Nos han enseñado que si estás enamorado de alguien no querrás tener sexo con nadie más. La realidad es muy distinta y cualquier persona que haya estado en una relación de largo plazo (con suficiente plazo) puede darme la razón en esto.
Podríamos entender el funcionamiento de las relaciones como afectado por tres sistemas distintos, a saber: el sistema del AMOR, el del SEXO y el del APEGO duradero a una persona específica. Estos sistemas funcionan simultáneamente y no necesariamente están coordinados, aunque a veces sí.
Helen Fisher (antropóloga e investigadora) habla de estos sistemas y de cómo el DESEO sexual nos permite percibir en el medio a parejas potenciales, al tiempo que el AMOR nos da la posibilidad de enfocar nuestra atención en un individuo específico y el APEGO facilita que sostengamos una relación con ese individuo luego de que el enamoramiento y hasta el deseo hayan disminuido, permitiéndonos tolerar las cosas que no nos gustan del otro y mantener un vínculo durante largo tiempo, suficiente para cumplir tareas evolutivas específicas (por ejemplo, criar hijos durante su infancia hasta que sean más o menos independientes).
Para Fisher, los seres humanos somos una de las varias especies monógamas en el reino animal, no significando esto que vayamos a estar con la misma pareja durante toda la vida, sobre todo si tomamos en cuenta que los tres sistemas continúan funcionando incluso mientras ya estamos en una relación de largo plazo. Es decir, podemos tener un APEGO con alguien y sentir amor por el o ella (aunque el sentimiento sea menos pasional que el que experimentamos en los primeros meses de relación) y nuestro sistema de DESEO sexual estará aún activo, buscando parejas potenciales en el medio. Todo esto es normal.
Esther Perel (Psicóloga Clínica, Terapeuta de Pareja e Investigadora) habla en su libro «Mating in Captivity» sobre las problemáticas para el deseo sexual que viene con la monogamia y el compromiso duradero. Ella sostiene que el erotismo va decayendo en la medida en que se conoce al otro más y más, porque hay necesidades de amor, previsibilidad, seguridad, que se llenan a medida que la relación se hace más duradera y desarrolla rutinas. Pero a medida que esto sucede, muchas parejas dejan de lado las necesidades de deseo, de aventura, sorpresa y de volver a descubrir al otro, admirarle e impresionarse con él o ella. Así las «necesidades de deseo» y el erotismo (la sexualidad mediada con la imaginación) disminuye a medida que lo que ella llama «necesidades de amor» aumenta.
Por su parte, Dan Savage (Activista por los derechos LGBTQ y creador de la columna Savage Love y del It Gets Better Project) sostiene puntos muy válidos referentes a la monogamia y cómo nos han enseñado a entenderla como entendemos la virginidad, es decir, una vez has dejado de ser virgen (monógamo en una relación de largo plazo) ya no puedes serlo nunca, y propone que entendamos la monogamia como entendemos la sobriedad, es decir, saber que es posible que fallemos de vez en cuando por nuestra propia naturaleza, pero podemos volver a estar sobrios y eso solo significa que somos seres humanos.
Los tres autores defienden la monogamia, pero coinciden, si leemos sus aportes, en que la misma tiene propósitos específicos y debemos estar más relajados con este concepto.
Es irreal no reconocer el hecho de que podemos sentirnos atraídos por más de una persona a la vez e incluso que esa atracción no significa que estemos menos enamorados de alguna de esas personas (tal vez hasta más de una). Algunos otros aportes de estos autores es que existe toda una serie de procesos neurológicos que se activan y desactivan en el amor, el deseo y el apego (Fisher), que muchas veces esta atracción por otras personas no tiene que ver con la relación duradera en la que estemos (Perel) y tampoco significa que la relación de largo plazo esté irremediablemente dañada y deba terminar (Savage). Después de todo, cada pareja lidia con estas realidades a su modo y, si me preguntan a mí, soy un gran defensor de que cada pareja realice acuerdos específicos que puedan ser hablados cada cierto tiempo para ser cambiados o no. Configurar una relación (abierta, cerrada, con algunos permisos o no) es una tarea que se da a lo interno de cada pareja y el truco está en que ambos estén realmente de acuerdo en cómo quieren llevar la relación, en que no haya nadie lastimado y en hallar la manera de redescubrir al compañero(a) una y otra vez.
Saludos y que estén bien,