Empiezo a escribir esta entrada cuando faltan veinte minutos para la media noche. Mis amigos cercanos recibirán, en unos días, mi acostumbrado e-mail con algunas reflexiones sobre todo lo que nos ha sucedido en el año. Me gusta hacer esa nota porque me ayuda a cerrar algunas experiencias y me permite comunicarme. Siempre he valorado mucho la comunicación de los afectos.

Pero este año ha sucedido algo nuevo: la lista de gente con las que me puedo comunicar a crecido. Escribir el blog estos últimos meses me ha permitido comunicarme afectivamente con mucha gente, incluso si no nos conocemos en persona. Supongo que es un asunto de «resonancia afectiva», como le digo yo. Sus e-mails, comentarios y las más de 2300 visitas a este (a veces humilde y a veces pretencioso pero siempre honesto) rincón del internet me deja saber que hay mucha gente allá afuera interesada en los temas que nos reúnen y que la necesidad de esa resonancia es mayor de la que había previsto. Como hemos comentado en algún momento: no estamos tan solos como pudo parecer alguna vez.

Espero que pasen una feliz navidad, porque más allá de una fiesta religiosa, esta celebración es una oportunidad de oro para acompañarnos, acercarnos más a quienes caminan con nosotros en los derroteros de la vida, prepararnos para hacer cierres necesarios e iniciar, con los ánimos cargados, el año que se aproxima.

Saludos y que estén bien.