Hoy regresé al Colegio, no como estudiante sino como expositor en una serie de charlas sobre prevención de suicidio que estamos dando para los adolescentes. Hoy fue un día especialmente significativo para mí porque era el turno del Colegio donde me gradué.

Entre las situaciones relacionadas al suicidio se encuentra la sensación de ser distinto y de ser rechazado por ello. Eso nos llevó a hablar sobre el tema de las orientaciones sexuales distintas y cómo puede ser muy confuso ser diferente en un mundo que nos empuja a todos a ser copias de algún modelo de revista popular.

Los muchachos reaccionaron de manera bastante diferente a como lo hacían en mi época de estudiante de secundaria. Ahora son cada vez menos los que hacen un chiste o atacan directamente y, al mismo tiempo, son más quienes se levantan y dicen alguna versión de: «Hey, eso no tiene nada de malo ¿Cuál es tu problema?» o «tú sí sabes lo que la homofobia realmente significa ¿Cierto?«. Sonreí para mis adentros.

En mi época, los jóvenes gay se callaban y tenían que soportar su diferencia sintiéndola como algo negativo y siempre en silencio. Ahora, muchachos y muchachas se declaran homosexuales y lesbianas en la secundaria y digamos que las cargas, en cuanto a la expresión, se están igualando.

Desde mi paso por ser Psicólogo de escuela hace algunos años advertí esta diferencia en las reacciones de las generaciones nuevas. Por ahora, me parece que la cosa va mejor y que, tal vez, pronto podamos sacar las reacciones personales a una orientaciones sexual distinta de la lista de cosas que pueden llevar a un hombre o mujer a pensar en el suicidio.

Esa idea, me hace sentir muy bien.