Pocas quejas son más frecuentes en las consultas que la sensación de ser invisible, ignorado o no tomado en cuenta. Algunas personas con síntomas muy serios (como intentos suicidas y depresiones) acaban encontrando la raíz de sus problemas en esa sensación de invalidación duradera y, en la comunidad diversa las cosas no son diferentes. De hecho, la invisibilidad del hombre homosexual es algo casi solicitado por la sociedad pero también ejercido por la misma comunidad diversa.

Hace meses, en un foro en internet dedicado a varones homosexuales que comparten sus preguntas y preocupaciones, uno de los lectores lanzaba la siguiente interrogante: «¿Intentarías tener una relación seria y duradera con alguien que no haya ‘salido del closet’ en su familia?«. Las respuestas fueron muchas y muy variadas, desde hombres que contaban sus experiencias desastrosas por haberlo intentado, hasta otros a quienes parecía no molestarles tanto, algunos otros de hecho disfrutaban la sensación de secreto y clandestinidad, unos más contaban los problemas que les ha dado en sus relaciones el hecho de aparentar ser heterosexuales ante su familia y las estrategias que han desarrollado para lidiarlo, como vivir en otra ciudad o país y hacer como que no se tiene una relación de pareja durante las reuinones familiares.

Aunque reconozco que cada pareja puede vivirse de manera distinta la situación, sí sé que hay decisiones importantes que tomar en cada caso y que, si las cosas no se llevan bien y se conversan entre ambos miembros de la pareja, alguno de los dos (o ambos, en diferentes turnos) puede acabar sintiendo que necesita invisibilizarse por momentos para no crearle problemas al otro, al tiempo que puede acabar creando problemas para sí mismo.

El truco usualmente está en llegar a un acuerdo que satisfaga a ambas partes y eso implica, aunque no nos guste, salir de nuestra área de confort y realizar algunos movimientos que no serán necesariamente cómodos, pero que se hacen por el bien de la pareja. Por ejemplo, tal vez no puedan verse como «novios» en todas las situaciones o frente a todos los miembros de ambas familias, pero tampoco es bueno vivir la relación sintiendo que se debe actuar todo el tiempo, como si no fueran una pareja, porque hacer «como si» durante tiempo e intensidad suficiente es la base de toda enfermedad mental. En resumidas cuentas, todos los extremos son malos, pero alcanzar puntos medios que satisfagan a ambos miembros de la relación es una tarea que, si se hace bien, unirá más a ambos.

Por último, ojalá pronto quienes sienten la necesidad de ocultarse tras una máscara puedan dejar de hacerlo. Nos toca a todos, a cada uno de nosotros, trabajar para que las cosas sean más equitativas.

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