Acabo de ver 9 fragmentos de un programa español de televisión sobre el tema de la homosexualidad. Lo acabo de ver en YouTube.com y me he resistido a publicarlos acá porque me parece que mi trabajo se encuentra en otra arena (mentira, la verdad es que me ha dado mucha molestia y no quiero inyectarlos de lo mismo). Sin embargo, sí quería comentar que, en ese programa, han hecho algunos reportajes y entrevistas a quienes parecen ser distintas partes del “problema homosexual” (¡las comillas no están de adorno, eh!). Un supuesto sacerdote católico exponiendo su punto de vista y asegurando, al igual que otras gentes, que “la homosexualidad tiene cura” al tiempo que un chico homosexual que dice haberse sometido a un tratamiento para curar su homosexualidad contaba su supuesta experiencia en dicho tratamiento y cómo incluía masturbación forzada frente a fotos de mujeres y un empleo menos que sano de la electricidad frente a imágenes homoeróticas. Por supuesto, nunca cambió su orientación, aunque se apresuró a decir que “de poder elegir, ningún homosexual sería homosexual, porque nadie quisiera ser judío en la Alemania nazi”. Un comentario fuerte, demasiado generalizado para mi gusto, pero seguramente cierto para alguna gente.

Creo que no se puede eliminar del todo la influencia que el contexto político y social en que nos movemos tiene sobre la salud mental y la búsqueda de la felicidad para cada uno, pero ver tantos puntos de vista en un programa tipo debate y llevado muy al formato televisivo actual en España (donde ningún invitado deja hablar a otro así que el problema básico de educación y respeto se ve y se escucha a la distancia) me ha llegado de manera muy pesada. Valoro mucho los puntos de vista distintos, pero temo que el alboroto de opiniones sin base y de respuestas defensivas evidentes sea un reflejo de lo que vivimos quienes estamos fuera de cámara. Y creo que lo es. Recuerdo también que no estamos hablando de Panamá, sino de España, con su matrimonio homosexual aceptado y el barrio gay de Chueca en Madrid. Vaya que me ha descorazonado. Pero en Panamá a lo mejor ni ese debate podríamos tener. Por cierto, aquello del barrio de Chueca me hace recordar lo de los Ghettos (¡Joder, tío! Ghetto suena como a lo de los Nazis y ¿No que nadie quería estar allí?).

En este tema, a veces uno tiene que mantenerse muy sano para tomar algo de distancia y poder observar la pintura completa, sin meterse tanto en el fenómeno que quedes con la nariz pegada al lienzo y solo puedas tener una versión borrosa de un pedazo minúsculo del cuadro. Pero de cualquier forma, solo quería comentar que trabajar en esta área lo hace a uno meterse de vez en cuando en la lucha de los derechos y cruzar del área psicoterapéutica a señalar las incongruencias de las religiones, a darse cuenta de la influencia que tienen las posturas políticas, a conocer gente tan distinta que bien pelea por una causa o sencillamente no le importa el mundo que le dejamos a nuestros hijos (“¿Hijos? Como no sean in vitro” – dijo alguien por ahí). Es triste encontrar colegas que parecen haber olvidado que uno acepta y trata de entender al paciente no porque se lo merezca (a lo mejor sí, pero eso es lo de menos) sino porque lo necesita para crecer. Eso es ética, señores, y es distinto a quien anda por la vida desconociendo sus propios procesos internos y produciendo efectos iatrogénicos en sus pacientes.

Ya sé, seguro muchos de ustedes no tienen idea de lo que hablo o están pensando que se me fundió un fusible al momento de escribir esto. Quizás así haya sido. Porque solo percibir la magnitud de la situación que enfrentamos me ha dejado muy cansado por momentos y sentir que es demasiado y que no puedo solucionarlo con una sola movida me molesta en demasía. Ojalá pudiera. Ojalá todo este asunto tuviera una solución sencilla, pero no la tiene. Diría que miráramos el lado positivo (que sí lo tiene) pero creo que en este momento sólo diré que vale hacer nuestra parte, promover en los demás el deseo de hacer la suya y confiar en que la llevarán a cabo.

No me arrepiento de haber iniciado este camino, pero reconozco el peso y lo difícil de la experiencia, así como el temor a ser distinto en un mundo como este.

Saludos,