El tema de la (mal llamada) homofobia es bastante común en estos días, tanto homosexuales como heterosexuales tienen algo que decir al respecto y, si no, tal vez realizan algún comportamiento que habla por ellos y cuenta a los espectadores su postura frente al tema. Ahora bien, para los efectos de esta pequeña columna y para darle un sentido más sencillo, tratemos de clarificar algo; la homofobia no sería más que una manifestación de prejuicio, el prejuicio es una actitud y las actitudes tienen siempre tres (3) componentes básicos: el componente cognoscitivo (los que piensas sobre el objeto de la actitud), el componente afectivo (lo que sientes hacia el objeto de la actitud) y el componente conductual (cómo te comportas en relación al objeto de la actitud).

Así: homofobia = prejuicio = actitud = ideas+emociones+comportamientos.

¿Todo en orden por ahora? Bien, seguimos:

La llamada homofobia (seguiré empleando el término a falta de uno más apropiado) es una actitud negativa ya que lastima potencialmente al blanco de la actitud y a quien la posee y se compone de:

  • Pensamientos negativos (devaluantes, degradantes, etc.) sobre personas homosexuales.
  • Sentimientos de desagrado (temor, ira, vergüenza, rechazo, culpa, etc.) respecto a personas homosexuales.
  • Comportamientos activa o pasivamente agresivos (chistes, comentarios malintencionados, insultos, golpes, omisión de ayuda en momentos necesarios, etc.) hacia personas homosexuales.

Es importante dejar dicho que estos pensamientos, comportamientos o sentimientos deben ser dirigidos hacia personas homosexuales en general. Es decir, si solo se producen en respuesta a un sujeto específico pero no se generaliza a los demás que compartan la orientación sexual de esa persona en particular, no podríamos hablar de homofobia sino tal vez de una reacción de desagrado hacia una persona específica que resulta ser homosexual.

Por otro lado, el concepto de homofobia suele expandirse para que alcance las actitudes de rechazo dirigidas hacia cualquier grupo de personas que no sean heterosexuales o bien, que tengan una identidad de género opuesta a su sexo biológico (transexuales) o hacia personas que mantengan prácticas sexuales que no implican heterosexualidad (como los llamados hombres que tienen sexo con hombres). Incluir el rechazo a todos estos grupos dentro de un término denominado «homofobia» es precisamente lo que me hace decir que es un término mal empleado. Más que un constructo (un concepto creado para hacer ciencia) es un nombre coloquial que se ha dado a un fenómeno que la mayoría de las personas no tienen muy claro hasta ahora.

Pero profundicemos en el fenómeno mismo de la actitud de prejuicio que nos ocupa. ¿Qué hace que un individuo sienta temor, vergüenza o hasta repulsión por una persona sexualmente distinta a él? ¿Hay alguna explicación para los comportamientos agresivos que hemos mencionado antes? ¿Qué hay de las ideas sobre personas sexualmente distintas? ¿Qué pasa primero, las conductas, los afectos, las ideas?

En mi práctica terapéutica he notado que los comportamientos son el último elemento en aparecer y son precedidos por los pensamientos o por los afectos. Así, la agresión hacia personas sexualmente distintas (la discriminación en cualquiera de sus formas) responde a pensar de manera negativa sobre ese grupo en particular o a sentir de forma negativa hacia dicho grupo. Los tres componentes estarán presentes y forman una especie de círculo simbiótico; se apoyan entre sí y son difíciles de cambiar pero, si logras alterar uno, los demás se alterarán también.

Es común escuchar en la calle que cuando alguien odia, teme o rechaza a los homosexuales es porque, en el fondo, odia, teme o rechaza sus propios aspectos homosexuales, los cuales reconoce en otro individuo aunque es incapaz de verlos en sí mismo(a). En psicología y psicoanálisis esto se llama «proyección» y es la capacidad de ver en otras personas aspectos propios. Cuando esos aspectos nos resultan indeseables es probable que ataquemos a la persona que creemos los posee, en este caso la «proyección» es un mecanismo defensivo que empleamos para protegernos de algo que sentimos desagradable. Pero cuando percibimos en los demás ciertos aspectos de nosotros mismos que no nos resultan indeseables, sino aquellos que podemos lidiar fácilmente, la proyección no toma un color defensivo sino que nos permite asociarnos y hallar puntos comunes. Esto último es también lo que considero sucede con el llamado fenómeno del «gaydar» o la aparente habilidad de «encontrar a otros» que maravilla tanto a muchas personas homosexuales.

Lo interesante estaría en dilucidar por qué algunas personas sienten los aspectos homosexuales como algo difícil de lidiar o indeseable cuando otras no los consideran así. Es seguramente el resultado de un intrincado proceso de internalización de creencias y estilos afectivos provenientes de generaciones anteriores y culturas específicas. Y, dado que todos poseemos un bagaje cultural determinado, todos (heterosexuales, homosexuales, bisexuales, transexuales, intersexuales y demás) deberíamos revisar en qué medida poseemos una actitud homofóbica, ya sea completamente integrada en nuestra personalidad o como vestigios o remanentes que hayan calado en nosotros a través de nuestra vida.

Tal parece que, de forma defensiva o no «it takes one to know one». Puede ser cierto, se necesita ser como el otro para reconocerlo, pero no «ser homosexual» sino «ser humano».

¿Qué piensas tú?