Desde que han flexibilizado la cuarentena varios países están retomando actividades mientras lidian con la COVID 19, en la consulta estoy escuchando a varias personas reportar estados emocionales de miedo y cansancio. Si extrañábamos salir ¿A qué tememos? ¿de dónde viene ese cansancio? Pensemos un poco.
En el restauranteHace unos días salí con mi burbuja, estábamos en un área externa del restaurante a distancia de las demás mesas, nuestro mesero parecía astronauta por tanta protección y tuvo que repetir varias veces algunas frases porque era difícil entender lo que decía detrás de tanto filtro físico. Todo muy bien hasta allí, nos retiramos el tapabocas una vez asegurada la situación y arribada la comida, todo se sentía normal y seguro.
De pronto sucedió: dos chicas se encontraron junto a nuestra mesa, por lo que escuché – así de cerca estaban – se conocían pero no habían venido juntas y estaban cruzando de un punto al otro de la terraza. Se detuvieron muy cerca de nosotros (y entre sí) para saludarse y empezaron a conversar, no llevaban tapabocas.
Las historias de varios pacientes que había escuchado en la semana empezaron a correr por mi mente, ahí estaba, era ese temor… esa duda. ¿Debería colocarme el tapabocas? Pero aún estaba comiendo, ¿Debía pedirles que tomaran distancia? ¿Cómo lo tomarían si básicamente les estaría diciendo qué hacer? ¿Me responderían verbalmente? ¿Y las gotículas? Ninguno tenía tapabocas en ese momento ¡Quiero salir corriendo!
Ese segundo de pausa que uno toma antes de incorporar un comportamiento nuevo, como quien trata de medir la distancia antes de saltar para no equivocarse, estuvo lleno de miedo, hipervigilancia y obvia catastrofización, hice un esfuerzo por observarme y me di cuenta que me cubría la boca con el cuello de la camisa hacía unos segundos. Mientras mi mente debatía si debía colocarme el tapabocas mi cuerpo hizo lo que pudo para cuidarse. ¡Qué situación tan particular!
Las chicas se fueron antes de que pudiera decidir qué hacer, yo sentí rabia hacia ellas por exponerse/nos y hacia mí mismo por no reaccionar más rápido. Un poco de autocompasión ayudó y pude seguir la noche.
¿Cómo nos sentimos?Ha pasado un año desde el primer caso registrado de COVID 19 en el mundo y salir a comer no se siente como antes, seleccionar el lugar implica pensar en si tiene terraza o algún espacio abierto, si el personal utiliza mascarillas o escudos faciales, si han distanciado las mesas o no. Anteriormente lo importante era qué deseabas comer, el tipo de ambiente social para pasarla bien o el precio. Hoy día se trata de salud física.
El miedo al contagio por coronavirus nos ha hecho repensar las salidas, si vas a un restaurante ¿cuándo te quitas el tapabocas? ¿Solo al momento de comer o desde que llegas al lugar? Se supone que solo debes salir en tu burbuja (con quienes vivan contigo en la misma casa) pero puede haber situaciones en que debas comer con alguien de otra burbuja. En estos casos ¿Llevar el tapabocas es tratar al otro como un enfermo o significa que lo estoy cuidando? ¿Es irrespetuoso llevarlo o más bien retirarlo?
Las anteriores parecen preguntas fáciles de responder a la distancia pero quien haya salido reconocerá ese momento de duda en que debemos decidir qué hacer, no porque ignoremos las medidas de prevención, sino porque todos estos detalles son cosas nuevas a las que prestar atención y aún nos estamos acostumbrando.
Por un lado es normal sentir miedo al contagio y algo de estrés por la necesidad de estar pendientes a cosas que antes pasábamos por alto en alguna medida. También es normal temer la reacción de otros si necesitamos pedirles distancia o que se cubran. Ese estado emocional de temor y estrés constante nos generará cansancio, irónicamente ya que surge en situaciones que deberían producir relajación. Otro tipo de cansancioPero hay otro tipo de cansancio y es muy importante reconocerlo: el cansancio por pretender, por hacer “como si” no estuviese pasando nada.
En efecto, frente a la ansiedad de la covid muchas personas pueden tomar posturas extremas para poder tranquilizarse. Una opción extrema es tratar de controlar obsesivamente cada pequeño detalle al punto de no poder funcionar, pero otra opción extrema es pretender, hacer como si no pasara nada, entrar en una especie de negación, de minimización de la seriedad del asunto y lógicamente relajar las medidas de seguridad.
Vemos entonces gente que conoce perfectamente las medidas de prevención pero lleva la nariz fuera de la mascarilla, se baja el tapabocas en espacios públicos con cualquier excusa, toca a otras personas mientras les hablan (por supuesto a corta distancia), etc. Es como vivir en la primera mitad de 2019.
En el corto plazo esta negación les puede tranquilizar, sin embargo, es evidente que estamos bombardeados por información sobre el coronavirus y la pandemia, redes sociales, televisión y periódicos nos inundan con la misma, en cada lugar te toman la temperatura y te dan gel alcoholado. Negar la realidad requiere mucha energía psíquica, requiere demasiado esfuerzo y ese esfuerzo agota.
Recomendaciones¿Qué hacer? ¿Cómo lidiar con este agotamiento y ese temor? Aquí van 5 recomendaciones para manejarlo y cuidar nuestra salud mental.
Tener esta experiencia en el restaurante disparó conversaciones en casa y ayudó a entender cómo se sintió cada quien en ese momento, la próxima vez que salgamos lo haremos más claros de cómo accionar frente a estas situaciones y lo haremos como equipo, habiendo conversado sobre qué es mejor para nosotros.
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Muy buen articulo, en general trato de salir donde sea necesario por trabajo más nada, pero con todas las medidas, tenemos una lista mental de lugares seguros que consideramos cumplen con las medidas, para ir a comer. La ansiedad en mi caso es pensar demasiado en el futuro o sentir que el tiempo no me alcanza me da taquicardia.
Me sentí super identificada, me encuentro en el punto medio. Salgo a comer, he ido al mall a comprar cosas, sigo las medidas como son, uso doble mascarilla, me lavo las manos, me las lleno con alcohol. A pesar de todo, es difícil estar encerrada y no saber cuando va a acabar todo. También me da taquicardia y me cuesta dormir. Hablarlo me ayuda, meditación y escribir. Yo trato, pero es algo tan nuevo que muchas veces es difícil.
Excelente publicación, refleja mucho de lo que sentimos ahora día a día. Justo ayer, fui a una tienda por adornos navideños, en plan decoremos un poco la casa para darle un cambio porque ha sido mucho tiempo viendo “lo mismo”; de pronto había más gente de la esperada acumulándose adentro y comenzó la incomodidad interna, ya estando en la fila para pagar, pensé en mejor dejar las cosas y volver después, pensé después seguro será peor, y si nos vuelven a encerrar? Finalmente, respiré analicé lo que podía controlar y todo estaba bien. Es agotador la verdad!