos, y convencido de hacer los señalamientos necesarios, considero que es nuestra responsabilidad (de todos) pensar un poco sobre una posible heterofobia.

Y funciona así: el otro día un amigo cercano estaba buscando un nuevo lugar donde cortarse el cabello, encontró uno en el camino y entró. En el lugar había muchas personas trabajando y aparentemente la persona que estuviese libre tomaba al siguiente cliente sin importar quién era. Mi amigo me cuenta algo curioso, en sus palabras:

«Yo me fui, porque la persona que me iba a atender era una mujer y yo quería que me atendiera un gay porque ellos cortan bien el pelo»

Mi «Sentido Arácnido» (lo admito: estuve viendo Spider-Man con mis sobrinos el fin de semana) se activó para enfocarse en esa forma de discriminación tan interesante. Resulta que mi amigo no le dio oportunidad a la mujer de hacer su trabajo y tal vez se perdió del trabajo de una buena profesional. Ahora nunca lo sabrá.

Mi amigo, a quien llamaremos… Juan (qué creativo soy con los nombres falsos ¿No les parece?) no es homosexual… creo. Además, responde a mis preguntas diciendo que supuso, por la conversación que había en el lugar, que la mujer que lo atendería era heterosexual. Él prefiere que varones homosexuales le corten el cabello, su estereotipo sobre los varones homosexuales (la base de su prejuicio hacia ellos) es que son buenos estilistas, lo cual no es necesariamente cierto y además produce un comportamiento discriminatorio hacia personas que no sean homosexuales. Menudo enredo.

Gente, el prejuicio no es sólo hacia gente gay, también hacia gente no-gay, y puede venir de parte de cualquier persona. Sin embargo, una de las formas más fáciles de aprender a discriminar es ser discriminado, así que a toda la gente que no es heterosexual y que vive siendo blanco de prejuicio constantemente por algún aspecto de su sexualidad, vale recordarles que debemos ser cuidadosos y no convertirnos en nuestro agresor, es decir, no hacer lo mismo que nos hicieron.

Creo que Juan es un caso menos severo, aunque la peluquera tal vez piense diferente, pero prejuicios como esos se pasan de una generación a la otra y crecen como una bola de nieve. El fenómeno es interesante de estudiar y la capacidad humana de aprender y categorizar las experiencias es invaluable, pero el prejuicio es una suerte de «lado oscuro» de esta capacidad. El prejuicio divide familias (la gente no heterosexual lo sabe muy bien) y también divide naciones, sólo hace falta ver las noticias cada día.

Por cierto, un hombre gay le cortó el cabello a Juan… y le hizo una trastada.