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– «Platos desechables, deberíamos comprar platos y cubiertos desechables y así no tendríamos que fregar nunca» – dijo una voz aguda en evidente respuesta a un pensamiento superior que renegaba de tener que lavar los platos luego de comer.

– «Sí, y producir más basura en plena época del calentamiento global ¡Gran idea!» – dije yo desde otra habitación con mi habitual sarcasmo de fin de semana mientras corregía unos exámenes.

Eso sucedió el sábado, luego pasó que me contaron esta historia sobre una mujer que cambia de pareja constantemente y cómo les abandona luego de encontrarles algún «defecto».

Después, eché una mirada a la comunidad gay, lésbica y bisexual y reconocí la frecuencia de encuentros sexuales casuales entre varios de sus miembros, las historias de terror de los saunas y cuartos de vapor, los corazones rotos, los triángulos que no existen entre los heterosexuales y la facilidad con que se puede cambiar a un individuo por otro en una cama. En una comunidad que originalmente se formó debido a las preferencias sexuales distintas ¿Será este funcionamiento algo que debamos observar con el lente de los valores heterosexuales? ¿Deberemos hacer (o existe ya) un nuevo grupo de reglas exclusivas para el juego del amor entre iguales? ¿Es más propenso un hombre o una mujer de la comunidad diversa a tener relaciones «desechables»? Y si es así ¿Por qué?

El ritmo acelerado de vida en que todo es rápido y debe ser como sale en las revistas o la televisión nos ha llevado a la destrucción del planeta y al consumo indiscriminado de recursos que no se pueden reemplazar de manera sencilla. Creo que pasa lo mismo en las relaciones; mucha gente interactúa de forma tal que sus relaciones son «desechables» y, al final, lo que producen es, al igual que con los platos de usar y botar, más basura. Por supuesto que empleo la palabra «basura» de manera metafórica, no se me ocurriría pensar en un ser humano como un despojo, pero sí me llama la atención que al igual que en algunos otros procesos, siempre hay algún residuo indeseable cuando empezamos a percibir a nuestras parejas como desechables. Siempre sale alguien lastimado.

Y tal vez sean algunos corazones heridos que van por la calle tratando de sanar (o de lastimar a otros) para sentirse mejor. Es todo un juego complejo de relaciones y una cadena de daños y producción de basura relacional que se inicia cuando empezamos a ver a los demás como productos, como cosas que podemos usar y botar, como un cuerpo bonito o el acostón de la noche, cuando empezamos a vernos a nosotros mismos como «desechables», como gente que se puede usar y botar sin mayor preocupación en vez de intentar lavar de los platos de la relación cuando sea el momento.

Tantas preguntas y tan poco tiempo.