«Hablando se entiende la gente» Sí, claro, como si fuera tan fácil. Tratemos de extrapolar un poco el concepto y hagamos referencia a comunicar activamente las cosas, es decir, a ser el emisor de un mensaje más allá de si lo hacemos a través de hablar, de escribir o de emplear cualquier otro formato específico.

Hay muchas formas de enviar un mensaje pero, independientemente del formato (o canal) es importante tener en mente un par de cosas que podrían facilitar el proceso y evitarnos sesgar o contaminar el mensaje:

  1. El mensaje debe ser emitido de manera clara: a menos que seas un artista, que ames la cosa simbólica (como yo) o que te interese dejar un margen de ambigüedad en el mensaje para que el otro pueda interpretar (es decir, suponer), los mensajes deben ser enviados de manera tal que no haya mayores posibilidades de confusión. Un amigo me comentaba hace unos días que no entiende qué le pasa a su pareja y que ésta esperaba que él le leyera la mente y, si no lo hacía, se molestaba en sobremanera. Esa es una queja común y tiene mucho que ver con una necesidad personal de ella de estar tan compenetrada con él que él pueda «leerla» y saber todo lo que ella necesita sin que ella deba decir nada claramente. ¡ERROR! La gente puede lograr un grado de resonancia afectiva y cognoscitiva superior si se lo propone, pero nunca será capaz de leer tu mente como si la vida fuera una película de ciencia ficción. Decir las cosas de manera clara siempre será necesario si se desea mayor eficiencia y velocidad en la comunicación.
  2. El mensaje debe ser emitido de manera directa: sí, además de enviarlo claramente, debe ir directamente a quien va dirigido. ¿Saben lo malsano que es que una pareja que tiene dificultades se envíe mensajes agresivos a través del o los hijos? Eso es algo que los terapeutas de familia llamarían «triangulación», es decir, usar a un tercero para «decirse» las cosas. Otro ejemplo es el asunto de las tan conocidas y casi siempre problemáticas «indirectas», aquello de decir un comentario al aire para que el otro lo atrape y lo comprenda. ¡ERROR! Puede hasta ser divertido si se emplea con humor o en determinadas situaciones pero en otras, sobre todo si se trata de una situación tensa en la relación, las indirectas son generalmente una mala opción para solucionar las cosas, si las están empleando tal vez lo que desean no es realmente una solución.
  3. Decirlo sin lastimar al otro: a ver, decir las cosas directamente y de forma clara no significa insultar porque sólo empezar a hacerlo dificulta el proceso y puede acabar en un alejamiento innecesario o una demora en la solución del problema que se viva. Mi política personal es que siempre es más importante ser honesto que ser amable, pero digamos que ser brutalmente honesto no significa dejar de lado nuestro lado civilizado. Aunque debo admitir que, a veces, ser civilizado no es suficiente y la honestidad acaba lastimando alguna susceptibilidad ajena (o propia) de todas formas, esto depende mucho del otro también así que a veces se nos va de control.
  4. Ser Asertivo: Decir lo que uno siente es importante, de eso se trata ser asertivo, decir siempre cómo te hace sentir la situación y cuáles son tus expectativas o qué te estabas imaginando. Decir lo que uno piensa y siente tratando de no atacar al otro (miren que se llama «asertivo», no «agresivo»).

Bueno, esta entrada se ha puesto un poco larga así que la dejo hasta aquí sino podría seguir escribiendo toda la noche. En el siguiente post: «Escuchar».

Saludos,